Turbulencias en la regi¨®n andina
La guerrilla de las FARC y su red de complicidades agudizan la tensi¨®n entre Colombia, Venezuela y Ecuador
El descubrimiento de sofisticados lanzacohetes del Ej¨¦rcito venezolano en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), los v¨ªnculos de esa guerrilla con Ecuador y la negociaci¨®n entre Bogot¨¢ y Washington para el uso de bases colombianas amenazan con desatar en la regi¨®n andina una crisis sin precedentes, en un momento en el que la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) est¨¢ siendo cuestionada como instancia mediadora.
La guerrilla colombiana, cada vez m¨¢s debilitada, se ha convertido parad¨®jicamente en el gran factor de desestabilizaci¨®n regional al haber asentado en los pa¨ªses vecinos, gracias a complicidades pol¨ªticas, sus redes de retaguardia, abastecimiento de armas y tr¨¢fico de coca¨ªna.
El hallazgo, en un zulo del Frente 43 de las FARC, de cinco lanzacohetes AT-4 de fabricaci¨®n sueca, capaces de destrozar blindados o instalaciones fortificadas, ha disparado las alarmas en Colombia. Unos correos electr¨®nicos de los ordenadores incautados a Ra¨²l Reyes, n¨²mero dos de la guerrilla, daban cuenta, en enero de 2007, de que los generales venezolanos Hugo Carvajal, jefe de Inteligencia Militar, y Cl¨ªver Alcal¨¢, hombres de confianza de Hugo Ch¨¢vez, hab¨ªan hecho llegar a las FARC "cohetes antitanque de 85 mil¨ªmetros". Las piezas empezaban a encajar. "Les dimos a los suecos los n¨²meros de serie", explica una fuente de Defensa de Colombia. "El 20 de junio nos confirmaron que esas armas hab¨ªan sido vendidas al Ej¨¦rcito venezolano. Est¨¢ claro que las desviaron".
Suecia a¨²n espera las explicaciones de Ch¨¢vez. Del lado ecuatoriano, un v¨ªdeo del jefe militar de las FARC, el Mono Jojoy, difundido la pasada semana, confirmaba la entrega de fondos a la campa?a electoral del presidente Rafael Correa, que tambi¨¦n consta en los ordenadores de Reyes.
Una vez m¨¢s contra las cuerdas, Ch¨¢vez y Correa optaron por la estrategia de defenderse con un buen ataque. Los improperios contra el Gobierno colombiano encontraron su mejor asidero en la decisi¨®n de Bogot¨¢ de permitir el uso de bases militares a su principal aliado, Estados Unidos, para compensar el cierre de la base ecuatoriana de Manta.
Ch¨¢vez congel¨® las relaciones con Bogot¨¢, y Correa, que hab¨ªa roto los lazos diplom¨¢ticos en 2008, tras el ataque contra el campamento de Reyes en Ecuador, le declar¨® la guerra comercial e impuso aranceles a m¨¢s de 1.300 productos. Ambos han iniciado una ofensiva en los foros latinoamericanos para aislar a Colombia, a la que definen como "la principal amenaza para Suram¨¦rica".
"Quito y Caracas usan el tema de las bases como una cortina de humo", dice el analista colombiano Alfredo Rangel. "El acuerdo supone dar mayores facilidades de acceso en cinco bases a los norteamericanos, que ni siquiera van a incrementar sus fuerzas".
Bajo el fuego graneado de unos vecinos hostiles, el Gobierno de Colombia, que ha mantenido hasta ahora una l¨ªnea de apaciguamiento, analiza la posibilidad de demandar a Ch¨¢vez y a Correa en los tribunales internacionales por su apoyo a una narcoguerrilla considerada terrorista por la Uni¨®n Europea y Estados Unidos.
Hasta ahora, ha sido Ecuador quien ha presentado demandas contra Colombia por la fumigaci¨®n de cultivos ilegales en la frontera y por el bombardeo que acab¨® con la vida de Ra¨²l Reyes y otras 25 personas. No s¨®lo eso: la fiscal¨ªa ecuatoriana ha puesto todo su empe?o en detener, por aquel ataque, a Juan Manuel Santos, ex ministro de Defensa de Colombia y potencial candidato a la presidencia. Interpol ya ha rechazado la orden de captura emitida por el juez Daniel M¨¦ndez, que se ha destacado por dejar en libertad a connotados miembros de las FARC detenidos en Ecuador.
La ofensiva contra Santos ha colmado la paciencia de Colombia. La oposici¨®n ha cerrado filas en torno al Gobierno y al ex ministro, y cada vez m¨¢s voces reclaman una actuaci¨®n contundente del Ejecutivo de ?lvaro Uribe, que pasar¨ªa por acusar formalmente a Caracas y a Quito de violar las resoluciones de la ONU.
La UE ha dado su respaldo a Uribe, pero poco puede hacer en la crisis. El ofrecimiento de mediaci¨®n de Jos¨¦ Miguel Insulza, secretario general de la OEA, es visto con recelo. El organismo americano tiene en su poder todo el material confiscado a las FARC, y en ¨¢mbitos oficiales colombianos se echa en falta "una actuaci¨®n m¨¢s clara". Un reciente editorial de la influyente revista Semana vapuleaba a Insulza por su papel en la crisis hondure?a y le acusaba de ser un "p¨¦simo negociador" y de estar m¨¢s preocupado por mantener el apoyo de Ch¨¢vez y el eje bolivariano para garantizar su reelecci¨®n al frente de la OEA.
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