SEIS
Si te dedicas a hacer camas o a limpiar el polvo, actividades mec¨¢nicas para las que no es preciso utilizar el cerebro, puedes escuchar mientras curras los movimientos de las ideas en el piso de arriba, en la cabeza. As¨ª que aquel d¨ªa, mientras sacaba brillo a los azulejos del cuarto de ba?o, sent¨ª dar vueltas alrededor de mi cr¨¢neo, como un pez alrededor de la pecera, a la idea de acabar con Dedo, de matarlo. Entonces comprend¨ª que al dejar de tomar las pastillas para el estupor hab¨ªan regresado intactas mis funciones intelectuales, lo cual era bueno y era malo. Bueno, porque volv¨ªa a estar despierto; malo, porque despierto, como se ve, yo era un mal tipo, una alima?a.
Cuando la alima?a acab¨® de limpiar los azulejos y sali¨® del ba?o, por poco pisa una mierda que Dedo se hab¨ªa hecho en medio del pasillo. La alima?a tom¨® un trozo de papel higi¨¦nico, la recogi¨®, la arroj¨® al v¨¢ter, y tir¨® de la cadena (qu¨¦ invento, el de la cadena). Despu¨¦s agarr¨® a Dedo por el pescuezo, lo puso a la altura de sus ojos y se cag¨® en sus muertos. Al principio, el animal crey¨® que quer¨ªa jugar, pero cuando comprendi¨® que la cosa iba en serio, comenz¨® a gemir de un modo que quiz¨¢ le habr¨ªa partido el alma a un tipo normal, no a una alima?a. A m¨ª, de hecho, me cabre¨® m¨¢s, de modo que lo dej¨¦ caer y al llegar al suelo sali¨® corriendo y se escondi¨® aullando debajo de una cama.
Al dejar de tomar las pastillas para el estupor hab¨ªan regresado intactas mis funciones intelectuales
El resto del d¨ªa fue raro. Prepar¨¦ la comida para m¨ª y la cena para los tres con la indiferencia de un robot, o sea, que me introduje los alimentos en la boca con el esp¨ªritu del que echa gasolina al buga. Mastiqu¨¦ a pilas. Recog¨ª al cr¨ªo del colegio de manera mec¨¢nica y mec¨¢nicamente regresamos a casa. Mientras tanto, la idea de asesinar a Dedo excavaba galer¨ªas, como una lombriz, en mi materia gris. ?Pero qu¨¦ responsabilidad ten¨ªa yo, el robot, en esa determinaci¨®n que a medida que transcurr¨ªan los minutos era m¨¢s fuerte, aunque no s¨¦ si m¨¢s atractiva? ?A ti qu¨¦ te parece el perro?, pregunt¨¦ al hombre invisible. El cr¨ªo levant¨® la cabeza de su taz¨®n de cereales, me mir¨® de forma tambi¨¦n algo rob¨®tica y dijo: Pues qu¨¦ me va a parecer, un animal.
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