Una dif¨ªcil cohabitaci¨®n
Cinco especialistas retiran la cubierta del Mercado de La Ribera - A sus pies, comerciantes siguen trabajando entre chispas, polvo y ruido
Avanzadas tecnolog¨ªas y la chapuza m¨¢s cl¨¢sica conviven en el Mercado de La Ribera, el principal y m¨¢s cl¨¢sico de Bilbao, inmerso desde julio en su reconstrucci¨®n integral, que durar¨¢ a?o y medio y costar¨¢ m¨¢s de 13 millones de euros.
Cinco especialistas embutidos en impactantes buzos blancos y equipados con gorros y mascarillas que les dan un aire de cient¨ªficos se afanan desde ayer en desmontar el tejado del mayor mercado de abastos cubierto de Europa. Toda precauci¨®n es poca. El techado est¨¢ construido en fibrocemento, un material peligroso. "El fibrocemento en s¨ª no es da?ino para la salud; lo verdaderamente peligroso es inhalar el polvo que se origina al cortarlo o manipularlo", explica Alfredo Gastiasoro, arquitecto del ?rea de Obras y Servicios del consistorio.
La manipulaci¨®n del techo, fabricado en fibrocemento, es muy peligrosa
"?T¨² te crees que se puede trabajar as¨ª? Vendemos la mitad", se lamenta Feli
Los operarios se afanar¨¢n durante cinco semanas en retirar la cubierta, de 1.700 metros cuadrados. Cada d¨ªa, nada m¨¢s acabar al tajo, entran en una caseta situada a pie de obra y equipada especialmente para su desinfecci¨®n.
Desde hoy, un gran toldo cubrir¨¢ la fachada principal del mercado. Los tres dibujos que ilustran la lona explicar¨¢n el proceso de reforma de la lonja m¨¢s tradicional de Bilbao, fundada en el siglo XIV, si bien su edificio actual data de 1927. El deficiente estado de conservaci¨®n de su estructura oblig¨® al Ayuntamiento a proceder a su derribo y posterior reconstrucci¨®n. La primera fase arranc¨® el 20 de julio pasado, con el traslado al ala opuesta de los negocios sitos en la mitad m¨¢s pr¨®xima a la iglesia de San Ant¨®n, en la que ya se trabaja a destajo. Una gr¨²a de 30 metros de altura y 50 de pluma emerge de las entra?as del edificio.
Una actuaci¨®n de tal magnitud genera tensiones en el edificio. Ayer, mientras responsables municipales explicaban las tareas de retirada de la cubierta, Flori, propietaria de un puesto de flores, maldec¨ªa no ya la reforma, sino la l¨®gica aplicada a los traslados de locales como el suyo. "Mira c¨®mo estamos", dice, y se?ala unos tenderetes precarios de apenas dos metros de ancho, alineados uno tras otro. "Estamos unos encima de otros. La renta que pagamos, eso s¨ª, es la misma", protesta, e invita al periodista a visitar los puestos ubicados en la divisoria, apenas delimitida, entre el espacio comercial y el ya afectado por las obras. "?Ves a esos operarios?", indica Feli, vendedora de pastas, apuntando al techo. "?Ves las chispas que sacan? Pues el martes llegaban hasta aqu¨ª, hasta el puesto. Chispas, ruido, polvo... ?T¨² te crees que as¨ª podemos trabajar? Si antes vend¨ªamos cuatro, ahora no llega a media. Eso s¨ª, a pagar 360 euros cada mes. Si no, a la calle", protesta.
Su versi¨®n es corroborada por la empleada de la panader¨ªa colindante. "El negocio se est¨¢ resintiendo por el traslado. Antes ten¨ªamos colas, y f¨ªjate hoy [un solo cliente aguarda a ser atendido]. Estamos en un segundo piso, mucha gente no puede subir escaleras, otra mucha tiene miedo al ascensor... Esto es una ruina".
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