Cazadores de gestos
C¨®mo se puede atrapar un gesto, c¨®mo reproducirlo, perpetuarlo, transmitirlo? De todas las artes, la danza puede que sea la m¨¢s ef¨ªmera y escurridiza, la m¨¢s fugaz, la menos perdurable. Cierto es que las nuevas tecnolog¨ªas audiovisuales han permitido hoy el registro n¨ªtido, perfecto e inequ¨ªvoco del hecho esc¨¦nico pero no siempre ha sido as¨ª. Y hay un periodo en particular del siglo XX en el que la danza no tuvo posibilidad alguna de ser atrapada. Intentos de escritura ha habido varios, siendo c¨¦lebre el ideado por Rudolf van Laban (1879-1958), pero se trata casi siempre de m¨¦todos de trascripci¨®n mec¨¢nicos, incapaces de recoger el esp¨ªritu y origen emocional de cada movimiento, de cada gesto. El siglo XX de la danza occidental arranc¨® con el ¨¦xito internacional de Les Ballets Russes de Diaghilev, la legendaria compa?¨ªa fundada en Par¨ªs hace ahora cien a?os. Las obras, todos cl¨¢sicos, se han perpetuado en el tiempo a fuerza de constantes reposiciones y la celebraci¨®n centenaria ha reactivado este a?o todo aquel enorme repertorio en numerosas compa?¨ªas planetarias. Espa?a, sin embargo, no ha organizado mayor fiesta. De all¨ª que se convierta en principal evento la inminente visita del English National Ballet a Barcelona, con un programa que incluye la fidedigna reconstrucci¨®n de cuatro trabajos de Michel Fokine: Las S¨ªlfides, El espectro de la rosa, La muerte del cisne y la ex¨®tica Sherezade.
"Coreograf¨ªa que no se baila, est¨¢ muerta", dijo una vez con raz¨®n Alicia Alonso. Hoy es improbable que las obras se pierdan
Pero a medida que el siglo avanzaba y comenzaban a surgir las vanguardias, el problema de preservaci¨®n de la memoria de la danza empez¨® a hacerse mucho m¨¢s agudo. No hab¨ªa mecanismos de reproducci¨®n como el v¨ªdeo y siendo una forma art¨ªstica de contracultura y en rebelde transformaci¨®n, no hab¨ªa inter¨¦s por rese?arla, registrarla y conservarla. Por mucho que los libros e investigaciones nos describan la nueva danza del siglo XX, resulta del todo dif¨ªcil comprender su magnitud sin verla. Sucedi¨® con la disc¨ªpula de la trascendente pionera Doris Humphrey, la core¨®grafa norteamericana Anna Halprin (1920, a¨²n viva), una creadora injustamente soslayada. Una de las grandes sorpresas de la Bienal de la Danza de Lyon el a?o pasado, dedicada justamente a mirar y revisar el pasado reciente de la danza, fue la reconstrucci¨®n de su gran pieza Parades & Changes (1960) por parte de Anne Collod, investigadora dedicada a la revisi¨®n y montaje de obras coreogr¨¢ficas de principios del siglo XX. "La obra tiene una dimensi¨®n colectiva que plantea grandes retos a la hora de remontarla", explica Collod, "pero nos parec¨ªa importante volver sobre esta pieza porque de alguna manera sent¨® las bases para el desarrollo de la danza posmoderna, y en su planteamiento tra¨ªa impl¨ªcitas preguntas fundamentales que se hizo la danza del siglo XX sobre qui¨¦n es el bailar¨ªn, qu¨¦ es la danza o d¨®nde est¨¢n los l¨ªmites". Parades & Changes podr¨ªa ser perfectamente una pieza creada hoy. Abstracta y atrevida, es un cruce entre artes pl¨¢sticas y artes del movimiento. Introduce los gestos cotidianos en la danza ("manchas" les llamaba Halprin) y est¨¢ elaborada a partir de acciones simples y ordinarias como vestirse y desvestirse. S¨®lo que, en 1960, un pelot¨®n de bailarines desnudos en escena era simplemente provocaci¨®n y esc¨¢ndalo, as¨ª que el estreno fue interrumpido por la polic¨ªa que vino a llevarse presos a los int¨¦rpretes. "Hubo una enorme y tremenda reacci¨®n moral pero en realidad la provocaci¨®n no formaba parte de la propuesta, fue incidental, pero propici¨® todo un discurso, que se hizo tristemente popular, sobre arte y depravaci¨®n", asegura Collod, que hizo la reconstrucci¨®n contando con la colaboraci¨®n de Halprin y muchas de las personas cercanas a este ins¨®lito proyecto.
Y es que el momento actual parece realmente preocupado por ese bache en la historia de la danza. Un vistazo r¨¢pido a la temporada que se inicia despu¨¦s del verano da fe de esta toma de conciencia. Sin duda relevante es el caso de la destacada core¨®grafa Anna Teresa de Keersmaeker (Malinas, B¨¦lgica, 1960), directora de la agrupaci¨®n Rosas, que ha decidido mirar atr¨¢s, hacia su propio pasado, para redescubrirse en su primer periodo creativo, en el que se rend¨ªa a los principios obstinados del minimalismo. La core¨®grafa ha reestrenado recientemente su cuarteto femenino Rosas danst Rosas (1983), la primera pieza importante de su cat¨¢logo. Pieza extra?a, subyugante e hipn¨®tica, puso un punto y aparte en la danza del momento. Ahora, la reposici¨®n irrumpir¨¢ como uno de los atractivos de danza del Festival de Oto?o de Madrid.
Viniendo como iniciativa de sus propios autores a¨²n vivos, estas obras conservan intacto lo m¨¢s dif¨ªcil y complicado, que es el esp¨ªritu de cada creaci¨®n. "Lo dif¨ªcil de asumir una reconstrucci¨®n de un trabajo propio no est¨¢ en la t¨¦cnica o los pasos. Lo dif¨ªcil sin duda, es reproducir la misma emoci¨®n, el sentimiento interior, comprender y asimilar la interioridad que mueve al cuerpo. Una gran pregunta es c¨®mo siendo tan personal, trat¨¢ndose de tus recuerdos y emociones, de tu cuerpo de entonces, pueda funcionar con otros y la respuesta probablemente es que los nuevos bailarines pueden suplantar esa interioridad tuya de aquel tiempo por la suya de este momento", asegura convencida Susanne Linke (L¨¹neburg, Alemania, 1944), la ¨²nica disc¨ªpula viva y en activo de las que tuvo Mary Wigman, la gran pionera de la danza expresionista alemana. Se refiere la core¨®grafa a la reconstrucci¨®n de uno de sus solos m¨¢s c¨¦lebres, Schritte Verfolgen (1985), que llegar¨¢ en octubre a Barcelona. Si bien no lo baila desde hace muchos a?os, rebusc¨® en la memoria corporal aquellos gestos para transmitirlos a estas nuevas bailarinas, porque a pesar de que asegura que no ha cambiado la estructura ni los movimientos, ha sido su decisi¨®n distribuir el material entre cuatro j¨®venes int¨¦rpretes.
Carolyn Carlson (Oakland, California, 1943), la relevante creadora norteamericana anclada en Francia, donde dirige el Centro Coreogr¨¢fico de Roubaix, tambi¨¦n se mantiene fiel al esp¨ªritu pero ha optado por otro camino en la reposici¨®n de su viejo y famoso solo Blue Lady (1983), al que ha decidido cambiarle ¨²nicamente la sensibilidad, mont¨¢ndoselo a un hombre, al bailar¨ªn y core¨®grafo finland¨¦s Tero Saarinen, que tambi¨¦n lo llevar¨¢ a Barcelona. La nueva dama azul en el corpulento cuerpo de Saarinen ser¨¢ otra siendo exactamente la misma. Ser¨¢ ella, con iguales y vaporosos vestidos largos. S¨®lo que ahora le imprime una sensibilidad viril. Y eso lo cambia todo.
Todas estas piezas reconquistan los escenarios con la idea de hacerle llegar a las audiencias de hoy esas sensaciones de ayer. "Coreograf¨ªa que no se baila, est¨¢ muerta", dijo una vez con raz¨®n la diva cubana Alicia Alonso. Hoy es improbable que las obras puedan perderse. Lo que parece apremiante es que creadores a¨²n vivos puedan seguir el ejemplo de Halprin, Keermsmaeker, Linke o Carlson, ocup¨¢ndose de rescatar para nuestro momento lo que hicieron en el pasado. La danza de ayer demanda emancipaci¨®n y nuevas oportunidades pero depende en exclusiva de la voluntad de sus creadores traerlas de nuevo a la vida esc¨¦nica.
Programa Ballet Russes, por el English Nacional Ballet, del 3 al 10 de septiembre en el Teatro El Liceo, de Barcelona. Blue Lady, del 10 al 12 de octubre, y Schritte Verfolgen, del 15 al 17 de octubre, en el Mercat de les Flors (Barcelona). Rosas Danst Rosas, el 10 y 11 de noviembre, en los Teatros del Canal dentro del Festival de Oto?o, de Madrid. www.liceubarcelona.cat www.mercat-flors.org www.madrid.org/fo
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