Andanzas de dos p¨ªcaros
En la Venta de In¨¦s situ¨® Cervantes una escena de 'Rinconete y Cortadillo'. Y a¨²n quedan dos ¨¢rboles que le dieron sombra, dice la tradici¨®n manchega
Existe una Mancha legendaria y m¨ªtica desde siempre unida al s¨ªmbolo del Quijote: es la imagen, ya t¨®pica, de la llanura interminable moteada de vi?as y siluetas de molinos; pero hay tambi¨¦n otra, igualmente cervantina, donde el p¨¢ramo y la llanura se hacen sierra, loma suave de viento y espigado cereal, en la que el viajero apenas llega a ella observa una luz cervantina nada usada en los tejados y las puertas de las casas, en las calles humildes, sobrias y recoletas.
As¨ª, el visitante que entra en Tirteafuera, un pueblo peque?o ubicado al sur de Ciudad Real (y que es pedan¨ªa a su vez de Almod¨®var del Campo, del que dista poco m¨¢s de tres kil¨®metros), aspira enseguida la atm¨®sfera especial que destilan los pueblos donde apenas llega nadie y su entorno rebosa una pureza primitiva. Pasear por las calles de Tirteafuera al mediod¨ªa es como penetrar dentro del Quijote: las casas sencillas, hechas de adobe como anta?o, posadas sobre una colina majestuosa en la que se eleva la torre de una iglesia, verdaderamente sobria y atractiva, son como pinceladas de una p¨¢gina perge?ada y bru?ida por los dedos de Cervantes. Uno pasea tranquilo por las calles y un pu?ado de r¨®tulos (Dulcinea, Rocinante, ?nsula Barataria, Sancho Panza) le van saludando y traslad¨¢ndole, a la vez, a una dimensi¨®n en la que ya no existe el tiempo, y una paz literaria, ancestral, lo inunda todo.
Huertos y bodegas
Por el costado oriental del n¨²cleo urbano, entre hazas de trigo y huertos apacibles, brota un carreter¨ªn que va a Almod¨®var del Campo, municipio ubicado al sur de Puertollano, que abriga en su seno casi ocho mil habitantes, cuyo t¨¦rmino municipal (segundo de la pen¨ªnsula en extensi¨®n) se adentra en el Valle Alcudia, Sierra Morena y el Campo de Calatrava. El viajero que llega al pueblo desde Tirteafuera, con el alma embriagada de literatura, no debe dejar de visitar, entre otros rincones, la casa de la Marquesa, la Plaza Mayor, en la que se alza el edificio del ayuntamiento -el m¨¢s elegante quiz¨¢ de la provincia- , y la iglesia de Nuestra Se?ora de la Asunci¨®n, cerca de la cual se ubica la casa donde naci¨® San Juan de ?vila en el a?o 1500. El viajero cruza un d¨¦dalo de calles para llegar a un parque luminoso, frente al cual se levantan, cercenadas por las nubes, varias bodegas antiqu¨ªsimas de vino, alguna de ellas remozada hace unos a?os, como Bodegas Carri¨®n, en cuyo patio se re¨²nen los parroquianos los d¨ªas de fiesta para charlar y tomar el aperitivo.
La gastronom¨ªa del pueblo es muy enjundiosa, y entre los platos t¨ªpicos del lugar destacan las migas manchegas y el tiznao (hecho a base de bacalao, patatas cocidas, ajo y cebolla), comidas tradicionales de la zona que el viajero podr¨¢ degustar sin prisa alguna en el mes¨®n Gallardo Vizca¨ªno, en una de cuyas estancias, cruzando un patio, se encuentra la Biblioteca Cervantina, con m¨¢s de quinientas ediciones de El Quijote, destacando entre ellas una traducci¨®n francesa editada en el a?o 1625. Al salir del mes¨®n, justo enfrente, en una plaza, se halla el hermoso Teatro Municipal, construido en el a?o 1845 y remodelado no hace mucho tiempo.
Tras tomar una calle paralela a la del teatro, el viajero va dejando el pueblo atr¨¢s y, a trav¨¦s de un carreter¨ªn serpenteante, asciende sin prisas hacia la ermita de Santa Br¨ªgida, ubicada en una colina: mirador perfecto para contemplar el valle y la silueta del pueblo, un suave enjambre de amapolas fundidas con la nieve de la luz, flanqueado en el norte por dos volcanes misteriosos, la Laguna y los Molinos. El viajero respira una paz primaveral mientras desciende tranquilo la colina y, luego, bordea Almod¨®var del Campo por el sur para dirigirse a Veredas, una pedan¨ªa, en la cual sobresale la estaci¨®n del ferrocarril, a la que, antes, llegaban centenares de reba?os procedentes del norte para pastar en el Valle de Alcudia. Y en el coraz¨®n solitario de ese valle se adentra la nacional 420, tras rozar Brazatortas por su esquina suroeste y sobrepasar, despu¨¦s, el puerto Pulido.
El asfalto saja, al final, un espacio m¨ªtico donde pastan miles de ovejas vigiladas desde el hondo celeste por decenas de aguiluchos, buitres leonados, grajillas y otros c¨®rvidos. Tambi¨¦n sobrevuela este espacio natural incontaminado la esquiva cig¨¹e?a negra. La silueta del AVE atraviesa el silencio del llano en dos segundos, y el viajero prosigue unos kil¨®metros hacia el sur, hasta que se desv¨ªa en el 129 y busca un atajo que se abre a la derecha, una pista de tierra, bastante amplia y bacheada, que le lleva a la Venta de In¨¦s, donde Cervantes ubica una escena de Rinconete y Cortadillo. El paisaje es hermoso, la llanura cede el sitio a Sierra Morena y el amarillo de los pastos va siendo engullido por el gris de las encinas. La venta de In¨¦s queda a la diestra del camino, a unos ocho kil¨®metros de la carretera, regentada por un hombre afable que parece extra¨ªdo de una novela cervantina y que cuenta an¨¦cdotas y detalles pintorescos del curioso lugar que habita desde hace d¨¦cadas. En el corral de la hist¨®rica fonda a¨²n siguen creciendo dos moreras con m¨¢s de quinientos a?os, que, en su d¨ªa dieron sombra seguramente, como por aqu¨ª se comenta, al autor del Quijote.
De la venta de In¨¦s surge una ruta interesante que lleva al viajero, a trav¨¦s de la espesura, traspasando un t¨²nel de un kil¨®metro de longitud, a las fantasmales Minas del Horcajo: un rinc¨®n apartado del mundo, aislado en el tiempo, donde algunos vecinos han recuperado antiguas casas. A quien llega aqu¨ª s¨®lo le queda dar la vuelta, regresar por el viejo t¨²nel del ferrocarril y tomar un camino (una pista forestal) que le lleva de nuevo a la nacional 420. Una vez toma ¨¦sta, gira hacia la izquierda y llega al desv¨ªo que conduce a la Bienvenida, una aldea peque?ita, pedan¨ªa de Almod¨®var. En ella destacan una iglesia del XVII, donde se halla el famoso Cristo de los Pastores, y un pu?ado de ruinas romanas sobre un cerro, abrasadas por el fulgor de la can¨ªcula. Se aconseja al viajero que, antes de volver a casa, compre en el ¨²nico bar que hay en la aldea un queso artesanal del Valle de Alcudia, con ¨¦l llevar¨¢ el aroma de una tierra curtida y pastoreada por el silencio.
? Alejandro L¨®pez Andrada es autor de El ¨®xido del cielo (Ediciones El P¨¢ramo).
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Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Oficina de Informaci¨®n de Almod¨®var del Campo (www.almodovardelcampo.blogspot.com; 926 48 34 49). Corredera, 12. En el Centro Cultural Casa de la Marquesa, donde hay exposiciones y actividades, como encaje de bolillos.
? Turismo de Castilla-La Mancha (www.turismocastillalamancha.com).
? Patrimonio Hist¨®rico de Castilla-La Mancha (www.patrimoniohistoricoclm.es).
Visitas en Almod¨®var
? Iglesia Nuestra Se?ora de la Asunci¨®n.
Plaza de la Constituci¨®n.
? Archivo Municipal. Plaza de la Constituci¨®n, 3. Almacena documentos desde el siglo XVIII.
? Biblioteca Cervantina (926 48 30 01) Glorieta del Carmen, 3. En el Mes¨®n Gallardo Vizca¨ªno.
La biblioteca con m¨¢s de quinientas ediciones de El Quijote pertenece a la familia Palmero. Para visitarla hay que pedir permiso en el mes¨®n, abierto de 12.00 a 1.00.
? Bodega Carri¨®n. Calle del Jard¨ªn, s/n. Antigua bodega que mantiene su decoraci¨®n original y vende vinos de la zona.
? Ermita de Santa Br¨ªgida. Situada a las afueras del pueblo, ofrece unas buenas vistas de Almod¨®var.
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