Los enfadados
La profesi¨®n de torero es una labor muy seria. Preguntado una vez El Viti por un aficionado la raz¨®n por la que nunca sonre¨ªa en sus actuaciones, replic¨® que en el ruedo est¨¢ la vida en juego y no cree que haya ning¨²n profesional capaz de bromear cuando la muerte pasa a su lado. Pero una cosa es la seriedad y otra, estar enfadado sobre la arena.
El coso de Illumbe no es la habitual plaza festiva por la que circulan los toreros en este mes de agosto. Aqu¨ª no hay charangas, no hay pe?as cantando ni cazuelas con meriendas de cuchillo y tenedor. El donostiarra es otro ambiente. Elegante, deseoso de ver a los toreros y con la amabilidad de quien acude a ver un espect¨¢culo. La corrida de ayer fue cuesta abajo, con tres toros finales que rompieron el buen tono inicial y, a¨²n as¨ª, el p¨²blico aplaudi¨® con mucha fuerza a los actuantes en su despedida.
El Juli pareci¨® siempre enfadado. Hasta cuando lo hizo bien. En su primer enemigo, un encastado toro de El Ventorrillo, altern¨® buenos y malos momentos. Quiso, apret¨®, pero no siempre pudo. S¨ª, cuando sac¨® unos naturales con emoci¨®n y t¨¦cnica. No, cuando el morlaco le desbord¨® al intentar de nuevo el toreo con la izquierda ni cuando intent¨® un desplante. Entonces, ech¨® mano del arrim¨®n. Meritorio. El madrile?o lo hizo todo con el gesto de la batalla perdida, de estar luchando contracorriente. Hasta al irse de la cara del toro hizo un gesto de desencanto.
Fue obligado a saludar en sus dos toros. Serio. Cara de derrota, ?de frustraci¨®n tal vez? Un torero insatisfecho.
Manzanares decidi¨® seguir esa postura. Le pidieron con fuerza una oreja en el tercero, pero el presidente no vio mayor¨ªa. Los peticionarios, enfadados con el palco. A silbidos. Manzanares salud¨® a rega?adientes y priv¨® de la vuelta al ruedo a quienes se hab¨ªan esforzado con el pa?uelo en la mano y dando voces al us¨ªa. El alicantino, montera en mano, serio, ni una mueca. Despreciando el premio de la vuelta al ruedo, que seg¨²n el reglamento tambi¨¦n es un trofeo.
En este caso, Manzanares ten¨ªa razones para estar algo enojado. El tercer toro de El Ventorrillo fue bueno y siempre estuvo por encima de un diestro cargado de dudas.
Abr¨ªa el cartel Enrique Ponce, sonriente y relajado. Sin aspavientos ni gestos gratuitos. Comedido y superando las dificultades de sus dos astados para acabar con una oreja de cada uno en sus manos. El de Chiva no estaba enfadado. Quiz¨¢s por eso el p¨²blico le pidi¨® con tanta fuerza la oreja en el cuarto. Excesivo premio.
Quienes pueden estar contentos son los miembros de la cuadrilla de a pie de Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares. Juan Jos¨¦ Trujillo repiti¨® una excelente actuaci¨®n, como en Vitoria, y Curro Javier estuvo valiente y profesional en su primero con los palos, y tuvo que recibir un oportuno quite de Jos¨¦ Mar¨ªa Tejero, otro de los subalternos que cumple con buena nota casi siempre. Otro apuro importante lo sufri¨® Manzanares, que tropez¨® al llevarse el toro en el tercio de banderillas del cuarto y qued¨® a merced del animal que, por fortuna, patin¨® lo suficiente como para que el alicantino escapase de un percance seguro.
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