El veraneo de ETA
No recuerdo ahora si esta an¨¦cdota se la he contado ya a los lectores (puede ser la amnesia producida por fumar porros, imag¨ªnense a estas alturas, tantos a?os...). Trata de un amigo que dio una charla en Buenos Aires, el tema es lo de menos. Despu¨¦s del acto, una atildada se?ora porte?a de mediana edad se le acerc¨®, la mar de efusiva. Que si la alegr¨ªa de recibir a alguien que ven¨ªa de la Madre Patria, que cuantas ganas ten¨ªa de volver all¨¢. "Porque yo soy etarra, ?sabe usted?". Mi amigo se sobresalt¨® un poco: as¨ª que etarra... Y la se?ora, tan ufana: "?De pura cepa! Y mi marido es etarra tambi¨¦n". Caramba, tambi¨¦n el marido, se inquiet¨® mi amigo. "Claro, etarra por los cuatro costados... ?Como sus padres y abuelos!". Una prosapia terrorista tan antigua ya no parec¨ªa de recibo. Poco despu¨¦s, mi amigo comprendi¨® que para la buena se?ora "etarra" era una antonomasia pintoresca que equival¨ªa a "vasco".
Afortunadamente, hace ya mucho que entre nosotros "etarra" no equivale a "vasco", ni mucho menos a "buen vasco". Y ¨²ltimamente hasta vamos consiguiendo que "vasco" no sea sin¨®nimo de "justificador de etarras o contemporizador con ellos". Yo espero ver el d¨ªa en que hasta los nacionalistas vascos m¨¢s acendrados pierdan cualquier ambig¨¹edad o componenda al respecto. Sin embargo, a¨²n quedan otros malentendidos semejantes circulando, no dir¨¦ que tan grotescos como el de la dama argentina antes mencionada pero tambi¨¦n bastante da?inos, incluso m¨¢s peligrosos porque son menos evidentes. Los recientes atentados de la campa?a veraniega de ETA han vuelto a sacarlos a la luz.
Uno de ellos, y grave, es el de la proclamada "debilidad" de la banda terrorista. Que ETA es hoy much¨ªsimo m¨¢s d¨¦bil pol¨ªticamente que hace 15 ¨® 20 a?os es algo felizmente indudable. Incluso me atrevo a suponer que ya nunca volver¨¢ a tener el peso pol¨ªtico que anta?o usurp¨® y que lleg¨® a ser de primer rango en el Pa¨ªs Vasco, cuando logr¨® ejercer la segunda dictadura militar que padecimos despu¨¦s de la franquista. La larga lucha de los movimientos c¨ªvicos y los pol¨ªticos constitucionalistas m¨¢s consecuentes, jalonada por tantas v¨ªctimas y tanta incomprensi¨®n oportunista, no ha sido en vano. Hoy ya pocos dudan de que impedir que en el Parlamento o en los ayuntamientos se sienten juntos quienes se atienen a los procedimientos democr¨¢ticos y los que pretenden utilizarlos para reforzar la lucha armada no es ilegalizar ideas sino negarse a institucionalizar la complicidad por hipocres¨ªa o estupidez. En Europa, la sentencia de Estrasburgo a este respecto ha corregido afortunadamente la confusi¨®n nefasta que se produjo en el Parlamento de la Uni¨®n tras una iniciativa del Gobierno espa?ol que m¨¢s vale olvidar. Hay motivos para confiar en que la actual alternativa de cambio en Euskadi remachar¨¢ los clavos del ata¨²d pol¨ªtico de ETA.
Pero que la banda asesina est¨¦ pol¨ªticamente d¨¦bil no quiere decir ni mucho menos que haya perdido su capacidad destructiva, extorsionadora y criminal. Por ello resulta equ¨ªvoco mencionar su "debilidad" cuando comete un atentado, porque puede llamar a enga?o a la ciudadan¨ªa sobre la "debilidad" a que nos referimos, como en el asombroso titular que pudimos leer en este mismo diario: "Una ETA m¨¢s debilitada que nunca asesina al inspector Puelles". ?Hombre, por favor! Parece una broma, como decir que encontramos a Mike Tyson debilucho porque flojea cuando se le hacen preguntas sobre Kant. Con su medio siglo reci¨¦n cumplido, ETA a¨²n conserva recursos operativos m¨¢s que temibles, gracias a la Viagra que le procuran quienes pagan impunemente su impuesto de terror y que le permiten adquirir lo ¨²ltimo en tecnolog¨ªa punta del exterminio. Y tambi¨¦n por su habilidad para aprovechar cualquier fallo en la seguridad de los amenazados y de quienes tienen el honroso deber de protegerlos. ETA no ahorra en gastos para matar, como en cambio a veces otros regatean en el alto precio de la seguridad, que vale tanto para cualquier ciudadano como para la Guardia Civil y dem¨¢s defensores profesionales del orden democr¨¢tico.
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