Rosendo y 'el Gasolinas'
El madrile?o desborda Las Vistillas y se reencuentra con colegas de la mili
Rosendo no lo sabe, pero hoy [por ayer] se va a encontrar con alguien que le ha visto en una situaci¨®n comprometida. El Gasolinas se llama el delator, un madrile?o de los de antes que a las 18.00 de ayer merodeaba por el camerino del m¨²sico carabanchelero. El Gasolinas se explica: "Soy de su quinta. Hice la mili con ¨¦l en Canarias. Estoy aqu¨ª para saludarle. Hace 35 a?os que no nos encontramos. Yo le vi con la cabeza rapada". Ah¨ª est¨¢ el dato comprometido: Rosendo sin la melena m¨¢s legendaria, con el pelo rasurado, sirviendo a la patria. Informaci¨®n de primera. Cae la tarde y dentro de unas horas el fundador de Le?o actuar¨¢ por primera vez en su carrera en Las Vistillas, dentro de las castizas fiestas de La Paloma. Rosendo conoce bien la zona, pero de antes de convertirse en el rockero espa?ol de referencia. "Ven¨ªa mucho por aqu¨ª cuando era joven", explica en la caseta de obra-camerino con un cigarro entre los dedos. "Mi mujer viv¨ªa en Plaza de Castilla y yo en Carabanchel, as¨ª que nos ve¨ªamos a mitad de camino y ten¨ªamos los primeros escarceos. Nos compr¨¢bamos una bolsa de patatas, porque no hab¨ªa para m¨¢s, y pas¨¢bamos la tarde haciendo el ganso".
"Salgo a la calle y me pongo de mala leche. Hay zanjas por todos los lados"
Mientras Rosendo recuerda esas inici¨¢ticas citas, El Gasolinas ("llevo ese mote porque ten¨ªa una gasolinera") espera inquieto a pie de camerino. "Era un fiera con la guitarra. Ya tocaba muy bien por la ¨¦poca. Nos hac¨ªa unos conciertos incre¨ªbles. Te estoy hablando de cuando ten¨ªamos 21 a?os, y ahora los dos tenemos 55. Espero que me recuerde. Dile que le conozco del destacamento de Canarias, cuando la Marcha Verde", comenta ilusionado. Son muy frecuentes estas situaciones: gente que se atribuye ser colega de toda la vida del rockero m¨¢s querido. "Por eso no salgo mucho", cuenta el protagonista, "porque siempre acabo en la puerta del ba?o despu¨¦s de ir retrocediendo por toda la barra por la brasa que me dan. Bueno, y tampoco salgo porque ya estamos mayores: me tomo dos cervezas y me pongo tontorr¨®n".
Rosendo se encuentra todo agosto de rodr¨ªguez en su piso de toda la vida, en Carabanchel. Su mujer pasa unos d¨ªas en un pueblo de Burgos, y su hijo, de 33 a?os, ya se independiz¨®. El m¨²sico est¨¢ muy irritado con su ciudad: "Es que salgo a la calle y me pongo de mala leche. Hay zanjas y obras por todos los lados. Una locura". Pasa la mitad de la semana de gira y cuando llega a casa se las arregla como puede: "Soy un negado para cocinar, pero siempre hay una lata de at¨²n a mano".
Llega la hora del concierto y Las Vistillas se llenan de camisetas de Rosendo y de Le?o. La plaza se desborda: unas 5.000 personas, muchas de ellas apenas ven la melena del m¨²sico. Rosendo ofrece un espect¨¢culo rotundo, seco, b¨¢rbaro. Despacha temas de su ¨²ltima gran obra, con un t¨ªtulo muy de la casa, El end¨¦mico embustero y el ingrato pertinaz. Pero deja espacio para piezas de los a?orados Le?o. Suena una versi¨®n cafre de El tren. "Llevo 30 a?os, desde la ¨¦poca de Le?o, sin tocarla, por aquello de no echar mano del recurso f¨¢cil, pero me he bajado de la burra porque la gente me la ped¨ªa siempre", comentaba minutos antes de salir. Para el final deja Agradecido, Maneras de vivir y Navegando. Pasan los a?os y el de Carabanchel, ya con toda su melena encanecida, suena m¨¢s rocoso, rudo y aut¨¦ntico. Un caso ¨²nico.
Y, a todo esto, qu¨¦ fue de El Gasolinas. Pues que por fin se encontr¨® con su amigo el rockero, compa?ero de garita. Se abrazaron y el gasolinero le dijo: "Qu¨¦ tiempos, Rosendo. No paras. C¨®mo has vivido, ?eh? Te acuerdas de las comilonas que nos peg¨¢bamos, con jam¨®n y chorizo... Si tuvieses tiempo nos tom¨¢bamos unas cervezas, pero te veo muy liado. Bueno, machote, nos vemos...". Rosendo sonr¨ªe, se hace unas fotos con ¨¦l y le agradece la visita. Luego, se mete en el camerino. No est¨¢ seguro de haberle reconocido. Otro colega de toda la vida que se marcha agradecido.
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