SIN CIELO PROTECTOR
T¨¢nger quiz¨¢ haya estado embobada con su pasado durante demasiado tiempo. El esplendor de la ciudad en la ¨¦poca internacional parec¨ªa el ¨²nico presente posible. Tangerinos y for¨¢neos miraban la ciudad a trav¨¦s de los ojos de Paul Bowles, ?ngel V¨¢zquez o Mohammed Chukri; y s¨®lo ve¨ªan cielos protectores, vidas perras o panes desnudos. T¨¢nger entr¨® en decadencia casi sin freno, empe?ada en buscar el pasado mitificado s¨®lo encontraba ruinas.
Pero de repente, cuando todos los testigos parec¨ªan mayores y perdidos, cuando los cines se derrumbaban y el teatro Cervantes parec¨ªa ya condenado a la ruina, empez¨® el cambio. Ayud¨® a ese despertar que T¨¢nger se convirtiera en la oficiosa capital estival, donde el Rey Mohamed VI pasa parte del verano. La carretera que lleva a las playas del Atl¨¢ntico, al Cabo Espartel, se asfalt¨® de manera concienzuda; los hoteles volvieron a abrir, con el Malabata a la cabeza, convertido ahora en un resort de cinco estrellas con casino incluido; el paseo mar¨ªtimo de la antigua Avenida de Espa?a (hoy lleva el nombre del actual monarca) se mejor¨®, se ampli¨® y se llen¨® de palmeras; la Plaza del 9 de abril se remodel¨®, tir¨¢ndose las viejas murallas de la vieja Mandubia, y habilit¨¢ndose zonas verdes que antes eran pasto de la basura; las gr¨²as de las inmobiliarias han sustituido las viejas (y casi siempre bellas) casas de la ¨¦poca colonial por edificios de m¨¢s de 10 plantas; una autopista lleva ahora en poco m¨¢s de dos horas a la capital Rabat; un nuevo y gran puerto lejos de la ciudad empieza a funcionar, como punta de lanza a una incipiente industria.
Samir Mechbal: "Los j¨®venes tenemos m¨¢s inquietudes que antes"
Antes de las carreteras y de las fachadas recuperadas, la sociedad empez¨® a cambiar de una manera radical. La clase media, en otros tiempos casi reducida y arrinconada, se hace hoy fuerte y protagonista. La mujer se incorpora con ganas y sin complejos al mundo laboral. En las cafeter¨ªas, donde antes s¨®lo hab¨ªa hombres trag¨¢ndose los d¨ªas a sorbos de t¨¦, ellas comparten ahora mesas con la mayor normalidad.
Hasta el flirteo se hace ahora con menos disimulo. "La sociedad ha cambiado, sobre todo los j¨®venes, que van hacia una modernidad indiscutible, y que no est¨¢n apegados a la tradici¨®n", asegura Fai?al Al Ganduzi, montador de cine que trabaja desde su ciudad natal. La Universidad Abdelmalek Essadi ha permitido la formaci¨®n a esos j¨®venes que antes no ten¨ªan m¨¢s remedio que emigrar a estudiar lejos de casa.
Con estos cambios sociales, la vida cultural se ha visto impulsada. La cita con Tanjazz fue pionera. Una semana de junio con trompetas, bater¨ªas, big bands y solistas llegados de lejos para llenarlo todo de ritmo hasta en los pasacalles que recorren la ciudad. Luego lleg¨® el Festival de Cine de T¨¢nger, que en la pr¨®xima edici¨®n detendr¨¢ su mirada en la presencia de la cultura espa?ola en Marruecos. El certamen tiene como sede el rehabilitado cine Rif, convertido en cinemateca de la ciudad con incesantes actividades todo el a?o.
"Hay cultura por todas partes", asegura Samir Mechbal, un tangerino que trabaja para el festival de cine a caballo entre Madrid y su ciudad. Nombra sin cesar nuevos y viejos festivales de cine, m¨²sica y de teatro que acoge T¨¢nger. "Los j¨®venes tenemos ahora muchas m¨¢s inquietudes que antes. Estamos m¨¢s preparados y tenemos ganas de aprender. Cualquier iniciativa tiene un p¨²blico juvenil garantizado", a?ade.
Las inversiones, la vida cultural y el cambio social han renovado el aire cosmopolita de la ciudad. Muchos extranjeros trabajan o pasan sus d¨ªas de jubilaci¨®n en T¨¢nger. Al colegio e Instituto espa?ol, a la Escuela Americana y al Liceo Franc¨¦s se le ha sumado ahora un colegio belga. Hay dos McDonald's, varios restaurantes especializados en sushi y hasta un Relais de Par¨ªs que sirve cocina francesa. "Nuestra situaci¨®n geogr¨¢fica hace que seamos extranjeros de nosotros mismos", cuenta Fai?al en una pausa de su actividad de montaje. "Se ve en c¨®mo hablamos. Nuestra darija [¨¢rabe dialectal] est¨¢ llena de palabras extranjeras, cosa que no pasa en el resto de Marruecos".
T¨¢nger cambia, y tal vez en su cambio est¨¦ recuperando la esencia de la que fue su gloria.
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