El hombre bi¨®nico est¨¢ lejos
Los trasplantes ganan peso frente a las pr¨®tesis inteligentes - El futuro para los amputados est¨¢ en la fusi¨®n de m¨¢quina, cuerpo y mente - Pero los ¨²ltimos avances en implante de ¨®rganos vivos tienen a¨²n m¨¢s ventajas
El hombre bi¨®nico tendr¨¢ que esperar. Cuando todo parec¨ªa predestinado a que las m¨¢quinas fueran el sustituto natural de los ¨®rganos o extremidades perdidas, nuevos avances en las t¨¦cnicas de conexi¨®n de nervios y capilares dan un nuevo impulso a los trasplantes. Complementarias o competidoras, el futuro no ser¨¢ tanto del hombre-m¨¢quina como del hombre-puzzle.
En 2001, Jesse Sullivan se convirti¨® en el primer amputado capaz de manejar un brazo mec¨¢nico con el impulso de su mente. Sullivan fue el primer paciente en someterse a una t¨¦cnica experimental que remite directamente a esa idea tan exprimida por los relatos de ciencia ficci¨®n de la fusi¨®n entre el hombre y la m¨¢quina. Sus nervios se conectaron a unos electrodos que controlan los movimientos de una sofisticada (y aparatosa) pr¨®tesis. Gracias a ella, piensa en una acci¨®n y su nuevo brazo, mano y dedos la ejecutan, ya sea coger un vaso o abrir una puerta. Existe una continuidad entre las conexiones nerviosas y unos sensores que se dirigen a unos microprocesadores que traducen al brazo las se?ales que ordena el cerebro. El brazo se ha convertido en una extensi¨®n de su cuerpo, lo que le convirti¨® en el primer hombre bi¨®nico del mundo.
Jesse Sullivan fue el primer paciente en utilizar una extremidad artificial
La pr¨®tesis no suple un 10% de la pericia de un brazo, explica un experto
El deseo de recuperar una figura humana completa alienta el trasplante
El rechazo es el mayor problema en caso de miembros donados
Esta t¨¦cnica representa toda una revoluci¨®n frente a las limitaciones de las pr¨®tesis actuales que ofrece el mercado. Pero, ?tanto para suponer el fin de los trasplantes de brazo, la otra gran opci¨®n que la ciencia ofrece a los pacientes amputados? Los especialistas no lo tienen tan claro. Pese a ser muy prometedora, esta tecnolog¨ªa, denominada de reinervaci¨®n muscular selectiva, presenta limitaciones en funci¨®n de las caracter¨ªsticas del paciente y est¨¢ a¨²n lejos de llegar a los estantes de las tiendas de ortopedia. Y, pese a los importantes efectos secundarios de la medicaci¨®n que tienen que tomar de por vida los pacientes injertados o la dureza del tratamiento de rehabilitaci¨®n para desarrollar la movilidad de las nuevas extremidades, la opci¨®n del trasplante representa una soluci¨®n para cada vez m¨¢s personas. En todo caso, la respuesta pasa por analizar el riesgo y el beneficio que aportan ambas opciones; y por ajustarse al perfil del paciente y sus necesidades.
De entrada, con un solo brazo, una persona se puede manejar bastante bien, por lo que "la ¨²nica indicaci¨®n de trasplante de antebrazos o por encima del hombro es el bilateral", a juicio del coordinador de la Organizaci¨®n Nacional de Trasplantes (ONT), Rafael Matesanz. Por ello, para la ONT, entidad que supervisa este tipo de intervenciones, los candidatos ideales a un trasplante ser¨ªan pacientes que hubieran perdido los dos brazos, "algo que no pasa, por ejemplo, en pa¨ªses donde el peso de la sanidad privada es mayor y no existen estas consideraciones", como por ejemplo en los Estados Unidos, "donde s¨ª se han producido injertos unilaterales de brazo".
?Qu¨¦ le puede aportar a un paciente un doble trasplante que no ofrezcan las pr¨®tesis? Por un lado, y a medio plazo, recuperar una mayor movilidad, especialmente, la referida a la mano y dedos, aunque sea limitada. Sobre todo cuando el mu?¨®n est¨¢ por encima del codo "las pr¨®tesis de hoy en d¨ªa no suplen ni un 5% o 10% de las habilidades de un brazo normal", apunta Ram¨®n Zambudio, especialista en medicina f¨ªsica y rehabilitaci¨®n y coordinador de la Unidad de Pr¨®tesis y ?rtesis del Hospital Virgen de las Nieves (Granada).
Pero, adem¨¢s, hay otro aspecto al que los pacientes otorgan una gran importancia: el deseo de recuperar una figura humana completa. Volver a tener unos brazos parecidos a los que se perdieron (al buscar donante se tienen en cuenta condiciones como el sexo, unas proporciones y un tono de piel similares al receptor) representa un importante aliciente psicol¨®gico.
Sin embargo, existen tambi¨¦n importantes inconvenientes. En primer lugar, est¨¢n los riesgos que implica toda intervenci¨®n quir¨²rgica. Y un trasplante de este tipo no es cualquier operaci¨®n. Suelen ser cirug¨ªas largas y muy laboriosas que consisten en conectar venas, arterias, nervios, m¨²sculos, piel y huesos, lo que puede durar m¨¢s de 11 horas.
Adem¨¢s, los pacientes deben estar dispuestos a asumir la "tit¨¢nica" tarea, como la define Matesanz, de someterse a una larga y exigente rehabilitaci¨®n para recuperar la mayor movilidad posible. El proceso es lento porque los nervios del paciente deben de extenderse a lo largo del nuevo miembro hasta establecer nuevas conexiones con los m¨²sculos y el ritmo de crecimiento ronda el mil¨ªmetro por d¨ªa. En injertos por encima del codo, lo primero que inerva son los m¨²sculos que se insertan en la parte final del antebrazo. De ah¨ª que lo habitual es que el primer movimiento que realizan los trasplantados consiste en doblar el codo. Poco a poco llegan los movimientos m¨¢s finos, cuando las nuevas ramificaciones nerviosas alcanzan los m¨²sculos de las manos. Alba, una mujer de origen colombiano a quien el cirujano Pedro Cavadas trasplant¨® los antebrazos en diciembre de 2006 en el hospital La Fe de Valencia, ya ha recuperado el movimiento de dedos. A?o y medio despu¨¦s de la intervenci¨®n, en junio del a?o pasado, la paciente demostr¨® que era capaz de coser con lentitud un bot¨®n con sus nuevas manos.
Este proceso de recuperaci¨®n var¨ªa en funci¨®n de los pacientes. De ah¨ª que se produzcan sorpresas, como ha sucedido con Pedro Jim¨¦nez, intervenido tambi¨¦n por Cavadas en noviembre del a?o pasado, que ha empezado a mover el brazo "antes de lo que tocaba", como destaca Matesanz.
A la intervenci¨®n y la rehabilitaci¨®n se suma otro inconveniente: la medicaci¨®n inmunosupresora. Como sucede con cualquier otro trasplante, el cuerpo reacciona rechazando todo elemento extra?o. Para evitar esta circunstancia, se administra al paciente un tratamiento que debilita sus defensas. Lo habitual es que se administren primero dosis elevadas para, progresivamente, ir rebajando la medicaci¨®n hasta alcanzar un punto de equilibrio que mantenga a raya el rechazo. Peso estas sustancias, que el paciente deber¨¢ tomar toda su vida, son t¨®xicas y producen importantes efectos secundarios. Este trasplante en particular es especialmente susceptible al rechazo, aunque tambi¨¦n presenta ventajas. Al ser perfectamente visible (al contrario de los ¨®rganos internos trasplantables) cualquier s¨ªntoma que apunte a una crisis de rechazo (cambio de color, de textura) es f¨¢cilmente observable.
Hay especialistas que consideran que a¨²n hay margen en la mejora de la compatibilidad de tejidos y numerosos ensayos trabajan en esta direcci¨®n. Existen ensayos en los que se ha combinado el trasplante con una infusi¨®n de linfocitos (las c¨¦lulas responsables de la respuesta inmunitaria) obtenidos de la m¨¦dula del donante. La idea es inducir cierta tolerancia hacia el ¨®rgano injertado. En el horizonte est¨¢ la quimera de la inmunotolerancia, es decir, dar con la f¨®rmula que permita que el receptor acepte el nuevo brazo, pulm¨®n, coraz¨®n o ri?¨®n como propio.
Hasta que esto llegue (si alg¨²n d¨ªa se consigue) la otra gran esperanza est¨¢ en la reinervaci¨®n muscular, desarrollada por Todd A. Kuiken y su equipo del Instituto de Rehabilitaci¨®n de Chicago. Basta con teclear "Jesse Sullivan" en YouTube para observar la destreza que ha alcanzado este electricista de 62 a?os en el uso de su brazo bi¨®nico. En una primera grabaci¨®n colgada hace tres a?os, se le puede ver mover con cierta torpeza la pr¨®tesis que tiene por brazo izquierdo. Existe otro v¨ªdeo m¨¢s reciente, de febrero de este a?o, en el que aparece con un modelo m¨¢s perfeccionado que recuerda a primera vista al brazo de C3-PO, el del famoso androide de protocolo de La Guerra de las Galaxias, pero en lugar de dorado, es plateado y negro. La nueva pr¨®tesis no s¨®lo se ha estilizado en su dise?o, sino que permite movimientos m¨¢s finos, como poner una pinza en una varilla met¨¢lica.
Detr¨¢s de este aparato hay una sofisticada combinaci¨®n de electr¨®nica, inform¨¢tica, rob¨®tica y cirug¨ªa. En esencia, la t¨¦cnica consiste en transferir al pecho los nervios residuales del mu?¨®n que controlaban el brazo, donde se unen a grupos musculares pectorales. Estos m¨²sculos sirven de amplificador biol¨®gico de los nervios resituados y van conectados a unos sensores que recogen la se?al el¨¦ctrica. La funci¨®n de estos sensores consiste en transmitir la se?al producida por los m¨²sculos pectorales y dirigirla a un microprocesador, que, a su vez, la convierte en una orden que ejecuta el brazo bi¨®nico.
Un ejemplo. El nervio mediano es el que da la orden de cerrar la mano. Si se transfiere al m¨²sculo pectoral, cuando el paciente piensa en cerrar la mano, se contrae la zona muscular del pectoral reinervada por el nervio mediano. Un dispositivo conectado para captar la se?al el¨¦ctrica muscular la recoge y activa el motor de cierre de mano de la pr¨®tesis. Todo este procedimiento se puede observar (literalmente) en los v¨ªdeos de Jesse Sullivan. Al mover el brazo, los sensores situados en su pecho bailan al ritmo de las contracciones pectorales que gu¨ªan las articulaciones del brazo bi¨®nico.
En febrero, el Journal of the American Medical Association (JAMA) public¨® un art¨ªculo que aval¨® esta tecnolog¨ªa de futuro. El texto analiz¨® la movilidad de cinco pacientes con pr¨®tesis bi¨®nicas frente a otros cinco no amputados. Comprob¨® que la reinervaci¨®n permite hasta 10 tipos de movimientos y destac¨® especialmente las habilidades adquiridas en codo y mu?eca. En un editorial publicado en el mismo n¨²mero, Gerald E. Loeb, de la Universidad de Southern California, se refiri¨® a esta tecnolog¨ªa como "prometedora y llena de posibilidades de mejoras cl¨ªnicas y tecnol¨®gicas". Y aunque "avanza lentamente, sus efectos son profundos". Zambudio sostiene que la reinervaci¨®n "supondr¨¢ un cambio fundamental en la utilidad de las pr¨®tesis de miembro superior, especialmente en niveles de amputaci¨®n por encima del codo".
La distancia entre las habilidades que se esperan alcanzar con estas pr¨®tesis, incluido el tacto, y las que ofrece la tecnolog¨ªa actual es sideral. Especialmente cuando s¨®lo falta un brazo y por encima del codo, "las pr¨®tesis convencionales pr¨¢cticamente no sirven para nada", apunta el especialista en rehabilitaci¨®n del hospital Virgen de las Nieves, "s¨®lo resuelven el problema est¨¦tico". Y si la amputaci¨®n es de antebrazo, aporta algo m¨¢s de posibilidades, pero no mucho.
Frente a los modelos tradicionales -una especie de brazos pl¨¢sticos parecidos a los de un maniqu¨ª en los que un cable met¨¢lico responde al movimiento del hombro contrario que activa un gancho en el extremo- hay otro tipo de aparatos, que se activan mediante un motor el¨¦ctrico. En este caso, el paciente ha de aprender a controlar los m¨²sculos del mu?¨®n conectados a unos electrodos que activan el motor de apertura y cierre de la mano. Es m¨¢s c¨®modo, pero el movimiento es, con distintas variantes, bastante torpe, seg¨²n Zambudio.
Por ello, en personas que han perdido los dos brazos, y hasta que se perfeccione la pr¨®tesis bi¨®nica, el trasplante puede ser una opci¨®n para aquellos dispuestos a asumir los inconvenientes que lleva aparejados.
?Y las piernas? Aqu¨ª el debate est¨¢ algo m¨¢s claro. Su funci¨®n principal es la sustentaci¨®n, y las pr¨®tesis la cubren bastante bien. Incluso cuando se trata de hacer deporte, como demuestran las extremidades de fibra de carbono del atleta surafricano Oscar Pistorius. Con todo, el cirujano valenciano Pedro Cavadas tiene en mente un trasplante a pesar de que, por un lado "tienen pocas indicaciones porque las pr¨®tesis funcionan muy bien" y por otro, los reimplantes no han dado buenos resultados, como coment¨® hace unas semanas al referirse a la cuesti¨®n. Hasta el momento, no se ha hecho ninguno. "Quiz¨¢s en un caso muy particular, muy justificado y en una doble amputaci¨®n se podr¨ªa considerar", reflexiona Matesanz, "pero habr¨ªa que estudiar muy bien el balance riesgo beneficio".
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