M. Hulot y los submarinos nazis
Transatl¨¢nticos de lujo, una antigua base naval de la II Guerra Mundial, playas cinematogr¨¢ficas y encuentros literarios. La villa portuaria en la desembocadura del Loira es una caja de sorpresas
Los aviones aliados bombardearon incesantemente durante el a?o 1943 la base de submarinos nazis U-Boot emplazada en el puerto franc¨¦s de Saint-Nazaire, pero tuvieron que hacerlo desde gran altura debido a la fuerte defensa antia¨¦rea. Resultado: casi quinientos civiles muertos, el 80% de la ciudad destruida y la mole de la base (480.000 metros cuadrados de hormig¨®n) casi intacta. Hoy, los impresionates locales de la base han perdido su temible uso para transformarse en singulares espacios culturales. Y la ciudad renacida de sus cenizas alberga los astilleros que han construido el transatl¨¢ntico m¨¢s grande del mundo, el Queen Mary 2, y es sede de una de las instituciones literarias m¨¢s prestigiosas de Francia: el MEET, la Maison des ?crivains ?trangers et des Traducteurs (la Casa de Escritores Extranjeros y de Traductores), cuyo director literario es el novelista Patrick Deville.
Tintin pas¨® por el puerto en el ¨¢lbum 'Las siete bolas de cristal'
Saint-Nazaire est¨¢ emplazado en la vasta desembocadura del r¨ªo Loira, cerca de la ciudad de Nantes, antiguo puerto negrero al que llegaban las riquezas obtenidas con la trata de esclavos entre ?frica y Am¨¦rica. Una instalaci¨®n del escultor Jean-Claude Mayo conmemora la abolici¨®n de la esclavitud a orillas del r¨ªo. Al otro lado del puente levadizo que atraviesa la d¨¢rsena de la base submarina se alza el rascacielos en el que est¨¢ el MEET. Por sus apartamentos o por los encuentros literarios que organizan anualmente en los locales de la base han pasado autores de todo el mundo. Franceses como Pierre Michon, italianos como Claudio Magris o Antonio Tabucchi, espa?oles como Enrique Vila-Matas o Luis Goytisolo, chilenos como Luis Sep¨²lveda, norteamericanos como Jerome Charyn, turcos como Orhan Pamuk o cubanos como Leonardo Padura o Reynaldo Arenas, quien durante su estancia en Saint-Nazaire en 1990, pocos meses antes de su suicidio, escribi¨® el libro Meditaciones de Saint-Nazaire, que el MEET public¨® en edici¨®n biling¨¹e.
Pero las referencias culturales no se limitan a la literatura en esta villa, cuya arquitectura con aires de maqueta produce el enga?oso efecto de carecer de historia. Al contrario, el viajero puede encontrar un peque?o dolmen a pocos metros de los multicines situados frente a la base submarina, aperitivo del monumental t¨²mulo prehist¨®rico de Dissignac, cuya loma cubierta de hierba, construida hace cuatro mil a?os, antes incluso de que los egipcios levantaran sus pir¨¢mides, se alza apenas a cinco kil¨®metros.
Siguiendo la carretera de la costa, direcci¨®n al mar, se llega tambi¨¦n a la playa de Saint Marc, en la que el realizador Jacques Tati rod¨® uno de los filmes cl¨¢sicos del cine franc¨¦s: Las vacaciones de Monsieur Hulot. Una escultura frente a la arena reproduce la imagen de Tati encarnando al se?or Hulot, en su cl¨¢sica postura: las dos manos apoyadas en los ri?ones, la pipa en la boca, el sombrerito min¨²sculo bien calado y el cuerpo inclinado hacia adelante en gesto curioso que tiene tanto de infantil como de amable entrometido. La recoleta playa entre las piedras, con el hotelito al fondo, sigue teniendo el mismo aspecto familiar del filme, la mayor parte de cuyos protagonistas fueron vecinos del lugar. Tambi¨¦n Herg¨¦, el creador de Tintin, eligi¨® el puerto de Saint-Nazaire como escenario de algunos pasajes de su ¨¢lbum Las siete bolas de cristal.
Dentro de la base de submarinos, los amantes de la navegaci¨®n encontrar¨¢n adem¨¢s la r¨¦plica de la vida a bordo de un transatl¨¢ntico de lujo y podr¨¢n visitar el interior del submarino franc¨¦s L'Espadon, que patrull¨® los mares en plena Guerra Fr¨ªa. Mientras, en el vecino barrio del Petit Maroc, las figuras desgarradas y violentas del escultor y pintor Olivier de Sagazan pueblan su taller como fantasmas del pasado empe?ados en recordar al visitante lo fr¨¢gil que puede llegar a ser la apacible fachada tur¨ªstica del Saint-Nazaire actual.
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