Sangre, grandeza, torer¨ªa
La tarde fue una agitada tormenta de sensaciones. Que nadie se mueva, atenci¨®n preferente al ruedo, conmoci¨®n, arrebato, entusiasmo, admiraci¨®n y dolor. Sangre, grandeza y torer¨ªa en una corrida para el recuerdo, para la emoci¨®n contenida, en la que la tauromaquia volvi¨® a alcanzar el esplendor que la ha hecho grandiosa a trav¨¦s de la historia.
La sangre la derramaron Luis Bol¨ªvar y su subalterno Gustavo Garc¨ªa, a quienes el tercer toro, un aut¨¦ntico marrajo por el pit¨®n izquierdo, los corne¨® con sa?a. Al maestro lo volte¨® de manera espeluznante cuando tom¨® la muleta con la zurda despu¨¦s de una extraordinaria labor de derechazos largos y sentidos; consider¨® Bol¨ªvar que deb¨ªa probar por la izquierda a sabiendas del inminente peligro y le falt¨® la picard¨ªa para evitar la cogida que se masticaba en los tendidos. All¨¢ que se lo llevaron a la enfermer¨ªa con la pierna derecha ensangrentada por dos cornadas de 20 y 30 cent¨ªmetros de pron¨®stico grave. Al subalterno le infiri¨® una cornada seca en el escroto en un regate mal¨¦volo, de pron¨®stico menos grave.
El Pilar / S¨¢nchez, Tom¨¢s, Bol¨ªvar
Toros de El Pilar, correctos de presentaci¨®n, mansos, descastados, complicados. Noble el lidiado en quinto lugar.
Manolo S¨¢nchez: pinchazo, estocada -aviso- (ovaci¨®n); seis pinchazos y bajonazo -aviso- (ovaci¨®n que recoge la cuadrilla de Bol¨ªvar); estocada tendida y trasera -aviso- y un descabello (oreja)
Jos¨¦ Tom¨¢s: pinchazo, estocada tendida y baja -aviso- (oreja); estocada (dos orejas); dos pinchazos y estocada (ovaci¨®n).
Luis Bol¨ªvar: cogido durante la faena de muleta del tercer toro.
Plaza de la Malagueta. Sexta corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".
La grandeza, elevada a la m¨¢xima cumbre, correspondi¨® a Jos¨¦ Tom¨¢s
La grandeza, elevada a las m¨¢s altas cumbres, correspondi¨® a Jos¨¦ Tom¨¢s. En tiempos de la mediocridad reinante es una verdadera delicia admirar a un torero aut¨¦ntico, heroico, artista de pies a cabeza, con una inteligencia deslumbrante, con una t¨¦cnica abrumadora, con un sentido fuera de lo com¨²n del riesgo, de la quietud, del se?or¨ªo y del empaque. Porque Jos¨¦ Tom¨¢s, ayer, en M¨¢laga, fue un torero enciclop¨¦dico en tarde plet¨®rica, dominador y seguro en todo momento; hondo y puro siempre; con capote y muleta. Porque, quiz¨¢, lo m¨¢s grande, ayer, fue su magisterio, la seguridad, el amor propio; la viva imagen de un maestro macerado por el tiempo, que hizo de su toreo un monumento, y grandeza misma de su forma de andar en la cara del toro, de las pausas y los desplantes. Mat¨® tres toros por la cogida de Bol¨ªvar y fueron tres grandes lecciones de entrega, dominio, profundidad y hondura.
El toreo a la ver¨®nica con el que recibi¨® a los dos primeros fue un compendio de gracia, temple y emotividad. ?Qu¨¦ forma de mover los brazos y la cintura para embeber a los toros en una sinfon¨ªa inacabada...! Y las faenas de muleta, dos clases magistrales distintas, pero majestuosas y solemnes. El primero carec¨ªa de fijeza, embest¨ªa con la cara alta y su recorrido era corto. Pero no parecen defectos tan graves cuando est¨¢ delante un genio que hipnotiza a sus oponentes, les ense?a el camino y los envuelve en su toreo. Quieta la planta siempre, colocaci¨®n perfecta, en el terreno preciso, y surgen, como si fuera pura magia, los trincherazos ce?idos, los preciosistas cambios de manos, el derechazo largo, largo y la emoci¨®n total de unas ce?id¨ªsimas manoletinas. Todo, un modelo de perfecci¨®n; tanto es as¨ª que el toro muere con una condici¨®n diferente a la que naci¨® por obra y gracia de un prestidigitador admirable.
Si ¨¢spero y brusco fue ese primero, malo de solemnidad parec¨ªa el cuarto. Y otra vez, con la serenidad, el temple y la autenticidad, Jos¨¦ Tom¨¢s se adue?¨® del toro, lo fue embebiendo en la muleta y sus tandas de derechazos brotaron como por ensue?o y la plaza enloqueci¨® ante la sucesi¨®n de retazos art¨ªsticos surgidos de una mu?eca prodigiosa. Quedaban, sin embargo, naturales excelsos, ayudados, trincherazos enormes y el pase de las flores antes de que los tendidos se poblaran de blanco y las dos orejas fueran a parar a sus manos. A¨²n quedaba el ¨²ltimo, al que recibi¨® de forma primorosa a la ver¨®nica con una rodilla en tierra, y se luci¨® de manera esplendorosa en un quite sencillamente magistral de tres ver¨®nicas y media de cartel. El animal se vino abajo en el tercio final y todo qued¨® en un intento bald¨ªo.
Y queda un recuerdo muy especial para dos toreros. El primero, Domingo Navarro, tercero de la cuadrilla de Bol¨ªvar, un grandioso torero, referencia del toreo actual, primoroso en los quites a los compa?eros y con las banderillas. El segundo, Manolo S¨¢nchez, el tercero en discordia, torero que sustituy¨® a El Fundi, se luci¨® ante el noble quinto, especialmente por el lado derecho.
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