La policía revienta otros cuatro 'zulos' y corta el suministro a los 'comandos'
ETA tiene blindados y abastecidos a dos grupos, autores de los últimos ataques
ETA ha perdido en apenas dos días el ingente material asesino que ocultaba en siete zulos que estaban a cargo de los tres terroristas detenidos el miércoles en una estación de esquí de los Alpes. El hallazgo ayer de cuatro escondites, todos cercanos a la frontera, ha cortado las líneas de suministro de los comandos, según fuentes de la lucha antiterrorista. Sin embargo, estas fuentes precisan que el riesgo de atentado permanece intacto, ya que aseguran que al menos dos comandos están "blindados" por la banda, es decir, supuestamente a salvo de infiltraciones y seguimientos y, sobre todo, abastecidos de material. Uno lo sitúan en Vizcaya y se le achaca el atentado contra la casa cuartel de Burgos. El otro es el que habría ejecutado la cadena de atentados de Mallorca.
Los agentes alquilaron un apartamento en el bloque de los etarras
Los siete escondites, repletos de material para bombas lapa, explosivos y armas, no fueron localizados porque cantaran su ubicación los detenidos. Fueron encontrados gracias a los 15 días de subrepticio seguimiento al que fueron sometidos los etarras por agentes de la Subdirección Antiterrorista de la policía francesa (SDAT) y de la Comisaría General de Información espa?ola. Los policías incluso llegaron a alquilar un apartamento en el bloque de Le Corbier-Villarembert donde vivían Aitzol Etxaburu, Alberto Machain y Andoni Sarasola.
Eso, y el dispositivo camuflado en las calles permitió seguirlos hasta varias localidades francesas. Las fuentes indican que sólo pudieron seguirlos hasta donde aparcaban los coches -en peque?as localidades junto a zonas boscosas- y hasta los senderos donde se introducían a pie. Luego, cada zulo hubo que buscarlo con batidas sobre el terreno. Y han encontrado siete.
Los cuatro escondrijos de ayer, cuyo contenido total todavía estaba pendiente anoche del recuento y pesaje total del material, albergaban al menos otras tres bombas lapa, cordón detonante, 15 pistolas (la mayoría procedentes del robo de la armería de Vauvert, en octubre de 2006, en mitad de la última tregua de ETA) y más de 1.000 cartuchos para éstas.
Todo este material, más el localizado en los otros tres zulos hallados el miércoles y el jueves, ya no llegará a los comandos. Los investigadores insisten en que, con estos golpes, ha quedado cortado el suministro a los comandos y que las líneas de abastecimiento tardarán en ser recompuestas. La esperanza ahora es poder penetrar en los ordenadores incautados a los detenidos a fin de conocer qué material ha sido ya distribuido, a quiénes y también cómo les fue entregado para su custodia a los etarras.
Sin embargo, como todas las buenas noticias en asuntos de antiterrorismo, ésta tiene un pero. Los investigadores aseguran que la banda conserva un comando intacto en Vizcaya, compuesto por unas cinco personas muy experimentadas. Se les adjudica el atentado contra la casa cuartel de Burgos, el 29 de julio; el asesinato con bomba lapa que costó la vida en Arrigorriaga al inspector de policía Eduardo Antonio Puelles García, y el ataque con coche bomba contra la residencia militar de Santo?a (Cantabria), en el que pereció el brigada del Ejército Luis Conde de la Cruz.
El otro se supone formado por cuatro terroristas, y se habría encargado de los atentados de Mallorca. Dos etarras se habrían encargado de llevar el material en fechas muy anteriores a los atentados y otros dos, un hombre y una mujer, habrían colocado las bombas lapa que mataron el 30 de julio a los guardias civiles Carlos Sánez de Tejada y Diego Salvá y las bombas contra el turismo de Palma. Estos dos comandos se les da por abastecidos y con capacidad para actuar en cualquier momento. Y temen que actúen en reacción a este último golpe.
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