Hildegard Behrens, la gran int¨¦rprete tr¨¢gica de ¨®pera
Madrid no olvidar¨¢ su desgarrador Salom¨¦ en La Zarzuela
La soprano dram¨¢tica alemana Hildegard Behrens falleci¨® el pasado d¨ªa 18 en un hospital de Tokio a los 72 a?os a causa de un aneurisma cardiaco. Se encontraba en Jap¨®n para participar en el festival de Kusatsu en el noroeste del pa¨ªs. Int¨¦rprete excepcional en el repertorio de Richard Wagner, Richard Strauss o Alban Berg, se despidi¨® de Madrid con un concierto en el Real hace diez a?os en el que pasaba revista a algunos de sus momentos art¨ªsticos de referencia: la muerte de Isolda, la inmolaci¨®n de Brunilda en El ocaso de los dioses, de Wagner; el mon¨®logo de Electra y la escena final de Salom¨¦, de Richard Strauss. Los aficionados madrile?os de cierta edad no olvidar¨¢n nunca su conmovedora, desgarradora, interpretaci¨®n de Salom¨¦ en el teatro de La Zarzuela en 1986, con una intensidad y un dramatismo interiorizado en la construcci¨®n del personaje de los que producen escalofr¨ªos. Tambi¨¦n los asiduos del Liceo de Barcelona recordar¨¢n sin duda su interpretaci¨®n en La valquiria, de Wagner.
Era una soprano excepcional en el repertorio de Berg, Wagner y Strauss
Hildegard Behrens era, por encima de todo una soprano dram¨¢tica clasificable en la categor¨ªa de cantante-actriz. Se vaciaba en sus personajes. Los desnudaba a base de fuerza expresiva. De la mano de Herbert von Karajan se present¨® por todo lo alto en el Festival de Salzburgo con Salom¨¦, de Strauss, en 1977. Entre sus hitos figuran El anillo del Nibelungo, con Solti, o la Marie de Wozzeck, con Claudio Abbado. Habitual de Bayreuth, de las ?peras de M¨²nich o Viena o del Metropolitan de Nueva York, su definici¨®n de los personajes tr¨¢gicos era de tal calado que todos los grandes directores se la disputaban. En el repertorio italiano destac¨® en Tosca haciendo pareja bien con Pavarotti, bien con Domingo. Uno de los ¨²ltimos papeles que incorpor¨® a su repertorio fue el de R en la ¨®pera Cronaca del luogo, de Luciano Berio, estrenada en el festival de Salzburgo de 1999 con direcci¨®n musical de Sylvain Cambreling y esc¨¦nica de Claus Guth.
El recuerdo que deja Hildegard Behrens es fundamentalmente el de una gran tr¨¢gica. Fue una soprano de sensibilidad a flor de piel, de gran intensidad interpretativa, de profunda definici¨®n de los personajes que encarnaba, de una gran capacidad de comunicaci¨®n. Desaparece una de las grandes. El mundo de la ¨®pera est¨¢ de luto.
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