La madurez y Trinidad
?Qu¨¦ andamiaje, qu¨¦ mental carpinter¨ªa sostiene a la ministra Jim¨¦nez cuando dictamina, tan fresca, que la sociedad est¨¢ madura para prohibir el tabaco aqu¨ª y all¨¢? ?Qu¨¦ concepto tiene de la madurez y qu¨¦ concepto de los administrados? ?Y qu¨¦ criterio maneja para deslindar el espacio p¨²blico del espacio privado? No hay bistur¨ª que diseccione el seso gubernamental y desvele estos misterios. Lo grave es que el proyecto, dirigido a proscribir el tabaco en m¨¢s lugares, no parece una serpiente de verano, sino que va completamente en serio. Es una de esas medidas con las que nos sorprende de vez en cuando el Gobierno de Zapatero, entregado al cambio espiritual del paisanaje, pero no al cambio econ¨®mico. Mientras la crisis se resuelve por s¨ª sola (¨¦sa es la esperanza del Gobierno), los parados pueden distraerse con la limosna p¨²blica y nosotros con la discutible normativa que aplicar en las tabernas.
Porque para muchos esto del fumar o el no fumar es una de esas pol¨¦micas amables, disputas de tercera, avatares costumbristas que pueden resolverse con buen ¨¢nimo y de los que sin duda, en poco tiempo, nos reiremos a gusto. S¨ª, muchos piensan que esto del fumar o el no fumar es una broma. Pues bien, no es una broma. No tiene ninguna gracia. La ministra no cuenta bien los chistes. En estos conflictos se habla de libertad. Se mide la soberbia del poder. La intolerancia avanza un paso con cada una de estas limitaciones. Y lo peor no son los pasos, sino la doctrina que hay detr¨¢s.
Dice la ministra que endurecer la ley ayudar¨¢ a los propietarios, que as¨ª ya no tendr¨¢n que decidir si permiten o no fumar. El argumento revela un trasfondo ideol¨®gico: tomando la ministra decisiones se libran de tomarlas los dem¨¢s. ?se es el filantr¨®pico precepto: organ¨ªzame la vida y l¨ªbrame de toda carga que no sea dar las gracias.
Nadie dijo que la libertad fuera agradable. En el fondo resulta muy comprometida: deja a la gente a solas con su vida. Tomar decisiones comporta consecuencias e impone responsabilidades. Un bar o un restaurante es propiedad privada. Deber¨ªa ser el due?o el que dictara sus normas y los consumidores, libremente, los que decidieran premiarlo o sancionarlo haciendo gasto o no. En contra de lo que opinan los pol¨ªticos, las personas no votan de ciento en viento. Las personas votan decenas de veces cada d¨ªa: toda compra, contrato y desembolso es un modo de premiar a ciertos proveedores y todo desistimiento una sanci¨®n a los restantes. Si estamos tan maduros, la ministra deber¨ªa dejar tranquilamente que los taberneros tabaquistas se arruinaran por s¨ª solos.
Hagan los hosteleros lo que crean oportuno en su negocio. Y no meta la vara en este asunto la ministra. Nos ve maduros para meterla. Y meterla hasta el fondo. Siniestra sodom¨ªa la mental. Ojal¨¢ no estemos maduros para encajarla a gusto.
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