Un ajuste a la carrera

Algunos de los pocos buenos aficionados que quedan en Bilbao estaban que trinaban antes de la corrida. Pensaban que ser¨ªa Morante de la Puebla quien sustituyera a Miguel ?ngel Perera -cogido en Ciudad Real la v¨ªspera- en el mano a mano programado con El Juli. Y no fue as¨ª. Pese a que desde la Junta Administrativa se dijo haber barajado la opci¨®n de Morante, result¨® que se trataba de un simulacro de opci¨®n, un enga?o de cara a la galer¨ªa. Uno de los soliviantados, con vocaci¨®n de poeta argumentaba preferir el disfrute de los cien p¨¢jaros volando de Morante, que el p¨¢jaro en la mano de quien se llama Juli¨¢n L¨®pez, El Juli. Despu¨¦s de este largo exordio, habr¨¢ que centrarse en la corrida, aunque no hay demasiadas bondades que contar. El Juli estuvo variado con el capote. Hizo quites por caleserinas, chicuelinas, faroles, gaoneras, tafalleras, lopecinas, y lance¨® a la ver¨®nica en alg¨²n momento de manera ajustada, adem¨¢s de dos largas cambiadas al mismo toro.

Con la muleta en sus primeros toros anduvo de lo m¨¢s vulgar. No se ce?¨ªa, abusaba del pico. Toreaba muy despegado. Entre toreo y toro pod¨ªa pasar un Renault de segunda mano. En ocasiones perd¨ªa pasos y en alg¨²n momento no llegaba a dominar a unos toros, por otra parte, asaz aborregados, en general, y faltos de fuerza todos. En ocasiones tore¨® desacoplado, con trapacer¨ªas varias.

Dej¨® para los dos ¨²ltimos toros el esfuerzo final. Le sali¨® mal, porque s¨®lo en uno pudo lucirse (en el quinto). En ese toro -brindado al p¨²blico, qu¨¦ casua-lidad- lo tore¨® con la mano derecha en cuatro series de constatado empaque. Manej¨® la franela con buena t¨¦cnica, y se gust¨® en muchos momentos. Lig¨® los pases, fabric¨® templanza, se esmer¨® al m¨¢ximo.