Daniel Barenboim: "No soy un misionero de Wagner, ni puedo obligar a nadie a escucharlo"
El pianista y director no lamenta el esc¨¢ndalo provocado por su interpretaci¨®n en Jerusal¨¦n del m¨²sico alem¨¢n y defendi¨®, ayer en Santander poco antes de ofrecer un recital de piano, la libertad del arte frente a la pol¨ªtica
Ha sido el primer m¨²sico que se ha atrevido a interpretar a Wagner en Israel, desde que en 1936 lo hiciera Toscanini. Lo intent¨® Zubin Metha y no pudo. Daniel Barenboim lo consigui¨® el pasado 7 de julio en Jerusal¨¦n. Fue un empe?o personal por el que lleva a?os luchando. Eligi¨® 40 minutos de la ¨®pera Tristan e Isolda, ante el esc¨¢ndalo de unos pocos y el gozo de la mayor¨ªa de los asistentes. Es su batalla en la reconquista de una victoria que lograron los nazis, adue?¨¢ndose y emponzo?ando a uno de los m¨²sicos m¨¢s brillantes de la Historia.
El director de orquesta y pianista defendi¨® ayer ardientemente en Santander la primac¨ªa del arte sobre la pol¨ªtica. 'Yo no soy un misionero de Wagner', afirm¨®. 'No quiero obligar a nadie a escucharlo, pero pienso que tambi¨¦n se deben respetar los derechos de quienes quieren o¨ªrlo. No interpretar a Wagner supone una victoria p¨®stuma de Hitler'.
El m¨²sico jud¨ªo argentino, de 58 a?os, viaj¨® a la ciudad c¨¢ntabra para ofrecer un recital de piano, ayer por la noche, en el Festival Internacional de Santander, con obras de Mozart, Beethoven y Alb¨¦niz.
Cuando Daniel Barenboim apareci¨® por primera vez al frente de la Orquesta de Par¨ªs en la plaza porticada de Santander, antigua sede del festival , alguien dijo: 'Es el m¨²sico del siglo XXI'. Entonces corr¨ªa el a?o 1985, el maestro argentino ten¨ªa 42 a?os y el pelo m¨¢s oscuro, pero ya se hab¨ªa postulado como referente musical, intelectual, moral, combativo y jam¨¢s resignado. Hoy aquella profec¨ªa es realidad.
As¨ª que el m¨²sico del siglo XXI entra con camiseta azul, pantal¨®n ancho y zapatillas, como pisoteando la imagen altiva de los divos, para ensayar al piano del palacio de Festivales de Santander.
Su valiente concierto en Jerusal¨¦n le ha valido ser declarado por algunos halcones persona non grata en el pa¨ªs al que fue a vivir cuando ten¨ªa 10 a?os desde su Argentina natal. Ayer relat¨® lo que ha supuesto ese paso adelante, el de revitalizar a un m¨²sico vetado en Israel. Fue en los bises cuando Barenboim se dio la vuelta hacia el p¨²blico de la ciudad santa y pregunt¨®: 'Ahora, ?les apetece escuchar un poco de Wagner?'. Y se produjo un silencio intenso al que siguieron reacciones. 'Entre 20, 30 o quiz¨¢ 50 se marcharon, cinco o seis me insultaron, pero la mayor¨ªa, al final, aplaudi¨® con fuerza y nos tiraron flores', record¨® ayer. ?Era consciente de que daba un paso adelante? 'Muchas veces me he planteado si hice bien. Pero ahora, con el tiempo s¨¦ que s¨ª. No me arrepiento, ahora se habla de ello no s¨®lo en Israel, sino en todo el mundo. Es un asunto dif¨ªcil, pero se tiene que hablar'.
Y lanza un reto a los pol¨ªticos que le han declarado la guerra en su pa¨ªs. 'Los pol¨ªticos que, por una u otra raz¨®n, no quieran que se interprete a Wagner que hagan una ley, que se atrevan a prohibirlo, porque sino, mientras tanto, tendremos que luchar contra un tab¨², y contra eso no hay forma de ponerse a favor ni en contra, porque un tab¨² mezcla lo sagrado con lo repugnante y no admite discusiones'. Pero si muchos han pretendido satanizarle, Barenboim asegura que tambi¨¦n ha contado con el apoyo de colegas, como Zubin Mehta, que se lo ha ofrecido p¨²blicamente, y de supervivientes del holocausto. 'He recibido muchas cartas de m¨²sicos y de supervivientes que creen como yo que no podemos dejar ganar esta batalla tambi¨¦n a los nazis'.
Las discusiones o el di¨¢logo es lo que Barenboim echa de menos en Oriente Pr¨®ximo. Al menos ¨¦l, que ve con distancia sangre y venganza en la tierra prometida, desde Chicago y desde Berl¨ªn, donde reside la mayor parte del tiempo por ser titular de la orquesta sinf¨®nica de la ciudad estadounidense y de la ?pera Estatal de la capital alemana. 'La guerra no es una opci¨®n para nadie. Alg¨²n d¨ªa tendr¨¢n que sentarse a hablar. Tendr¨¢n que encontrar una forma de convivir juntos. Lo que est¨¢ ocurriendo all¨ª es alucinante, pero mientras tengan las prioridades que tienen cada uno, que es seguridad para Israel y una dignidad nacional para los palestinos, los pol¨ªticos no podr¨¢n hacer nada'.
Los pol¨ªticos, porque ¨¦l, como artista, no se piensa quedar de brazos cruzados viendo como unos se comen a otros. '?Por qu¨¦ esperar a los pol¨ªticos cuando se pueden establecer otros v¨ªnculos?', se pregunt¨® Barenboim, metiendo el dedo en la llaga de lo que le rodea, comprometido hasta el tu¨¦tano. Por eso surgi¨® la idea del seminario para m¨²sicos j¨®venes de Oriente Pr¨®ximo, ¨¢rabes e israel¨ªes, que organiz¨® por primera vez en Weimar, Alemania, en 1999, y ha repetido ahora en Chicago. 'No se ha hecho con ¨¢nimo de repetir la experiencia todos los a?os. Y no es verdad que el pr¨®ximo a?o se vaya a hacer en Sevilla. No se crean todo lo que publica la prensa', dijo.
Pero lo importante es lo que supone el gesto. ?l lo describe: 'M¨²sicos israel¨ªes y palestinos tocando juntos en la misma orquesta, creando el mismo sonido, conoci¨¦ndose mejor. O como el primer a?o, la sensaci¨®n que tuvieron dos chicos, uno sirio y otro israel¨ª, que hac¨ªan m¨²sica juntos mientras sus pa¨ªses se bombardeaban, con el mismo volumen, el mismo color. El respeto al pr¨®jimo'.
Luego la cosa se ha querido boicotear. 'Algunos pa¨ªses ¨¢rabes han prohibido a sus chicos j¨®venes participar. Esto no es nada pol¨ªtico pero el hecho de verse con israel¨ªes supone para algunos una normalizaci¨®n. Otro tab¨², como lo de Wagner en Israel, m¨¢s ignorancia del vecino. Y la ignorancia nunca trajo la felicidad a nadie, ?no es cierto?', inquiere Barenboim.Ha sido el primer m¨²sico que se ha atrevido a interpretar a Wagner en Israel, desde que en 1936 lo hiciera Toscanini. Lo intent¨® Zubin Metha y no pudo. Daniel Barenboim lo consigui¨® el pasado 7 de julio en Jerusal¨¦n. Fue un empe?o personal por el que lleva a?os luchando. Eligi¨® 40 minutos de la ¨®pera Tristan e Isolda, ante el esc¨¢ndalo de unos pocos y el gozo de la mayor¨ªa de los asistentes. Es su batalla en la reconquista de una victoria que lograron los nazis, adue?¨¢ndose y emponzo?ando a uno de los m¨²sicos m¨¢s brillantes de la Historia.
El director de orquesta y pianista defendi¨® ayer ardientemente en Santander la primac¨ªa del arte sobre la pol¨ªtica. 'Yo no soy un misionero de Wagner', afirm¨®. 'No quiero obligar a nadie a escucharlo, pero pienso que tambi¨¦n se deben respetar los derechos de quienes quieren o¨ªrlo. No interpretar a Wagner supone una victoria p¨®stuma de Hitler'.
El m¨²sico jud¨ªo argentino, de 58 a?os, viaj¨® a la ciudad c¨¢ntabra para ofrecer un recital de piano, ayer por la noche, en el Festival Internacional de Santander, con obras de Mozart, Beethoven y Alb¨¦niz.
Cuando Daniel Barenboim apareci¨® por primera vez al frente de la Orquesta de Par¨ªs en la plaza porticada de Santander, antigua sede del festival , alguien dijo: 'Es el m¨²sico del siglo XXI'. Entonces corr¨ªa el a?o 1985, el maestro argentino ten¨ªa 42 a?os y el pelo m¨¢s oscuro, pero ya se hab¨ªa postulado como referente musical, intelectual, moral, combativo y jam¨¢s resignado. Hoy aquella profec¨ªa es realidad.
As¨ª que el m¨²sico del siglo XXI entra con camiseta azul, pantal¨®n ancho y zapatillas, como pisoteando la imagen altiva de los divos, para ensayar al piano del palacio de Festivales de Santander.
Su valiente concierto en Jerusal¨¦n le ha valido ser declarado por algunos halcones persona non grata en el pa¨ªs al que fue a vivir cuando ten¨ªa 10 a?os desde su Argentina natal. Ayer relat¨® lo que ha supuesto ese paso adelante, el de revitalizar a un m¨²sico vetado en Israel. Fue en los bises cuando Barenboim se dio la vuelta hacia el p¨²blico de la ciudad santa y pregunt¨®: 'Ahora, ?les apetece escuchar un poco de Wagner?'. Y se produjo un silencio intenso al que siguieron reacciones. 'Entre 20, 30 o quiz¨¢ 50 se marcharon, cinco o seis me insultaron, pero la mayor¨ªa, al final, aplaudi¨® con fuerza y nos tiraron flores', record¨® ayer. ?Era consciente de que daba un paso adelante? 'Muchas veces me he planteado si hice bien. Pero ahora, con el tiempo s¨¦ que s¨ª. No me arrepiento, ahora se habla de ello no s¨®lo en Israel, sino en todo el mundo. Es un asunto dif¨ªcil, pero se tiene que hablar'.
Y lanza un reto a los pol¨ªticos que le han declarado la guerra en su pa¨ªs. 'Los pol¨ªticos que, por una u otra raz¨®n, no quieran que se interprete a Wagner que hagan una ley, que se atrevan a prohibirlo, porque sino, mientras tanto, tendremos que luchar contra un tab¨², y contra eso no hay forma de ponerse a favor ni en contra, porque un tab¨² mezcla lo sagrado con lo repugnante y no admite discusiones'. Pero si muchos han pretendido satanizarle, Barenboim asegura que tambi¨¦n ha contado con el apoyo de colegas, como Zubin Mehta, que se lo ha ofrecido p¨²blicamente, y de supervivientes del holocausto. 'He recibido muchas cartas de m¨²sicos y de supervivientes que creen como yo que no podemos dejar ganar esta batalla tambi¨¦n a los nazis'.
Las discusiones o el di¨¢logo es lo que Barenboim echa de menos en Oriente Pr¨®ximo. Al menos ¨¦l, que ve con distancia sangre y venganza en la tierra prometida, desde Chicago y desde Berl¨ªn, donde reside la mayor parte del tiempo por ser titular de la orquesta sinf¨®nica de la ciudad estadounidense y de la ?pera Estatal de la capital alemana. 'La guerra no es una opci¨®n para nadie. Alg¨²n d¨ªa tendr¨¢n que sentarse a hablar. Tendr¨¢n que encontrar una forma de convivir juntos. Lo que est¨¢ ocurriendo all¨ª es alucinante, pero mientras tengan las prioridades que tienen cada uno, que es seguridad para Israel y una dignidad nacional para los palestinos, los pol¨ªticos no podr¨¢n hacer nada'.
Los pol¨ªticos, porque ¨¦l, como artista, no se piensa quedar de brazos cruzados viendo como unos se comen a otros. '?Por qu¨¦ esperar a los pol¨ªticos cuando se pueden establecer otros v¨ªnculos?', se pregunt¨® Barenboim, metiendo el dedo en la llaga de lo que le rodea, comprometido hasta el tu¨¦tano. Por eso surgi¨® la idea del seminario para m¨²sicos j¨®venes de Oriente Pr¨®ximo, ¨¢rabes e israel¨ªes, que organiz¨® por primera vez en Weimar, Alemania, en 1999, y ha repetido ahora en Chicago. 'No se ha hecho con ¨¢nimo de repetir la experiencia todos los a?os. Y no es verdad que el pr¨®ximo a?o se vaya a hacer en Sevilla. No se crean todo lo que publica la prensa', dijo.
Pero lo importante es lo que supone el gesto. ?l lo describe: 'M¨²sicos israel¨ªes y palestinos tocando juntos en la misma orquesta, creando el mismo sonido, conoci¨¦ndose mejor. O como el primer a?o, la sensaci¨®n que tuvieron dos chicos, uno sirio y otro israel¨ª, que hac¨ªan m¨²sica juntos mientras sus pa¨ªses se bombardeaban, con el mismo volumen, el mismo color. El respeto al pr¨®jimo'.
Luego la cosa se ha querido boicotear. 'Algunos pa¨ªses ¨¢rabes han prohibido a sus chicos j¨®venes participar. Esto no es nada pol¨ªtico pero el hecho de verse con israel¨ªes supone para algunos una normalizaci¨®n. Otro tab¨², como lo de Wagner en Israel, m¨¢s ignorancia del vecino. Y la ignorancia nunca trajo la felicidad a nadie, ?no es cierto?', inquiere Barenboim.
Le lleg¨® la hora a Alb¨¦niz
Ha tenido que esperar pese a que estaba entre sus planes desde hace mucho. Es la Suite Iberia, los cuatro cuadernos que compuso Isaac Alb¨¦niz desde el autoexilio y en el que puso el sabor y la modernidad a la tradici¨®n y a la tragedia de una Espa?a que le cost¨® enfermedades al m¨²sico. Ahora, Daniel Barenboim ha grabado la obra en disco y se ha atrevido a ejercitar sus manos sobre el piano con sus notas en p¨²blico, como hizo ayer en Santander. 'Hoy quiero sentirme pianista', dec¨ªa el m¨²sico que ya raras veces se mete en teatros al piano. Y se quiere sentir as¨ª con Alb¨¦niz, cosa arriesgada.'Es una obra muy dif¨ªcil y yo no he podido dedicarme a fondo a ella hasta ahora. Siempre me ha fascinado por su envergadura y su sutileza. Es un monumento pian¨ªstico del siglo XX, que Oliver Messiaen ense?aba en sus clases de composici¨®n como gran ejemplo', afirm¨®. Barenboim no es amigo de las mezclas. Por eso tambi¨¦n asegura que, pese a ser un pianista que adem¨¢s se dedica a la direcci¨®n, nunca se ha sentido tentado a orquestar la suite. 'Las obras escritas para piano suenan mejor en ese instrumento, porque el piano es una ilusi¨®n que a veces crea m¨¢s sensaci¨®n de orquesta por s¨ª mismo'. Es el caso de Cuadros de una exposici¨®n, de Mussorgski, o la sonata Hammer Klavier, de Beethoven, que, seg¨²n Barenboim, pierden magia y sentido cuando suenan entre cuerdas, vientos y percusiones.Es mejor para el artista argentino dar a conocer la Iberia por medio de los grandes pianistas espa?oles y de todo el mundo que con su orquestaci¨®n. 'Pocos grandes int¨¦rpretes se han atrevido con ella, pero ah¨ª est¨¢ el ejemplo de Alicia de Larrocha o de Rubinstein, que la abord¨® a principios de siglo, para seguirlo', dijo ayer Daniel Barenboim.Luego dej¨® constancia de su visi¨®n de lo que debe ser un director de orquesta en estos tiempos cuando alguien pronunci¨® la palabra dominio, algo que suena muy fuerte en los o¨ªdos de un jud¨ªo errante. 'Una orquesta no se domina y nadie es dominado por una orquesta. Los m¨²sicos son los que producen el sonido. La imagen del director como poder es falsa y negativa. Un director es alguien con capacidad de influir, de convencer a sus m¨²sicos de que su visi¨®n es buena. Es el que debe dar un pulm¨®n a la orquesta para que todos respiren de una manera parecida', cuenta. Lo dice con la experiencia de haber dirigido a las mejores formaciones del mundo desde que debutara en un podio en 1967 al frente de la Philarmonia Orchestra, en Londres. Fue cuando ya hab¨ªa cumplido 17 a?os de carrera como pianista desde su aparici¨®n a los ocho a?os, en 1950, en el teatro Col¨®n, de Buenos Aires. Hoy es titular de dos de dos grandes orquestas, la Sinf¨®nica de Chicago y la Staatskapelle de Berl¨ªn.
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