Construir Catalu?a
?Es momento de protestar o de celebrar? ?De reivindicar o de afirmar? ?De manifestarse o de gobernar? ?Debemos seguir pendientes de cada movimiento de cejas que detectamos en Madrid o debemos concentrar la atenci¨®n en el propio pa¨ªs, en retos que tenemos por delante? Ya s¨¦ que la respuesta a estas preguntas no es sencilla (...) Pero, d¨¦jenme decirlo bien claro: ahora toca construir. Ahora toca decidir qu¨¦ queremos que sea Catalu?a, c¨®mo pensamos conseguirlo, con qu¨¦ herramientas, con qu¨¦ amigos, con qu¨¦ estrategia europea.
Tenemos todos los elementos necesarios para hacerlo: el nivel de autogobierno m¨¢s alto desde hace 300 a?os, gracias al segundo Estatuto de Catalu?a, obtenido en el periodo m¨¢s largo de estabilidad democr¨¢tica (...); los recursos derivados del nuevo modelo de financiaci¨®n ganado a pulso; la capacidad para decidir sobre todos los ¨¢mbitos, cuestiones y aspectos determinantes de nuestro futuro colectivo.
"Est¨¢ claro que debemos contemplar la posibilidad de una gran manifestaci¨®n de afirmaci¨®n"
?Entonces, por qu¨¦ concedemos tanta significaci¨®n a la famosa y temida sentencia del Tribunal Constitucional? Dig¨¢moslo claro y en voz alta: el pacto Catalu?a-Espa?a est¨¢ cerrado y rubricado. A¨²n m¨¢s, est¨¢ confirmado por la ¨²nica voz indiscutible e incontestable: la voz de los ciudadanos refrendando el acuerdo entre los Parlamentos catal¨¢n y espa?ol. ?Qu¨¦ puede a?adir la "interpretaci¨®n" que hagan, por larga y enrevesada que sea, este grupo de ciudadanos tan sabios? ?Amenazas de posibles legislaciones espa?olas invasoras o negadoras del pacto estatutario? ?Es imaginable cualquier revisi¨®n unilateral del pacto formal y real que ya tenemos cerrado?
La futura sentencia ser¨¢, probablemente, la expresi¨®n ¨²ltima de un reflejo de resistencia espa?ola tratando que Catalu?a, protestando o no, acepte una rebaja sustancial del pacto que no supieron impedir o limitar en su momento. Por eso no hace falta concederle mayor relevancia. Catalu?a no est¨¢ interesada en revisarlo (...) ?Es que no tenemos un Estatut plenamente vigente y operativo, que podemos desplegar con la intensidad y el ritmo que nos convenga (...), sin m¨¢s l¨ªmite que el que nos marque nuestra propia ambici¨®n?
Pues hag¨¢moslo: con sentencia y sin sentencia (...) y dando por descontado el respeto que exige el pacto que ya cerramos con Espa?a. Legislemos, gobernemos, decidamos, construyamos el pa¨ªs que queremos (...) La iniciativa es y debe ser catalana. Tom¨¦mosla (...) sin m¨¢s respeto que el debido al propio pacto y a la Constituci¨®n que lo hace posible. Tenemos competencias efectivas, capacidad fiscal, recursos (ahora s¨ª) adecuados para desplegar todas las estrategias nacionales, y, tenemos, naturalmente, la posibilidad de debatir y decidir democr¨¢ticamente un aut¨¦ntico programa de construcci¨®n econ¨®mica, social, cultural, territorial, ling¨¹¨ªstica y europea.
?Y nos debemos quedar atados de pies y manos esperando atemorizados lo que una docena de juristas puedan decidir por nosotros? De ninguna manera (...) Est¨¢ claro que debemos contemplar la posibilidad de una gran manifestaci¨®n. Pero que quede claro: s¨®lo si se trata de hacer evidente la determinaci¨®n colectiva, unitaria y continuada de hacernos respetar (...) Y, s¨®lo, si la entendemos como un gesto de afirmaci¨®n (potente) m¨¢s que de respuesta (innecesaria). Por tanto, s¨®lo si es convocada desde la Generalitat y presidida por su presidente, contando con la presencia de todas las fuerzas pol¨ªticas catalanas y de todas las instituciones, entidades y estamentos sociales que definen al pa¨ªs.
Y ahora una reflexi¨®n complementaria (...) Un escenario como el descrito exige un mapa pol¨ªtico catal¨¢n que exprese completamente al pa¨ªs sin confusiones ni ambig¨¹edades. Un mapa que incluya al PSC claramente definido como el gran partido del catalanismo progresista, capaz de articular alianzas estables y federales con un partido socialista espa?ol. Un partido con quien compartir valores, principios y programas para construir una determinada concepci¨®n de la sociedad en libertad. Una alianza que incluya un m¨ªnimo pero s¨®lido acuerdo sobre qu¨¦ quiere decir Espa?a y qu¨¦ quiere decir Catalu?a. En t¨¦rminos de pol¨ªtica espa?ola actual, esta relaci¨®n podr¨ªa plasmarse m¨¢s gr¨¢ficamente por medio de un Gobierno de coalici¨®n PSOE-PSC, con los apoyos adicionales que sean necesarios, visualizado de forma clara por la consecuente expresi¨®n parlamentaria.
Una situaci¨®n suficientemente clara, tambi¨¦n, para que en Catalu?a se verifique con plenitud este mapa completo y suficiente: dos grandes partidos que expresan opciones y estrategias definidas a derecha u izquierda pero con competencia expl¨ªcita por la centralidad y el m¨¢s amplio apoyo social (...) con capacidad para articular mayor¨ªas suficientes, por medio del apoyo otorgado por otras formaciones, y para obtener los acuerdos unitarios, de pa¨ªs, imprescindibles, en determinados casos. En resumen: alternancia (democr¨¢tica) y uni¨®n (nacional). ?sta, creo, es tambi¨¦n la perspectiva que interesa al PSC; la que permite plantearse las pr¨®ximas elecciones catalanas con las m¨¢ximas ambiciones: la que otorgar¨¢ al presidente Montilla la posibilidad de representar una amplia mayor¨ªa social. La que le permitir¨¢ liderar con determinaci¨®n un proyecto de construcci¨®n nacional que nos acerque a un pa¨ªs libre, abierto, con car¨¢cter bien definido, referencia en Europa y en el mundo. El pa¨ªs que los catalanes trabajamos desde siempre para conseguir.
Ernest Maragall, socialista, es consejero de Educaci¨®n de la Generalitat Catalana.
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