F¨²tbol para aliviar el hambre

La democracia est¨¢ incompleta en la medida en que no garantice a todos el acceso a los bienes fundamentales", dijo el pasado jueves la presidenta argentina, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner. ?Hablaba del acceso de sus compatriotas a una vivienda digna, un trabajo, un seguro m¨¦dico, educaci¨®n gratuita? En absoluto. Se refer¨ªa a la posibilidad de que todos los argentinos pudieran ver los partidos de f¨²tbol por los canales abiertos y sin pagar. "No queremos una sociedad de secuestros. Secuestran los goles como antes secuestraron a 30.000 argentinos. Yo no quiero m¨¢s secuestros. Quiero una sociedad libre", dijo despu¨¦s para justificar la apropiaci¨®n por parte del Gobierno de la transmisi¨®n televisiva de los partidos.

No es que le llovieran las cr¨ªticas, es que le cay¨® encima un chaparr¨®n. Y con raz¨®n. La presidenta "tiene talento para banalizar, no el mal, sino la tragedia", resumi¨® un diario local. Fue en uno de los muchos art¨ªculos que destacaron la frivolidad de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner o su talento para desvirtuar cualquier debate serio. La cuesti¨®n de los derechos de una empresa para gestionar la emisi¨®n del f¨²tbol ya era lo suficientemente controvertida en Argentina y muchos ciudadanos incluso respaldaban la decisi¨®n del Gobierno. No hac¨ªa falta, por tanto, servirse de la burda analog¨ªa de comparar el caso con las t¨¢cticas de la dictadura para librarse de sus enemigos.

Todo resulta m¨¢s irritante cuando se cae en la cuenta de que la decisi¨®n del Gobierno de Fern¨¢ndez favorece, sobre todo, al presidente de la Asociaci¨®n del F¨²tbol Argentino (AFA), Julio Grondona, quien ya dirig¨ªa el negocio cuando la dictadura militar decidi¨® organizar el Campeonato Mundial de 1978. As¨ª que una vez m¨¢s, otra raci¨®n de pan y circo.

El caso es que los Kirchner han echado mano de la tragedia de los desaparecidos para justificar una decisi¨®n que les sirve para machacar al grupo Clar¨ªn, asociado a la empresa que pose¨ªa los derechos del f¨²tbol, y enemistado con el matrimonio presidencial. Por otro lado, seguro que a Cristina Fern¨¢ndez no le resulta f¨¢cil justificar un gasto de 110 millones de euros anuales cuando en el pa¨ªs vuelve a crecer la pobreza. Hay ya once millones de pobres. Tal vez no coman, habr¨¢ pensado la presidenta, pero ver¨¢n el f¨²tbol.