Los centros de d¨ªa para mayores est¨¢n medio vac¨ªos
La patronal calcula que hay un 60% de plazas libres - El servicio es poco demandado por inflexible, desconocido y por cuesti¨®n de mentalidad
Los centros de d¨ªa, que se perfilaron como un servicio "fundamental" para implantar la Ley de Dependencia, se han quedado, sin embargo, como una prestaci¨®n minoritaria. La patronal calcula que cerca de un 60% de las plazas est¨¢n libres. Es la que menos se utiliza de todas las previstas en el cat¨¢logo de ayudas de la ley, por debajo de los geri¨¢tricos, la ayuda a domicilio, la teleasistencia o la muy recurrida prestaci¨®n econ¨®mica al cuidador familiar. Esta ¨²ltima, por cierto, es la m¨¢s utilizada, cuando deber¨ªa ser un recurso excepcional. Pero le sale barata y c¨®moda a las Administraciones. Y los ciudadanos tambi¨¦n la demandan m¨¢s.
Con las miles de mujeres que est¨¢n hipotecando sus vidas al cuidado de ancianos, sin vacaciones ni apenas d¨ªas de descanso, que un servicio como ¨¦ste no llene sus plazas es algo ins¨®lito. Alberto Echevarr¨ªa, presidente de la Federaci¨®n Empresarial de Asistencia a la Dependencia (FED), cree que los ciudadanos no eligen este servicio por una cuesti¨®n de mentalidad. Prefieren estar en sus casas, al cuidado de sus hijos. "No creo que sea culpa de la Administraci¨®n, simplemente es que las personas no lo demandan, pese a ser una de las mejores opciones", dice.
Las personas de edad prefieren estar en casa, cuidadas por la familia
Algunas regiones s¨®lo dan una ayuda: domiciliaria o institucional
En esos establecimientos es donde el anciano pasa unas horas mientras sus familiares trabajan (como si se tratara de una guarder¨ªa infantil) o donde est¨¢ asistido si carece de ellos pero a¨²n goza de autonom¨ªa para dormir en casa. Est¨¢ considerado como un servicio que retrasa la dependencia total, y, por tanto, el ingreso en una residencia. Y, si el centro est¨¢ bien dotado, el anciano encontrar¨¢ compa?¨ªa, rehabilitaci¨®n, atenci¨®n psicol¨®gica, peluquer¨ªa, podolog¨ªa. Y los familiares, unas horas de respiro.
Pueblos peque?os
Que sobren plazas es algo sorprendente. Los ¨²ltimos datos del Ministerio de Sanidad y Pol¨ªtica Social, de 2008, hablan de la existencia de 63.446 plazas en centros de d¨ªa que dar¨ªan cobertura al 0,83% de la poblaci¨®n mayor de 65 a?os, el doble que en 2004. A pesar de esas endebles cifras, hay plazas vacantes. "Es por desconocimiento, sobre todo en los pueblos peque?os. Es un servicio muy reciente en algunas autonom¨ªas, como en Galicia, y la gente no lo conoce", afirma Eladio de Vicente, trabajador social en el concello de Vilalba (Lugo).
El servicio, efectivamente, no estaba muy extendido hace unos a?os, y era m¨¢s com¨²n en ¨¢mbitos urbanos. Para llegar a ellos hab¨ªa que recorrer no cortas distancias, aunque el transporte est¨¢ incorporado. Ahora empiezan a instalarse en pueblos m¨¢s peque?os, cabeceras de comarca, y De Vicente opina que "el boca a boca ir¨¢ extendiendo" las bondades de este servicio, una de cuyas ventajas es que no separa a la persona de su entorno, sus casas, la familia. "Los que han aceptado ir a un centro de d¨ªa est¨¢n encantados, nadie renuncia a ellos", dice el trabajador social.
El Gobierno asturiano ha puesto en marcha una campa?a de informaci¨®n para dar a conocer estos centros y los servicios que prestan. Se repartir¨¢n 7.000 folletos en festejos para mayores, centros sanitarios, asociaciones. Asturias tiene tres centros de d¨ªa construidos, pero no los ha abierto porque la demanda est¨¢ parada. En los que est¨¢n funcionando a¨²n hay casi 200 plazas libres de las 1.085 que tienen. Es s¨®lo un ejemplo de lo que ocurre en toda Espa?a, excepci¨®n hecha de las dos grandes capitales, Madrid y Barcelona. El Libro Blanco que se redact¨® como una enorme radiograf¨ªa de los servicios sociales en Espa?a antes de la Ley de Dependencia recog¨ªa la necesidad de "incrementar el n¨²mero de centros de d¨ªa" y de "combinarlos con otros servicios domiciliarios". Pero he aqu¨ª el segundo inconveniente, que est¨¢ alejando a los usuarios de este servicio: la imposibilidad en algunas comunidades, como la Valenciana, de sumar a un centro de d¨ªa la ayuda a domicilio. Si el anciano no dispone de apoyo familiar de ninguna clase, qui¨¦n lo asea cada ma?ana antes de montar en el autob¨²s para ir al centro; qui¨¦n se encarga de acostarlo y qui¨¦n se cuida de que todo vaya bien en las horas que pasa en casa.
En la comarca valenciana de la Ribera Alta conocen bien este problema. Una trabajadora social que no quiere dar su nombre cree que esta incompatibilidad con la ayuda a domicilio no permite a muchos ciudadanos optar por el centro de d¨ªa. "De todas formas, a la comunidad tampoco le interesa, est¨¢n prescribiendo mayoritariamente la paguita para el cuidador familiar, que les sale m¨¢s barato. Ni siquiera la ayuda a domicilio es c¨®moda para los ancianos, porque no llega directamente del ayuntamiento, sino que tienen que negociarla con empresas privadas, y todas esas trabas burocr¨¢ticas les abocan a la prestaci¨®n econ¨®mica para el familiar cuidador", afirma.
En Logro?o no ocurre eso (ni en muchas otras comunidades). All¨ª la ayuda a domicilio es compatible con un centro de d¨ªa. A pesar de ello, sobran plazas, explica la trabajadora social Ana Campos. Cree que los horarios pueden ser una de las causas: "El l¨ªmite de estancia en un centro es de unas siete horas, justo la jornada de cualquier trabajador. Si adem¨¢s tienes que hacer la compra, acompa?ar a tus hijos, el horario se queda muy corto. Hay que flexibilizar eso".
Y menciona otro escollo (ninguno de ellos son s¨®lo propios de La Rioja): "Tienen derecho a transporte, pero si viven en el casco antiguo y hay escaleras en lugar de ascensor, ya no podr¨¢n optar por este servicio".
La crisis ha podido influir tambi¨¦n en las preferencias de los usuarios a la hora de pedir una ayuda por dependencia: la paga al cuidador familiar "siempre es un ingresito m¨¢s". "Pero las cuidadoras est¨¢n sobrecargadas y van a tener una dependencia prematura ellas mismas".
Precisamente la flexibilidad de horarios es una de las caracter¨ªsticas de los centros de d¨ªa Vitalia, fundados por Catalina Hoffman. Son privados, pero sus centros tienen lista de espera. "Es necesario que est¨¦n separados de las residencias para no dar la idea de institucionalizaci¨®n", explica la fundadora. "Y que todas esas cosas que se publicitan en los folletos sean verdad. En mis centros se practica el envejecimiento activo, algo que muchos pregonan. Y hay m¨¦dico, enfermer¨ªa, fisioterapia, terapia ocupacional, auxiliares de cl¨ªnica y neuropsicolog¨ªa. Siempre". Los tratamientos, explica, son personalizados. Hoffman no descarta concertar plazas. A ella, demanda no le falta.
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