Un timo sideral
El Rijksmuseum de Holanda descubre que una piedra lunar regalada por Estados Unidos en 1969 es falsa
Los grandes museos suelen exhibir piezas sorprendentes que van m¨¢s all¨¢ del arte. El Museo Nacional de ?msterdam (Rijksmuseum) ten¨ªa uno de esos preciados objetos: una piedra lunar obtenida por los astronautas del Apollo 11 en su primer viaje al sat¨¦lite terrestre. Del tama?o de un paquete de cigarrillos, era mostrada como una rareza y parec¨ªa contar con todas las credenciales de rigor. No en vano, fue un regalo de Estados Unidos al antiguo primer ministro socialdem¨®crata holand¨¦s, Willem Drees, en 1969.
Sin embargo, tan sonoros padrinos no han evitado el desastre. Seg¨²n los ge¨®logos que acaban de analizarla, la cosa, ni vino de la Luna ni es un mineral. Se trata de un simple pedazo de madera, petrificada, eso s¨ª, pero de origen desconocido. La historia ha sido admitida en el propio bolet¨ªn del museo, que se ha tomado el desenga?o con deportividad. "Es un recuerdo curioso con una bonita historia detr¨¢s y muchas preguntas sin respuesta. Por eso lo conservaremos", dijo ayer Xandra van Gelder, portavoz del Rijksmuseum y supervisora de la investigaci¨®n.
Seg¨²n los ge¨®logos, es un pedazo de madera petrificada que vale 50 euros
La piedra lunar, que conservar¨¢ m¨¢s que nunca su apelativo, figuraba en la colecci¨®n personal del mandatario Willem Drees. Cedida al museo por su familia, nadie dud¨® nunca de su val¨ªa simb¨®lica. Sobre todo porque William Middendorf, a la saz¨®n embajador de Estados Unidos en Holanda, la ofreci¨® en un momento cumbre. Fue durante la primera gira mundial efectuada por los tres astronautas del Apollo 11, Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins, tras el alunizaje. El hecho de que Holanda haya sido siempre uno de los aliados mod¨¦licos de Washington adornaba a¨²n m¨¢s el regalo.
Y ahora, las preguntas obligadas. ?C¨®mo es posible que un embajador serio de un pa¨ªs respetado creyera que la madera fosilizada era un pedazo de luna? ?Acaso le enga?aron? Y sobre todo, ?por qu¨¦ a nadie le extra?¨® que los astronautas repartieran souvenirs por ah¨ª, nada m¨¢s aterrizar? Como dice el Rijksmuseum, las preguntas sin respuesta tambi¨¦n tienen su encanto. S¨®lo una cosa enturbia la sonrisa: la piedra en cuesti¨®n estaba asegurada en 50.000 euros; ahora ya s¨®lo vale 50.
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