Caca (y no precisamente de vaca)
Perdonen que me ponga escatol¨®gico, pero no tengo otro remedio. Tumbado en la cama, acalorado, con la ventana abierta y mi cuerpo sumido en estado de inedia y desconsuelo, me repongo de una gastroenteritis veraniega de las que hacen ¨¦poca. Voy a ahorrarles detalles. Me limitar¨¦ a decirles que en los ¨²ltimos cinco d¨ªas he viajado entre la cama -o el sill¨®n de orejas- y la taza (el excusado, ya me entienden) tantas veces que no me extra?ar¨ªa que hubiera sometido al parqu¨¦ del suelo a un proceso de erosi¨®n irreversible. Lo ¨²nico que me ha distra¨ªdo de mi malestar es la lectura de The Big Necessity (Metropolitan Books), de Rose George, un estupendo ensayo divulgativo acerca de -?c¨®mo decirlo?- , bueno, acerca de los excrementos humanos y de los diferentes h¨¢bitos sanitarios que, hist¨®ricamente, se han ocupado de eliminarnos o reciclarlos. Repriman, por favor, la mueca de asco. Los excrementos son el ¨²ltimo gran tab¨²: m¨¢s que el incesto, que la muerte, o que el sexo salvaje, es el ¨²nico tema de conversaci¨®n que a¨²n no se permite en la mesa. Es asqueroso, lo s¨¦. Y, sin embargo, se trata de un asunto importante. Y no s¨®lo porque nos pasamos una gran parte de la vida yendo al v¨¢ter (lo m¨ªo de estos d¨ªas no cuenta), sino por el m¨¢s serio motivo de que para 2.600 millones de personas (no es una errata) que carecen de todo sistema de saneamiento, el retrete no es un derecho, sino un aut¨¦ntico privilegio tan inasequible y lejano como esos impolutos cuartos de ba?o high tech japoneses en los que uno se lo piensa dos veces antes de depositar lo que lleva dentro. Cuatro de cada diez personas viven rodeadas de heces cuyas part¨ªculas contaminan el agua y los alimentos, lo que contribuye enormemente a la difusi¨®n de las enfermedades entre los m¨¢s pobres; de ah¨ª que Gandhi explicara a sus paisanos que el sistema sanitario era m¨¢s importante que la Independencia. The Big Necessity (que Turner publicar¨¢ este oto?o con el t¨ªtulo de La mayor necesidad) no es s¨®lo un libro bien documentado y repleto de informaci¨®n, sino tambi¨¦n un alegato: nos pone ante las narices (pero sin malos olores) un drama terrible en el que rara vez nos atrevemos a pensar.
Tetralog¨ªa
Hay autores que nunca acaban de poner punto final a la obra de su vida. Es el caso de ?ngel Vi?as. Su monumental trilog¨ªa "republicana" (La soledad de la Rep¨²blica, 2006, El escudo de la Rep¨²blica, 2007, El honor de la Rep¨²blica, 2009, publicados por Cr¨ªtica) ya ha sido reconocida por sus colegas como un aut¨¦ntico hito en la copiosa historiograf¨ªa de la Guerra Civil. Fundamentada en una exhaustiva investigaci¨®n en archivos de varios pa¨ªses, la trilog¨ªa refuta t¨®picos demasiadas veces repetidos y pone en solfa el revisionismo de pretendidos historiadores ("historiet¨®grafos") que no tienen empacho en reinterpretar el pasado en funci¨®n de su propia agenda pol¨ªtica. Si el primer volumen se centraba en el golpe de Estado franquista, la pavorosa falta de apoyo de las democracias occidentales al gobierno leg¨ªtimo y la consiguiente inclinaci¨®n republicana hacia la URSS, y el segundo, en los dos primeros a?os de guerra y en las graves disensiones que desgarraron al bando republicano (hechos de mayo de 1937, influencia creciente de los comunistas), el ¨²ltimo examinaba la fase terminal del conflicto y el hundimiento del r¨¦gimen en el contexto de los intereses de Stalin y de la suicida estrategia de apaciguamiento de las democracias frente al fascismo. Las "conclusiones" incluidas en el tercer volumen -una s¨ªntesis de lo argumentado- parec¨ªan cerrar la investigaci¨®n. Ahora Cr¨ªtica anuncia como una de las piezas fuertes de su rentr¨¦e una especie de "coda" de m¨¢s de 500 p¨¢ginas (El desplome de la Rep¨²blica. La verdadera historia del final de la Guerra Civil) en la que Vi?as -con la colaboraci¨®n de Fernando Hern¨¢ndez- reconstruye la fase final del conflicto y pulveriza algunos de los t¨®picos interpretativos m¨¢s frecuentes a la luz de un informe secreto, y hasta la fecha in¨¦dito, elaborado por la direcci¨®n del Partido Comunista de Espa?a y enviado a Stalin en el verano de 1939. La trilog¨ªa se convierte en tetralog¨ªa (por ahora).
Apellidos
Me llamo Rodr¨ªguez, un apellido que comparto con otros 926.100 espa?oles (ostentamos el tercer nombre de familia m¨¢s com¨²n en nuestro pa¨ªs). De manera que cuando me hago la c¨¦lebre pregunta de qu¨¦ hay en un nombre paso de largo por el m¨ªo. De peque?o pensaba que un apellido tan corriente supondr¨ªa una desventaja para una carrera luminosa en el mundo de las letras. Mi padre me animaba dici¨¦ndome que eso no era un impedimento, y me pon¨ªa como ejemplo a Federico Garc¨ªa, o a Benito P¨¦rez (todav¨ªa no era conocido Gabriel Garc¨ªa). Los que tenemos primer apellido copioso solemos utilizar tambi¨¦n el segundo: nos individualiza (moderadamente). De manera que siempre me han fascinado los nombres poco frecuentes. En el sector editorial abundan: los de Tiziana Bello o Isabel Passion est¨¢n entre mis preferidos. Adoro tambi¨¦n el mestizaje onom¨¢stico, como el de la dirigente ind¨ªgena peruana Daisy Zapata o el del rejoneador benidormino Andy Cartagena (?lo que yo hubiera dado por llamarme as¨ª!), del que recientemente he descubierto su verdadero nombre (Andr¨¦s C¨¦spedes, que tampoco est¨¢ mal). Tambi¨¦n me llaman la atenci¨®n los nombres de los personajes de las novelas (excepto los de las del realismo social, demasiado "colectivos", como el m¨ªo). Javier Mar¨ªas impone a sus personajes estupendos apellidos -Deza, Baringo, Custardoy, Ruib¨¦rriz de Torres-, a menudo inspirados en, o tomados de, los secundarios de su propia familia. Acerca de Tu rostro ma?ana, por cierto, acaba de publicarse en Holanda (por Rodopi) All¨ª donde uno dir¨ªa que no puede haber nada, un reader o libro colectivo (editado por Alexis Grohman y Maarten Steenmeijer) que re¨²ne algunos de los m¨¢s interesantes textos cr¨ªticos (en espa?ol) en torno a la trilog¨ªa mariesca. El ¨²nico problema es que los interesados (y hay que estarlo mucho) tendr¨¢n que pagar por ¨¦l 74 eurillos (r¨²stica, 370 p¨¢ginas): cosas de la edici¨®n acad¨¦mica. Mar¨ªas, que tambi¨¦n es editor, publicar¨¢ en septiembre dentro de su sello Reino de Redonda, y con nota previa de Francisco Rico (uno de los personajes de la mencionada trilog¨ªa), Las v¨ªsperas sicilianas, de Steven Runciman, un estupendo relato de la rebeli¨®n (1282) contra el dominio angevino que abrir¨ªa paso a la posterior influencia en la isla de la Corona de Arag¨®n. El libro, publicado originalmente por Alianza, era inencontrable. Al contrario que mi apellido.
![Ilustraci¨®n de Max.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LTTF2N65JAZD2GVFBJ3VGNSOJ4.jpg?auth=151f74593f5b30ee91f35e74a7307b58d59d25e73b9015abe9663057adcbe312&width=414)
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