Un compendio de errores y enga?os
En nuestra vida pol¨ªtica hay sin duda muchos aciertos. En el Gobierno, se?alar¨ªa la pol¨ªtica social, el apoyo a los m¨¢s d¨¦biles y la pol¨ªtica internacional, con una creciente presencia de nuestro pa¨ªs y del presidente en el exterior. Sin duda es una obra colectiva, pero con un protagonismo especial de la pol¨ªtica discreta y paciente del ministro Moratinos. En el Partido Popular ha sido un indudable acierto su apoyo generoso y abierto para favorecer la existencia del Gobierno constitucionalista de Patxi L¨®pez. Junto a esas valoraciones positivas como ejemplo de lo bueno de la pol¨ªtica espa?ola, hay errores y enga?os que ensombrecen y debilitan las buenas actuaciones.
Si empezamos por un elenco de esos posibles fallos, podr¨ªamos enumerar algunos muy significativos y relevantes. Empiezo por el desprecio a la legalidad de grupos pol¨ªticos catalanes, excepto el PP, que amenazan y desautorizan a priori el resultado que produzca la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la reforma del Estatuto de Catalu?a, demostrando una inmadurez, una ignorancia, una falta de rigor e incluso una tendencia a la prevaricaci¨®n que les descalifica. Su desprecio al Alto Tribunal es un desprecio a las reglas del juego limpio, e ignorancia y mala fe sobre nuestro sistema constitucional. Beneficiarse de ¨¦l cuando creen que favorece y descalificarlo cuando creen que perjudica es mezquino y expresa una falta de rigor y de grandeza.
La preferencia de Zapatero por la juventud frente a la experiencia ha podido propiciar estos lodos
Del lado del PP es ins¨®lita su huida hacia delante lanzando improperios y acusaciones grav¨ªsimas e infundadas, porque no aparece intenci¨®n de probarlas ni de presentar pruebas que las fundamenten. Es un gratuito "?Viva Cartagena!" que convierte a sus dirigentes en lanzadores de palabras sin sentido, al usar el lenguaje m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites en los que es significativo. Wittgenstein, en sus Philosophical Investigations, identificar¨¢ certeramente esos comportamientos en los que el lenguaje "se va de vacaciones y empieza a operar locamente, como una turbina que girase en el aire fuera de sus engranajes".
As¨ª veo intervenciones como las de la se?ora Cospedal y el se?or Arenas y, lo que es m¨¢s grave, ratificadas por el se?or Rajoy. Lanzar "la lengua a paseo" es irresponsable: expresa una categor¨ªa ¨ªnfima y poca grandeza. Es la patolog¨ªa del "fiat iustitia et pereat mundus", es no valorar las consecuencias ni los da?os que producen esos catastrofismos prof¨¦ticos fuera de cualquier racionalidad. No ir¨¢n muy lejos por ese camino ni contribuir¨¢n a ocultar los numerosos casos de corrupci¨®n que les afectan.
En el debe de los socialistas est¨¢n, a mi juicio, unas valoraciones muy desacertadas e inexactas del ministro de Justicia, que me gustar¨ªa atribuir m¨¢s a despiste que a ignorancia, casi imposible en un profesor de Derecho Constitucional como Francisco Caama?o. Me sorprendi¨® que dijera, en declaraciones veraniegas a la prensa, que la no participaci¨®n de m¨¦dicos u otros facultativos en la realizaci¨®n de interrupciones voluntarias del embarazo, no pod¨ªa ser objeci¨®n de conciencia sino desobediencia civil, y que el reconocimiento de una objeci¨®n de conciencia s¨®lo puede provenir de la Constituci¨®n o de la ley, supongo que se refer¨ªa a ley org¨¢nica.
Reconozco que me desconcertaron afirmaciones tan categ¨®ricas y al tiempo tan faltas de fundamento. No puede desconocer que en la despenalizaci¨®n del aborto vigente (por la aprobaci¨®n de un nuevo art¨ªculo bis del C¨®digo Penal) no la ley, pero s¨ª el ¨²ltimo fundamento jur¨ªdico de la sentencia que resolvi¨® el recurso de 50 parlamentarios del PP, reconoci¨® la objeci¨®n de conciencia de m¨¦dicos y otros sanitarios que se negasen a intervenir en el proceso. Esta excusa para no obedecer una obligaci¨®n general est¨¢ vigente y se aplica con normalidad. Igualmente sorprendente fue la afirmaci¨®n de que s¨®lo la Constituci¨®n y la ley pod¨ªan crear la objeci¨®n de conciencia, cuando hemos visto que el mismo caso desmiente su afirmaci¨®n y se?ala una laguna, producto de un olvido o de un desconocimiento.
En ambos casos me inquieta la situaci¨®n, que extiendo a otros problemas referentes al mismo proyecto. Por un lado me gustar¨ªa que no se consumase el error de evitar la consulta (no la autorizaci¨®n) a los padres, que ayudar¨ªa a impedir tensiones e incomunicaciones familiares innecesarias. Por otro lado, si el desconocimiento de la sentencia se?alada es m¨¢s general, me inquieta que en ella se reconocieran derechos al nasciturus y que no se haya pensado en solucionar el tema en una ley de plazos, donde en el periodo general de autorizaci¨®n para interrumpir el embarazo quedar¨ªan en suspenso y sin efecto los "derechos del nasciturus".
Adem¨¢s, parece que el ministro de Justicia, en su anterior condici¨®n, negoci¨® la reforma del Estatuto Catal¨¢n, aunque bajo el criterio presidencial de que "lo que aprob¨¦is en Catalu?a lo aprobaremos en Madrid". Como este tema tiene sus claroscuros y sus interpretaciones pluriformes, quiz¨¢s debieron cuidarse m¨¢s los temas de constitucionalidad en origen, para evitar que quede mucho tajo para el Tribunal Constitucional.
En la preferencia del presidente del Gobierno de la juventud sobre la experiencia, est¨¢ quiz¨¢s el error m¨¢s de fondo que ha podido propiciar estos lodos. Exilios externos como los de J¨¢uregui o L¨®pez Aguilar, o internos como el de Jes¨²s Quijano o Caldera, tienen sin duda mucho que ver con la biso?ez con la que se toman algunas decisiones.
Gregorio Peces-Barba Mart¨ªnez es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid.
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