Matar por la primicia
El ex polic¨ªa y conductor de televisi¨®n Wallace Souza, diputado del Estado de Amazonas, es investigado en Brasil por los asesinatos cometidos para subir la audiencia de su programa
El carro?ero de primicias Wallace Souza sol¨ªa apostarse cerca del lugar donde habr¨ªan de perpetrarse los asesinatos para recibir la llamada telef¨®nica que confirmara su comisi¨®n. Su equipo de TV siempre llegaba al lugar del crimen antes que la polic¨ªa y la competencia.
El cuerpo del proxeneta ultimado en septiembre del pasado a?o a¨²n ard¨ªa en un paraje del puerto de Manaos cuando aparecieron los depredadores de Canal Libre. "Huele a churrasco", coment¨® Souza junto al cad¨¢ver humeante. Micr¨®fono en mano, se tapaba la nariz con la punta de la camisa para acentuar el dramatismo. Aquella barbacoa volvi¨® a reventar los ¨ªndices de audiencia de su sensacionalista programa de sucesos. "Esto est¨¢ claro: se trata de un ajuste de cuentas", resolvi¨® Souza.
"Invadi¨® la casa de mi cliente y lo sac¨® de los pelos, a golpes y gritos", seg¨²n la acusaci¨®n de una abogada
Hace veinte a?os fue expulsado de la polic¨ªa por robo de gasolina y fraude. Siempre quiso ser el jefe del cuerpo
Las macabras puestas en escena terminaron cuando la polic¨ªa sospech¨® de las anticipaciones period¨ªsticas, y un ex militar confes¨® haber matado por encargo del popular Souza, de 51 a?os, ex polic¨ªa y parlamentario del Estado de Amazonas, abundante en sicarios. El reo mataba para multiplicar los ¨ªndices de audiencia y abrirse paso en el mundo del narcotr¨¢fico, seg¨²n la polic¨ªa. Sigue en libertad a la espera de que la Comisi¨®n de ?tica de la Asamblea Legislativa levante su inmunidad y la justicia ordinaria pueda procesarle como autor intelectual de, al menos, seis asesinatos.
"El ¨²nico delincuente bueno es el delincuente muerto", proclamaba el diputado, ganador de su esca?o, en el a?o 2006, casi por aclamaci¨®n. Histri¨®n y gritador de falsete, miraba fijamente a la c¨¢mara de Canal Libre y, fruncido el ce?o, invocaba los derechos del pueblo, las necesidades del querido y desatendido pueblo amaz¨®nico, que ¨¦l habr¨ªa de solucionar como periodista de investigaci¨®n o desde un asiento en el Congreso Federal y la direcci¨®n de la polic¨ªa estatal. "Tenemos que acabar con el flagelo de la delincuencia y con los pol¨ªticos que no la combaten", dec¨ªa.
?C¨®mo actuaron Souza, su hijo Rafael, de 26 a?os, y el sindicato del crimen a las ¨®rdenes de la pareja? Desde el estallido del caso, el 12 de agosto, todo apunta a complicidades policiales en la ristra de fechor¨ªas bajo investigaci¨®n, incluidas el narcotr¨¢fico, la tenencia de armas y el enriquecimiento il¨ªcito de los primeros 15 imputados. Los magistrados designados llevan guardaespaldas porque han recibido amenazas de muerte.
El joven Rafael, encarcelado, recib¨ªa informaci¨®n sobre alijos de coca¨ªna desembarcados en Manaos y proced¨ªa a la selecci¨®n de los sicarios y al asesinato del destinatario, de acuerdo con la acusaci¨®n. Dos p¨¢jaros de un tiro: ¨¦l robaba la droga, y su padre, la audiencia. Las ganancias, a medias. La celeridad del equipo de televisi¨®n era tal que en una ocasi¨®n film¨® la agon¨ªa de un delincuente malherido a balazos. La vida por la primicia y, miel sobre hojuelas, nadie echaba en falta a las v¨ªctimas ni reclamaba una investigaci¨®n a fondo porque todos eran delincuentes habituales.
"Souza y su hijo fabricaban cr¨ªmenes para generar noticias y emitirlas en su programa, y de paso, ejecutar a rivales en el narcotr¨¢fico", seg¨²n Thomas Augusto Vasconcelos, jefe de la unidad de investigaci¨®n de la polic¨ªa de Amazonas, un Estado asolado por el abismo entre ricos y pobres y la rampante criminalidad.
Abducidos por la charcuter¨ªa en directo, m¨¢s de un mill¨®n de sus habitantes sintonizaban el programa para escuchar las arengas del cruzado contra el delito y las soflamas del diputado m¨¢s votado de la regi¨®n, reelegido dos veces desde 1998. Todos idolatraban al hombre que, a buen seguro, ser¨ªa capaz de purgar y dirigir los cuerpos de seguridad del Estado y que, adem¨¢s, arrimaba el hombro en las batidas de la ley contra el bandidaje.
Si los pol¨ªticos y jueces eran unos incompetentes y las autoridades no cumpl¨ªan con su deber ante la comunidad, ¨¦l s¨ª lo har¨ªa. Pistola en mano, protegidos con chalecos antibalas, padre e hijo participaron en allanamientos de viviendas, lanzamiento de botes de humo y maltrato de los detenidos. Una abogada que prefiri¨® no identificarse por miedo al diputado le acus¨® de haber vejado a uno de sus clientes. "Invadi¨® su casa, y lo sac¨® a golpes, bofetadas y gritos, tir¨¢ndole de los pelos y llam¨¢ndole cabr¨®n. Lo vieron muchas personas". El episodio fue oportunamente grabado y emitido en el programa de los sustos, para regocijo de un populacho proclive al linchamiento.
Souza y su hijo ejecutaron actos de vandalismo, rompieron lunas de edificios p¨²blicos y filmaron los destrozos para argumentar contra la intolerable violencia de Manaos, seg¨²n Chico Batata, periodista del Diario do Amazonas: "Cre¨ªan que el p¨¢nico de la gente facilitar¨ªa su ascenso a secretario de Seguridad de Amazonas".
El objetivo no hubiera sido imposible, pues desde su expulsi¨®n del cuerpo de polic¨ªa, por robo de gasolina y fraude, hace dos decenios, la popularidad del predicador subi¨® en flecha entre los pros¨¦litos del sumario destripamiento de los hampones. Obsesionado con el cargo de jefe de la polic¨ªa, trasmutado en salvador de los pobres, encargaba los asesinatos para crispar la ciudad cuando la observaba tranquila, seg¨²n Divanilson Cavalcanti, al cargo de la investigaci¨®n.
El diputado atribuye su ca¨ªda en desgracia a la trampa urdida por sus enemigos pol¨ªticos y los carteles mencionados en su programa. "He sido de los pocos que ha presentado iniciativas legislativas contra el delito organizado, el sistema penal, la corrupci¨®n policial o la pederastia. No hay ninguna prueba material contra m¨ª", declar¨® en conferencia de prensa. Los inspectores encontraron en su domicilio casquillos retirados del lugar de los asesinatos, junto a 250.000 reales (96.000 euros) y 15.000 d¨®lares (10.700 euros) cuya procedencia no pudo justificar.
El arsenal de pruebas que la polic¨ªa asegura tener parece tan cierto como los asesinatos-primicia de Souza, implicado tambi¨¦n en el homicidio frustrado de una juez que le pisaba los talones y en la violaci¨®n de una adolescente de 15 a?os. "La riqueza probatoria contra ¨¦l es inmensa", subray¨® el fiscal Fabio Monteiro.
Pendiente la resoluci¨®n de la Asamblea Legislativa sobre su inmunidad, varios cruces de llamadas telef¨®nicas pinchados por orden judicial probar¨ªan las conexiones entre la banda de sicarios y el parlamentario pistolero, cuyo programa no s¨®lo se adentraba en los aspectos m¨¢s s¨®rdidos de los asesinatos, sino que los resolv¨ªa a su manera.
Pese a todo, el perfil de Wallace Souza en la web de la Asamblea Legislativa de Amazonas, redactado por el diputado y sus amanuenses, y todav¨ªa disponible, subraya el compromiso familiar con la justicia social. "Los Hermanos Coraje, como les llaman, traen esperanzas a las personas menos favorecidas", escriben, "mostrando una realidad desnuda y cruda a fin de llamar la atenci¨®n de los ¨®rganos competentes para que solucionen los problemas".
Narcotraficantes, proxenetas, polic¨ªas y pol¨ªticos eran sentenciados sin piedad por el conductor, acompa?ado por dos hermanos, trepas los dos, concejales de Manaos y aventajados disc¨ªpulos del primog¨¦nito en la perorata pol¨ªtica y el enga?o. Pero Souza no ment¨ªa cuando denunciaba el avasallamiento sexual de ni?as, el estupro, el narcotr¨¢fico y la corrupci¨®n imperantes en Amazonas. S¨®lo que se quedaba corto al excluirse de un mundo que abraz¨® como juez y parte, como padrino en definitiva.
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