'Helic¨®ptero Ben'
Ben Bernanke seguir¨¢ al frente de la Reserva Federal con el fin de pilotar la recuperaci¨®n y poner freno al enorme d¨¦ficit que ha generado la crisis
Ben Bernanke pas¨® hace diez d¨ªas por el Despacho Oval para escuchar lo que ten¨ªa que decirle de Barack Obama. Sin soltar prenda, cogi¨® el avi¨®n hacia Wyoming. Y con las monta?as nevadas de Jackson Hole como tel¨®n de fondo, defendi¨® la gesti¨®n de la Reserva Federal en esta crisis. De cara a la galer¨ªa parec¨ªa otro acto de campa?a para salvar su puesto al frente del banco central de EE UU. No le hac¨ªa falta; sab¨ªa que el presidente confiaba en ¨¦l.
Y es que, como los grandes jugadores de p¨®ker, mirando su semblante es dif¨ªcil saber que pasa por la cabeza Bernanke, incluso en los momentos m¨¢s intensos del caos financiero que hizo temblar a Wall Street. Su capacidad para mantener la calma y no dejarse llevar por las emociones, pero sobretodo su creatividad, evitaron lo que ¨¦l mismo denomin¨® como la Depresi¨®n 2.0.
Bernanke se cri¨® en Dillon, Carolina del Sur, una de las zonas m¨¢s castigadas por la ola de desahucios que azota al pa¨ªs por el efecto combinado de las restricciones en el cr¨¦dito, la recesi¨®n y una tasa de paro que rebasar¨¢ el 10%. La casa donde creci¨® fue intervenida a sus propietarios, incapaces de pagar la hipoteca, en otra de las instant¨¢neas de la peor crisis en ocho d¨¦cadas.
Formado por las universidades de Harvard y el MIT, es un gran estudioso de las causas de la Gran Depresi¨®n de los a?os 30. Sus conocimientos los divulg¨® como profesor en Stanford y Princeton. Hace siete a?os puso su primer pie en la Fed, como miembro del consejo de gobernadores. Despu¨¦s pas¨® a la Casa Blanca, al frente del consejo de asesores econ¨®micos del presidente George Bush, la antesala a la presidencia de la Fed.
El sucesor de Alan Greenspan lleg¨® en febrero de 2006 al banco central con la intenci¨®n restar protagonismo al puesto de presidente. Y fue precisamente su historial acad¨¦mico y su bajo perfil pol¨ªtico lo que caus¨® algunas dudas en Wall Street. La hecatombe financiera lo cambi¨® todo, y le oblig¨® a ejercer un papel mucho m¨¢s activo y visible, rompiendo con tradiciones muy arraigadas, como conceder la primera entrevista televisada en d¨¦cadas y someti¨¦ndose a las inquietudes de la gente corriente.
En el parqu¨¦ dudaron nuevamente de la val¨ªa de Ben Bernanke el pasado oto?o, porque tard¨® en reconocer la severidad de la espiral que estaba creando el colapso de las hipotecas subprime, que dijo estaba contenido, y por permitir la quiebra de Lehman Brother. Ahora le ven como una estrella, como su salvador, y creen que en lugar de poner la carga sobre lo que hizo mal al inicio hay que concentrarse en el resultado de sus acciones.
Es un buen comunicador, pero sobre todo un calculador con mucha cintura. Su estrategia para estabilizar los mercados financieros se asienta sobre dos bases. Por un lado, utiliz¨® los instrumentos comunes de pol¨ªtica monetaria, lo que le llev¨® en diciembre a dejar los tipos de inter¨¦s en la zona cero. En paralelo le dio vida la m¨¢quina de hacer dinero, con instrumentos no convencionales para inyectar liquidez en el mercado de cr¨¦dito y meti¨¦ndose en terrenos no explorados.
Los cr¨ªticos se refieren por eso a ¨¦l como "helic¨®ptero Ben", por un discurso en 2002 en el que parafraseo a Milton Friedman con el uso del termino helicopter drop, es decir, lanzar dinero en la economia para combatir la deflacion en fase de crisis profunda. Entonces, el ahora presidente de la Fed dijo, a prop¨®sito de la deflaci¨®n, que el Gobierno es el ¨²nico que dispone de recursos para crear y movilizar dinero para mantener viva la econom¨ªa. La teor¨ªa la llev¨® a la pr¨¢ctica seis a?os despu¨¦s, distanci¨¢ndose del liberalismo econ¨®mico seguido por su predecesor en el banco central m¨¢s poderoso del mundo.
El primer mandato de Bernanke pasar¨¢ as¨ª los anales de la Reserva Federa como el de la "gesti¨®n de crisis", en la que el economista de Princeton aparecer¨¢ representado como el arquitecto de la mayor intervenci¨®n p¨²blica en los mercados en generaciones. Hasta el punto de haber convertido a la Fed en el prestamista de ¨²ltimo recurso, en sustituci¨®n de la banca privada.
Con Wall Street y el presidente en el bolsillo, ahora debe ganarse al Capitolio, los que deben refrendar la decisi¨®n de Obama. La memoria de los congresistas es amarga. El rescate de la aseguradora AIG y la pol¨¦mica venta de Merrill Lynch a Bank of America le pusieron en la picota, con cr¨ªticas muy duras que le llueven incluso desde el ala republicana. Aunque ser¨¢n duros, no tendr¨¢ problemas para que su nominaci¨®n prospere.
Para su segundo mandato, Bernanke tiene mucho en el plato que digerir. Su principal cometido, y quiz¨¢s el m¨¢s dif¨ªcil, ser¨¢ decidir c¨®mo y cu¨¢ndo va a empezar a desmontar la bater¨ªa de est¨ªmulos monetarios activados hace nueve meses. Y ese es el reto. Tras admitir su error de c¨¢lculo, la reacci¨®n fue tan contundente que ahora se teme que esas medidas se le vuelvan en contra.
Si pisa el freno demasiado pronto, se teme por una reca¨ªda. Pero si mantiene el acelerador demasiado m¨¢s tiempo del debido, corre el riesgo de crear nuevas burbujas especulativas y que se le desboque la inflaci¨®n. Como insisten los analistas, Ben Bernanke es el ¨²nico que tiene una estrategia de salida en la cabeza, por eso era demasiado arriesgado para Obama haber presentado a un sustituto.
Hasta ahora la Fed y el Tesoro actuaron de la mano al hacer frente a la crisis. Los analistas creen que el segundo cometido de Bernanke pasa por proteger la integridad e independencia de la Reserva Federal. Para ello, deber¨¢ abandonar el puesto de copiloto y dejar conducir desde el asiento trasero a la autoridad fiscal, a la que deber¨¢ presionar para que ponga corrija un d¨¦ficit que amenaza con acumular 9,1 billones de d¨®lares (6,4 billones de euros) durante la pr¨®xima d¨¦cada.
Mirando m¨¢s a largo plazo, tambi¨¦n desempe?ar¨¢ un papel determinante en la reforma del marco regulador del sistema financiero. La Casa Blanca propone convertir a la Fed en un superregulador, que vigile a las grandes entidades financieras y de esta manera prevenir que asuman demasiados riesgos que puedan tumbar el sistema. Pero en el Congreso tienen reticencias, y como con otras agencias quiere poder controlar lo que hace la Reserva Federal.
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