R¨ªos de leche
R¨ªos de leche, y miel, era el Para¨ªso so?ado por los pastores de cabras semitas, tanto jud¨ªos como ¨¢rabes. Alguna hur¨ª que otra, pero en un paisaje de r¨ªos de leche (?qu¨¦ peces se dar¨ªan en esos r¨ªos?). Entre nosotros, los propios fundadores del sue?o galleguista, a¨²n sinti¨¦ndose mucho m¨¢s celtas atl¨¢nticos que asi¨¢ticos semitas, tambi¨¦n imaginaron una Galicia como un para¨ªso agrario donde abundantes manadas de vacas rubias y lecheras dar¨ªan sabrosa carne y r¨ªos de leche. Una utop¨ªa, un pa¨ªs que podr¨ªa dar trabajo y alimentar a sus hijos con una econom¨ªa industrial levantada sobre los recursos del pa¨ªs, fundamentalmente la agricultura y la ganader¨ªa. Todav¨ªa recuerdo en el a?o 1977 a un candidato del BN-PG recordando a Castelao: Galicia podr¨ªa ser como Dinamarca, una gran granja pr¨®spera.
Fue nuestro complejo de inferioridad colectivo el que dej¨® desamparada a la agricultura
Justamente en aquellos primeros a?os de recuperaci¨®n de la democracia y la autonom¨ªa comenzamos todos a andar una larga marcha. Es posible que yendo para arriba y luego para abajo, tirando para delante con lluvia y con sol, nos haya ocurrido lo que al tal pueblo elegido que sali¨® de Egipto para ir a una tierra que dec¨ªan que le hab¨ªan prometido y por el camino se olvidaron de Yahv¨¦, de la tierra aquella, y ni caso le hac¨ªan al propio Mois¨¦s. Es posible que en nuestro peregrinar estas d¨¦cadas en pos de una Galicia mejor hayamos olvidado las cosas esenciales tras las que echamos a andar. Pues tenemos democracia, tenemos cierto autogobierno y financiaci¨®n para realizar pol¨ªticas, lleg¨® y sigue llegando dinero europeo a espuertas y sin embargo, nadie se enga?e, los j¨®venes siguen emigrando. Con estudios universitarios o primarios, pero se van a otro pa¨ªs que les ofrezca trabajo y perspectivas. Si tras tantos a?os eso no es un fracaso, entonces es que tampoco s¨¦ lo que es un ¨¦xito.
Entre las cosas que hace a?os ten¨ªamos presentes estaba nuestro campo, nuestra agricultura. Hoy ya no es un tema de debate, nadie se acuerda de ella o en todo caso es un tema secundario y sectorial (este art¨ªculo mismo interesar¨¢ menos que si hablase de los intr¨ªngulis de la pol¨ªtica partidaria). De identificar al campesinado con el alma y la esencia de Galicia, como hicieron los galleguistas hist¨®ricamente, se pas¨® a olvidar que exist¨ªan. De creer que la agricultura ser¨ªa la base de nuestra econom¨ªa y que sostendr¨ªa una industria transformadora -un desarrollo autocentrado basado en nuestros propios recursos-, se pas¨® a verla como un asunto meramente sindical y empresarial. Ya nadie se acuerda de crear un grupo l¨¢cteo gallego, a pesar de que la leche gallega sea la mitad de la producci¨®n espa?ola y que l¨®gicamente deber¨ªa haber sido la marca de calidad de la leche por excelencia. Tantas cosas que han ido quedando por un camino de olvidos y verdaderas traiciones. Hemos llegado a este conselleiro que se present¨® con la tijera: el problema es que sobran explotaciones agrarias y el mercado se encargar¨¢ de eliminarlas. Para eso no nos hace falta pagarle el sueldo a un conselleiro.
El campesinado gallego ni fue ni es el alma de Galicia, aunque en todos los pa¨ªses tienen un lugar muy importante y respetado (los tejanos en EE UU o las familias campesinas de Francia o Alemania), pero siguen siendo una parte muy importante de nuestra poblaci¨®n y de nuestra econom¨ªa. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, sin amparo alguno, han llevado adelante una lucha hist¨®rica. Antes de entrar en la UE, una generaci¨®n invirti¨® el capital ganado en la emigraci¨®n para modernizar las explotaciones familiares, y luego una segunda generaci¨®n pidi¨® cr¨¦ditos apostando por el crecimiento de la producci¨®n de sus explotaciones. Y eso luchando contra las condiciones de entrada de Espa?a en Europa, que olvidaron nuestro campo, y luego con Xuntas y Gobiernos que recortaron las esperanzas y el futuro. Nadie en Galicia se ha actualizado y modernizado tanto como nuestros agricultores y ganaderos, los dem¨¢s a su lado somos se?oritos gandules.
En el fondo, como en tantos aspectos de nuestra vida social, fue nuestro complejo de inferioridad colectivo lo que dej¨® desamparada a la agricultura. Seguimos teniendo miedo a aparecer ante los veraneantes como campesinos, verg¨¹enza de ser quienes somos y venir de quienes venimos. Y ah¨ª est¨¢n una vez m¨¢s nuestros ganaderos luchando por poder producir y vender su leche, nuestra leche. Un r¨ªo de leche.
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