Costumbrismo seudol¨ªrico de Tornatore
La Mostra, adem¨¢s de recibirte con sus invariables se?as de identidad del calor h¨²medo y los tremebundos mosquitos, anunciaba este a?o una remodelaci¨®n de su espacio, e ingenuamente piensas que te vas a librar para siempre de las espartanas y s¨¢dicas butacas de la sala PalaGalileo, que es donde se hac¨ªan las proyecciones de la Secci¨®n Oficial para prensa, radios y televisiones. Pero descubro que se han limitado a cambiarle el nombre a la sala. Ahora se llama Darsena y sigues saliendo con los huesos triturados.
Tambi¨¦n han inaugurado una nueva sala denominada La Perla 2, que combina los efectos de una sauna con asientos de rigidez prusiana. Sospecho que semejantes incomodidades est¨¢n pensadas con alg¨²n noble inter¨¦s. Para que no nos relajemos, para que nos resulte imposible echar una cabezada en el caso de que lo que vemos en la pantalla invite al sue?o. Me parece bien. Los organizadores de este templo de la trascendencia han llegado seguramente a la conclusi¨®n b¨ªblica de que debemos ganarnos el reino del cine con el sudor de la frente y el dolor de huesos.
El director aspira al fresco hist¨®rico, pero todo es en vano, lleno de trampas
Berlusconi dice que a quie no le guste esta pal¨ªcula, es que no entiende de cine
'Rec 2', de Plaza y Balaguer¨®, tiene mucha t¨¦cnica pero escasa imaginaci¨®n
Ayer el peri¨®dico La Repubblica recog¨ªa unas declaraciones de Silvio Berlusconi afirmando que Baar¨¬a, la pel¨ªcula dirigida por Giuseppe Tornatore que ha inaugurado la Secci¨®n Oficial de la Mostra, es una incuestionable obra maestra y que si los espectadores no reconocen inmediatamente esa transparente excelencia es que no entienden nada de cine. La produce Medusa Film, que como pueden intuir ustedes tambi¨¦n pertenece al imperio de Berlusconi, algo nada sorprendente ya que excepto el Vaticano tienes la sensaci¨®n de que todo en Italia posee el mismo due?o. Lo que ignoraba es que entre las aficiones de este impune libertino tambi¨¦n figura la cinefilia y un apabullante sentido cr¨ªtico. O sea que se ha propuesto quitarnos el pan a los profesionales.
Al final de los 150 minutos de Baar¨¬a descubro con enorme alivio que tampoco comparto la menor afinidad con los amores cinematogr¨¢ficos de Berlusconi, que afortunadamente nuestras emociones est¨¢n en las ant¨ªpodas. Giuseppe Tornatore, director que supo vender inmejorablemente sensibler¨ªa y manipulaci¨®n emocional en su aclamada ¨®pera prima Cinema Paradiso (confieso que la primera vez que la vi tambi¨¦n se me escap¨® una l¨¢grima f¨¢cil), intenta hacer su particular Novecento en esta cr¨®nica sobre una familia siciliana a lo largo de 40 a?os. Utiliza el costumbrismo con afanes po¨¦ticos para contar el esplendor del fascismo y su derrota, el desembarco aliado, la ascensi¨®n del Partido Comunista y del sindicalismo, la torva alianza entre la Mafia y la democracia cristiana para sabotear a enemigo tan peligroso.
Tornatore es muy ambicioso en sus pretensiones de crear un fresco hist¨®rico. Intenta combinar la comedia y la tragedia, el realismo y la enso?aci¨®n, la l¨ªrica y el costumbrismo, el tono pintoresco y el rigor documental, la reflexi¨®n existencial y el esteticismo, la ternura y la dureza. Todo en vano, haciendo trampas, obligando abusivamente al espectador al reconocimiento inmediato de buenos y malos, confundiendo la sensibilidad con la cursiler¨ªa, utilizando hasta el v¨®mito la m¨²sica de Morricone para subrayar los sentimientos, mare¨¢ndote con el uso de la gr¨²a para crear planos con permanentes intenciones de arte. Se supone que ocurren cosas apasionantes en la existencia de ese ni?o al que veremos llegar a viejo, pero Giuseppe Tornatore es incapaz de transmitir autenticidad ni emoci¨®n. Baar¨¬a suena a impostada, a oquedad con adornos.El director aspira al fresco hist¨®rico, pero todo es en vano, lleno de trampas Berlusconi dice que a quien no le guste esta pel¨ªcula, es que no entiende de cine
La sociedad creativa que han formado Jaume Balaguer¨® y Paco Plaza obtuvo un resultado notable en Rec. Tambi¨¦n dio una pasta importante. Y pose¨ªan la certidumbre de que hay una clientela juvenil y numerosa que va a pasar por taquilla en las previsibles continuaciones de la saga. Acabamos de ver en la Mostra Rec 2 y ya no me quedan dudas de que se va a perpetuar hasta el infinito esta f¨®rmula de ¨¦xito garantizado, que va a ser m¨¢s numerosa que Pesadilla en Elm Street y La matanza de Texas.
El planteamiento de Rec era inquietante e indudable la sabidur¨ªa de sus autores para fabricar im¨¢genes. En su primera parte exist¨ªa tensi¨®n, tambi¨¦n te permit¨ªa conocer a los personajes que habitaban esa casa maldecida por Satan¨¢s. Sin embargo, en Rec 2 ya no existe desarrollo argumental. Comienzas oyendo infinitos chillidos y viendo bocados al cuello y esa org¨ªa de sangre y de sustos se mantiene hasta el final. No han tenido que exprimirse demasiado el cerebro escribiendo el gui¨®n. Me recuerda al Aliens que dirigi¨® James Cameron. Una sucesi¨®n fren¨¦tica de agresiones, apote¨®sis de la acci¨®n en vez de dosificar el suspense. La buena por supuesto, era la que firmaba Ridley Scott. Tambi¨¦n existe en Balaguer¨® y Plaza una fijaci¨®n excesiva con El exorcista. Rec 2 me fatiga ligeramente aunque no exista ning¨²n tiempo muerto, ni pausa, ni respiro.
Reconozco que sus autores tienen muy claro lo que pretenden hacer y que los adictos van a obtener la dosis que precisan. Mi problema es que no soy un yonqui de este g¨¦nero, que no s¨¦ apreciar sus claves ni su rutina. El producto original me sorprendi¨® muy gratamente. Su continuaci¨®n demuestra mucha t¨¦cnica pero escasa imaginaci¨®n.'Rec 2', de Plaza y Balaguer¨®, tiene mucha t¨¦cnica pero escasa imaginaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.