Tres acordes gloriosos
Status Quo pone a bailar a 1.500 personas con su rock sencillo pero honesto
Se llama Palmira Gonz¨¢lez, cuenta 64 a?os y anoche era una operadora del polideportivo de La Concepci¨®n en d¨ªa de libranza por "asuntos propios". Era digna de verse, con su aud¨ªfono conectado ("estoy como una tapia", gritaba), su pelo cortito, su falda hasta los tobillos y sus gafas, saltando al lado de un treinta?ero sin camisa sudando la gota gorda. Palmira acudi¨® con su hija Victoria, de 24 a?os. "He venido a acompa?arla. Es muy fan y no la iba a dejar sola", apuntaba la joven. La madre segu¨ªa botando mientras explicaba su pasi¨®n: "Los Status Quo son de mi ¨¦poca. Me transmiten alegr¨ªa. No s¨¦ pronunciar los t¨ªtulos de las canciones porque no hablo ingl¨¦s, pero me gustan todas". Hab¨ªa m¨¢s sesentones entre los 1.500 espectadores que casi llenaron La Riviera. Todos, juventud y mayores, se sometieron a una clase de gimnasia por parte de los maestros del boogie and roll.
Lo que interpret¨® anoche Status Quo se aprende en una tarde en el cuarto de casa. S¨®lo se requiere una guitarra. Incluso no es ning¨²n obst¨¢culo si se poseen unas manos con dedos tan r¨ªgidos como palotes de madera. Da igual: se va a conseguir. Tres acordes nada m¨¢s. Pan comido. ?Resta este comentario credibilidad a esta banda se?era del rock and roll con 42 a?os de carrera? En absoluto. Lo de anoche fue un no parar, desde que salieron al escenario bajo la jefatura de los dos m¨ªticos guitarristas y vocalistas, Francis Rossi y Rick Parfitt (ambos 60 a?os), y sonaron los primeros segundos de Caroline. Desde ese momento, y hasta hora y media despu¨¦s, el baile de San Vito se apoder¨® de la sala: botes, gritos, bailes y expansi¨®n de los olores corporales.
Lo que diferencia a Status Quo es que este grupo emana una honradez natural, inspira afecto. Y, claro, cuentan con m¨¢s de una docena de canciones con las que uno sue?a cantar sobre un escenario. Y en su defecto lo hace en un karaoke, como anoche. Sonaron todas (Down down, In the Army now, por supuesto Whatever you want y ese himnazo que es Rockin' all over the world), para terminar con una desbocada versi¨®n de Bye, bye Johnny, del abuelo Chuck Berry. No hubo ni un segundo de sosiego. Y el p¨²blico, claro, se fue camino de casa feliz. Que se lo pregunten a Palmira.
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