Chasco ol¨ªmpico
Dentro de la necesaria euforia que se le requiere a un gobernante para defender sus cosas, a lo mejor, en esto del Madrid ol¨ªmpico, algunos se han pasado de frenada. Est¨¢ bien que nos quieran mantener la moral alta. Pero de ah¨ª a que se nos tome por imb¨¦ciles a los pacientes ciudadanos de esta vilipendiada urbe, hay cola. Un respeto, chavales.
A pesar de todo, tenemos tiempo. Todo un mes antes del examen final en Copenhague, donde concurrir¨¢n las cuatro candidatas: Madrid, Chicago, R¨ªo de Janeiro y Tokio. Humildemente: m¨¢s vale un aviso previo que una patada en los huevos. El jarro de agua fr¨ªa que nos ech¨® encima el COI esta semana puede hacer cambiar las pat¨¦ticas ¨ªnfulas de triunfalismo exhibidas por algunos. Ese camino no nos lleva m¨¢s que al abismo.
Ahora tiene que venir la brillant¨ªsima Sra. Rushmore a sacarnos las casta?as del fuego
Pero hemos empezado mal con la reacci¨®n inmediata. El palo no fue palo, sino "reforzamiento" para el alcalde Gallard¨®n. Mira que pod¨ªa haberse limitado a decir: "Tomamos nota". Pues no. Se le fue otra vez la fuerza por la boca y se le cruz¨® esa vena tan castiza que te pone una venda en los ojos y, aun as¨ª, medio cojo y tuerto perdido te hace exclamar: "?Zemo los mejores!".
Con respecto a Tokio y a Chicago, puede que el hombre tuviera raz¨®n. Parece que el problema es R¨ªo de Janeiro. ?A qui¨¦n no le mola organizar algo en R¨ªo de Janeiro? Hasta un funeral me marcaba yo all¨ª, tan pancho. El problema con Madrid, dice el COI, han sido las presentaciones. Claro, hijos m¨ªos. Todav¨ªa recuerdo la cara de memo que se me qued¨® cuando me encontr¨¦ por el Twitter de Daniel Verd¨² en EL PA?S.com que ninguno de los cuatro capitanes del Real Madrid se dign¨® a presentarse en el Bernab¨¦u como anfitri¨®n. No he vuelto a o¨ªr a nadie recordarlo estos d¨ªas. Pero hay cosas que no se olvidan. Cada uno es due?o de su propio rencor. Apunten los nombres de aquellos interfectos que la cagaron pero bien: Ra¨²l, Iker Casillas, Guti y Michel Salgado. La lista blanca se nos ha te?ido a muchos de negro.
Ahora tiene que venir la, por otra parte, brillant¨ªsima agencia Sra. Rushmore a sacarnos las casta?as del fuego. Encomend¨¦monos a ellos y a su inspiraci¨®n a prueba de bombas, porque lo que es a algunos de nuestros deportistas, m¨¢s vale que los pongamos a fregar suelos.
Pero de paso, hagamos un poco de examen de conciencia. Reflexionemos. ?Para qu¨¦ se nos han antojado ahora unos Juegos Ol¨ªmpicos? A nadie le amarga un dulce, me dir¨¢n unos. No seamos cenizos, me advertir¨¢n otros. Pero, en serio: aparte de para que Gallard¨®n nos olvide, traslade su complejo de Rams¨¦s a otros lares y logre ser presidente del Gobierno... ?para qu¨¦? ?Estamos dispuestos a otro calvario de obras? ?A un sacrificio m¨¢s como aquella locura de la M-30 que ahora no hay quien la acabe por arriba porque no nos queda un euro para rematar? Aun as¨ª, ahora, ?queremos m¨¢s?
Pues con todas las palpables desventajas y calvarios que nos supondr¨ªa ganar esa carrera, no nos vendr¨ªan nada mal unos Juegos Ol¨ªmpicos. Curar¨ªan de golpe esa extra?a epidemia de espa?olismo exclusivo y guardiana de las esencias de los Reyes Cat¨®licos que est¨¢ emponzo?ando a la ciudad. Le dar¨ªa de nuevo al foro cosmopolitismo, apertura, ambici¨®n global, modernidad. Podr¨ªa incluso reordenar de una vez por todas el caos perpetuo de una capital dejada durante d¨¦cadas en manos de los proxenetas de la construcci¨®n y el urbanismo chabacano.
Volver¨ªa a ser Madrid la ciudad abierta que corre el peligro de dejar de ser. Se alejar¨ªa de ese ba?o de casticismo sin tregua que le est¨¢n aplicando peligrosamente desde otras instituciones dominadas por el aguirrismo. Al ya cansino ondeo constante de banderitas espa?olas en los coches, las mu?ecas y los balcones le trufar¨ªamos otras que nos regalar¨ªan mayores perspectivas. A lo mejor, lo que han visto los responsables del COI en esos defectos de presentaci¨®n es demasiada caspa, demasiado reflujo antiguo de caverna y muy poca ambici¨®n de aut¨¦ntica urbe moderna.
No s¨¦ si ser¨¢ cosa de las leyes antidopaje. Para m¨ª que eso suena a bobada, ya que es de caj¨®n que deben prevalecer las normas internacionales. Tampoco reconocer¨¢ nadie que han podido influir improvisaciones de ¨²ltima hora, una cuesti¨®n que en este pa¨ªs sigue siendo gen¨¦tica. El caso es que, por lo que m¨¢s quer¨¢is, majetes, voy a dec¨ªroslo en plan yanqui: poneos las pilas, arregladnos esto y traednos los Juegos a casa.
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