Pasar por los aros
El alcalde se ha descartado de un naipe arriesgado al reclamar la responsabilidad de que esta ciudad sea designada sede ol¨ªmpica dentro de siete a?os. Nadie le podr¨¢ exigir m¨¢s compromiso si los rabadanes que deciden ese asunto se decantan por otro lugar. Personalmente felicito al regidor por esa actitud, que le deja las manos libres para seguir reformando esta urbe.
Quienes nos dedicamos a este perro oficio en el pasado, sab¨ªamos que, salvo raras excepciones, criticar, censurar, meterse con los alcaldes era uno de los pocos desahogos permitidos. No siempre sal¨ªan las cosas como se planeaban y recuerdo dos encontronazos con sendos capitostes. Uno, el a?o 1952, reci¨¦n salido el semanario El Caso, cuando uno de nuestros fot¨®grafos (ten¨ªamos dos) pasaba por el puente de Segovia casi en el mismo instante en que el tranv¨ªa, que bajaba hacia el puente de Segovia, se desbocara de las carcomidas v¨ªas para empotrarse contra la bella y dura piedra. Varias docenas de muertos fue el balance. Nuestra emoci¨®n profesional naufrag¨® en las oficinas de la censura. El alcalde, que lo era el conde de Santa Marta de Babio, se pas¨® parte de la noche en aquellas dependencias para cerciorarse del silencio de un reci¨¦n nacido semanario de sucesos que pose¨ªa un abundante material gr¨¢fico del luctuoso evento. Ni una l¨ªnea, ni una foto. No estuvo solo el se?or alcalde, al d¨ªa siguiente, con enorme celeridad, el requerimiento del juez de guardia conminando la entrega de las fotos, los negativos y los carretes obtenidos. ?Para hacer justicia? ?Ja! Nunca nos fue devuelto aquel material donde se advert¨ªa la enorme e insoslayable responsabilidad, pues el abandono de aquel tramo hab¨ªa sido ya citado por otros diarios. La pol¨ªtica municipal y la magistratura marchaban de consuno. Siempre ha sido as¨ª.
Los Juegos Ol¨ªmpicos son la manera de remozar la ciudad, rejuvenecerla, vitalizarla
La segunda ocasi¨®n tuvo como protagonista al funesto Arias Navarro y el timo de la imprenta que sufr¨ª, por parte de la Secretar¨ªa General del Movimiento. Gajes del oficio y cosas que pasaban en una dictadura y que consider¨¢bamos con cierto enojo y mansedumbre.
En general, la prensa consideraba a los corregidores como mu?ecos del pim-pam-pum hacia donde dirigir la incomodidad transitoria de los mun¨ªcipes, o sea, los que viv¨ªamos en los municipios. Ahora tenemos a la ciudad patas arriba, cortadas calles vitales para la circulaci¨®n, instalado el caos circulatorio y abolido el reposo de muchos ciudadanos. El alcalde se ha propuesto reformar y embellecer la Villa y lo est¨¢ consiguiendo. Para m¨ª es un esfuerzo meritorio que los madrile?os del futuro agradecer¨¢n. En lo que me permito disentir es en el alhigu¨ª que nos ponen con los dichosos Juegos. Cuando algo de esto tiene lugar no es exacto recurrir a la poblaci¨®n, pues no son m¨¢s que un remedo del encuentro Madrid-Bar?a, quiz¨¢s con m¨¢s gente y con una duraci¨®n mayor que los 90 minutos.
Quien haya vivido en ciudades donde se celebran sabe que los espectadores directos son una minor¨ªa, aunque retengan la atenci¨®n de millones de telespectadores. Si descontamos a los participantes, invitados, "carotas" y familiares, son pocos, comparativamente, los que se retratan en las taquillas. El constre?ido aforo de las instalaciones deportivas lo demuestra y la multitud de ciudadanos, si es gustosa, apenas podr¨¢ ver, gratis y en directo, el desfile inicial de los atletas.
Los Juegos y algunos otros acontecimientos concitan la atenci¨®n general, centuplicada por la difusi¨®n televisiva, radiof¨®nica y las amplias y sesudas rese?as de la prensa escrita. De lo que no cabe duda es que significan una ocasi¨®n, un acicate, un pretexto para acometer obras p¨²blicas que exceden lo l¨²dico y quedar¨¢n en beneficio de la ciudad. Ah¨ª est¨¢n los ejemplos barcelon¨¦s y sevillano, sobre un pasado infecto e insalubre. Es la manera de remozar una ciudad, rejuvenecerla, vitalizarla, aunque dudo del entusiasmo popular porque padecen el trabajo, el reposo, la alteraci¨®n de las costumbres.
Pienso que es una excelente oportunidad y un meritorio esfuerzo. L¨¢stima que no se haya aprovechado para, en medio del barullo, haber restituido los tranv¨ªas, en mala hora suprimidos. De momento, nos toca pasar por el aro, luego vendr¨¢n los otros. eugeniosuarez@terra.es
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