El pacto improbable
PSOE y PP evidencian la contradicci¨®n entre urgencias econ¨®micas e intereses partidistas
La comparecencia en el Congreso del presidente del Gobierno para analizar la situaci¨®n de la econom¨ªa dej¨® ayer clara la distancia que separa al Ejecutivo del principal partido de la oposici¨®n en materia de pol¨ªtica econ¨®mica. Zapatero present¨® su pretensi¨®n de subir "moderadamente" los impuestos, un 1,5% del PIB, para contribuir a cerrar la enorme brecha que se est¨¢ abriendo en las finanzas p¨²blicas y se encontr¨® con el rechazo frontal del PP. Mariano Rajoy le ofreci¨® un pacto pol¨ªtico para reducir el gasto p¨²blico, pero a condici¨®n de renunciar a cualquier subida de impuestos: Zapatero dijo no.
Una lectura pol¨ªtica de lo ocurrido ayer en el Congreso concluir¨ªa que una parte de la izquierda parece dispuesta a pactar la subida de impuestos (que no es tan moderada como proclama Zapatero) con el Gobierno, que CiU se aleja de las posiciones econ¨®micas del Ejecutivo y que el PNV mostr¨® su buena disposici¨®n a pactar los Presupuestos. Eso y que todos los grupos pol¨ªticos acusan al Gobierno de practicar una pol¨ªtica econ¨®mica improvisada, algo en lo que no les falta raz¨®n. El problema de fondo que explica las dificultades para articular una pol¨ªtica coherente y continuada contra la crisis es que hay muy pocas posibilidades de entendimiento entre el Gobierno y el PP. Rajoy acierta al proponer un pacto para racionalizar el gasto p¨²blico (es decir, para decidir de d¨®nde se recorta y para legitimar la medida ante la opini¨®n p¨²blica) y ordenar las finanzas del Estado; pero yerra al poner condiciones previas (que no se suban los impuestos).
El PP sabe que el desmesurado coste de la crisis puede llevar a las finanzas del Estado a una situaci¨®n insostenible, con d¨¦ficit superiores al 8% o el 10% del PIB; ning¨²n programa de reducci¨®n del gasto es suficiente para tapar ese agujero. La subida de impuestos puede ser obligada, siempre que se acierte en el momento adecuado para que no obstaculice la recuperaci¨®n. Y eso, decidir cu¨¢ndo, c¨®mo, d¨®nde y cu¨¢nto, tambi¨¦n deber¨ªa formar parte de ese pacto entre ambos partidos, y no ser excluido a priori de ¨¦l, que es lo que hizo ayer Rajoy.
Tampoco Zapatero ofreci¨® otra cosa que un discurso gen¨¦rico y de optimismo voluntarista. De la subida fiscal que propone s¨®lo se sabe que no afectar¨¢ a las rentas del trabajo y los pactos sobre educaci¨®n y energ¨ªa que reclama son tierra inc¨®gnita. Por fin ha aceptado que, aunque la econom¨ªa toque fondo -algo que todav¨ªa no ha sucedido-, ello no es sin¨®nimo de recuperaci¨®n y mucho menos de creaci¨®n de empleo; y que el mercado laboral espa?ol sufrir¨¢ elevadas tasas de paro durante varios trimestres. Pero la econom¨ªa espa?ola no se va a recuperar al mismo tiempo que las de Francia o Alemania. Y Zapatero sigue sin distinguir bien entre una pol¨ªtica econ¨®mica anticrisis y las decisiones encaminadas a cambiar el patr¨®n de crecimiento. Tienen tiempos distintos de maduraci¨®n.
La econom¨ªa espa?ola necesita con urgencia un plan financiero p¨²blico que elimine los est¨ªmulos econ¨®micos que no funcionan, decida otros que s¨ª mejorar¨¢n la actividad y el empleo a corto plazo, y determine qu¨¦ impuestos hay que subir y qu¨¦ gastos recortar para cumplir con los compromisos de d¨¦ficit a medio plazo. Lo necesita desde hace tiempo y el presidente no ha querido o no ha sabido organizarlo, porque prefiere su estilo habitual de pactos ocasionales y de ir tirando. Tiene la coartada perfecta. Las diferencias ideol¨®gicas en la C¨¢mara dificultan un pacto global. Es cierto; aunque no deber¨ªa ser as¨ª. Si hay un problema que requiera el acuerdo entre los dos grandes partidos es conciliar tres objetivos esenciales: gasto en protecci¨®n social, inversi¨®n para estimular la recuperaci¨®n y control del d¨¦ficit. La culpa es de ambos l¨ªderes. Pero quien gobierna es Zapatero. Suya es la responsabilidad de c¨®mo van las cosas.
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