Obama echa el resto
El presidente apela al Congreso y al pa¨ªs para evitar el marasmo de su reforma sanitaria
Barack Obama ha decidido llevar a los estadounidenses su m¨¢s ambicioso proyecto legislativo, el de la reforma sanitaria. Cansado de meses de batallas parlamentarias y alertado por el descenso en su popularidad que reflejan los sondeos, el presidente de EE UU ha expuesto ante las dos C¨¢maras del Congreso las l¨ªneas fundamentales de un plan que todav¨ªa est¨¢ poco claro para la mayor¨ªa de sus compatriotas. Quiz¨¢ sea la ¨²ltima oportunidad para rescatar del precipicio la iniciativa dom¨¦stica m¨¢s relevante de su presidencia.
La reforma sanitaria de EE UU, donde decenas de millones de personas carecen de cualquier cobertura, colea desde hace 65 a?os. Ning¨²n otro tema de semejante calado ha brotado pol¨ªticamente tantas veces para morir otras tantas, reflejo de los gigantescos intereses privados que concita. El Obama apasionado, que defendi¨® el mi¨¦rcoles su proyecto, intentaba no s¨®lo convencer a los parlamentarios estadounidenses (a la oposici¨®n republicana se suman disensiones en las filas dem¨®cratas), sino trasladar a los ciudadanos que su autoridad permanece intacta y que cabe esperar del inquilino de la Casa Blanca la misma firmeza en la defensa del plan que la que transmiti¨® como candidato electoral.
Obama ha denunciado las mentiras y la confusi¨®n con que la derecha republicana intenta liquidar el proyecto. Y reclama la superioridad moral de su discurso, invocando al fallecido senador Ted Kennedy, al se?alar que est¨¢n en juego principios fundamentales de justicia social y el propio car¨¢cter de Estados Unidos. El presidente ha precisado por primera vez el alcance econ¨®mico de la reforma, 900.000 millones de d¨®lares en 10 a?os, destinados b¨¢sicamente a ampliar la cobertura del programa Medicaid para los pobres y subsidiar a los americanos de ingresos modestos para que suscriban p¨®lizas de asistencia sanitaria. Ese dinero, asegura, no provendr¨¢ de nuevos impuestos, sino de la racionalizaci¨®n del sistema actual. Y promete que el cambio no aumentar¨¢ el descomunal d¨¦ficit de EE UU.
Clinton protagoniz¨® hace 16 a?os una intervenci¨®n similar que durmi¨® el sue?o de los justos. Obama va a necesitar m¨¢s que oratoria para que el Congreso apruebe este a?o una ley aceptable. Entre otros, tiene el reto de poner firmes a sus propios parlamentarios si quiere mantener su credibilidad y liquidar de una vez por todas la inaudita asignatura pendiente de la primera potencia del mundo.
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