En la celda de los generales
EL PA?S entra en la prisi¨®n donde Hugo Ch¨¢vez encierra a compa?eros de armas desafectos. Uno de ellos, el general Baduel, repuso en el poder al presidente venezolano tras la intentona golpista contra ¨¦l en 2002
La ¨²ltima vez que Hugo Ch¨¢vez y Ra¨²l Isa¨ªas Baduel se hablaron fue el 17 de julio de 2007: el d¨ªa en que Baduel entreg¨® el mando del Ministerio de la Defensa de Venezuela y, al mismo tiempo, se convirti¨® en un traidor para el Gobierno. Pasado el momento del protocolo, y despu¨¦s de un discurso de despedida donde el general carg¨® contra el capitalismo de Estado y record¨® el fracaso del socialismo real, Ch¨¢vez tom¨® a Baduel por los hombros y con media sonrisa brome¨® en privado: "Ahora que vas a tener bastante tiempo, me imagino que te vas a ir a tus latifundios". Dijo "latifundios", esa invenci¨®n burguesa a la cual su revoluci¨®n le hab¨ªa declarado la guerra. "?Qu¨¦ latifundios?", se pregunt¨® Baduel. Dos semanas m¨¢s tarde, cuando comenzaron a investigarle por la supuesta posesi¨®n de tierras, pisos y coches que ni en mil a?os habr¨ªa podido costear con su sueldo de ministro, el general comprendi¨® que la frase de Ch¨¢vez hab¨ªa sido una amenaza velada. "Enriquecimiento il¨ªcito" es uno de los tres cargos de los que le acus¨® la Fiscal¨ªa Militar en abril de 2009 y por los que ya lleva cinco meses en prisi¨®n.
Wilfredo Barroso y Carlos Mill¨¢n est¨¢n acusados de urdir un plan para asesinar al presidente Ch¨¢vez
Tras 20 a?os de amistad, Ch¨¢vez acusa ahora al general Baduel, al que llamaba Papa, de enriquecerse ilegalmente
Son prisioneros sin juicio. "Los presos pol¨ªticos tenemos fecha de entrada en la c¨¢rcel, pero no fecha de salida"
La oposici¨®n sospecha que el proceso a los militares fue montado como distracci¨®n ante el ¨²ltimo refer¨¦ndum
Hasta ese 17 de julio de 2007, Ch¨¢vez apodaba a Baduel Papa, sin acento y con cari?o. No est¨¢ claro si en honor a la amistad de m¨¢s de veinte a?os que los un¨ªa, o a prop¨®sito de los aires m¨ªsticos que envuelven a Baduel. Un general que se declara cat¨®lico con un toque de tao¨ªsta, lector de la C¨¢bala y que se despide siempre en sus cartas y discursos con la misma frase: "Que Yahv¨¦, Elohim de los Ej¨¦rcitos, Supremo hacedor de todas las cosas, bendiga y guarde por siempre a la Rep¨²blica Bolivariana de Venezuela". M¨ªtico por haber sido uno de los cuatro militares que en 1982 jur¨® con Ch¨¢vez "no dar descanso" a su brazo hasta instituir en Venezuela "una democracia a favor de los m¨¢s pobres", y por haber restituido a Ch¨¢vez en el poder el 11 de abril de 2002, cuando un intento golpista pretendi¨® derrocarlo. El 2 abril de 2009, Papa fue detenido en medio de un gran despliegue militar. "Me secuestraron", afirma. "Iba en mi coche, con mi esposa, me cortaron el paso con varios veh¨ªculos. Bajaron de ellos varios hombres sin identificaci¨®n y nos apuntaron a la cabeza, con las pistolas listas para disparar. Ante el riesgo, no opuse resistencia. Al d¨ªa siguiente me presentaron ante el tribunal que decidi¨® mi reclusi¨®n".
Baduel comparte hoy un calabozo del Centro Nacional de Procesados Militares con otros dos oficiales que tambi¨¦n formaron parte del alto mando militar de Hugo Ch¨¢vez: el general de divisi¨®n Wilfredo Barroso y el almirante Carlos Mill¨¢n Mill¨¢n, acusados hace un a?o de "magnicidio" y luego de "rebeli¨®n militar"; los ¨²nicos detenidos por ese delito, a pesar de que en diez a?os el Gobierno venezolano ha denunciado 28 supuestos intentos de golpe de Estado y magnicidio.
A la celda que comparten, la primera a la izquierda en la tercera planta del edificio, le llaman "la celda de los generales". Se trata de un dormitorio-cocina-sala de estar de unos 50 metros cuadrados. En el extremo derecho hay una ducha, un par de servicios y dos lavamanos con goteras, en los que se alterna un cartel cada semana: "Da?ado. No utilizar".
-Han ido remodelando todos los calabozos, pero ¨¦ste lo han dejado para el final -se queja uno de los generales.
La cama de la izquierda y la biblioteca compuesta por El tercer Jes¨²s, de Deepak Choopra; la Biblia, un tomo de las ense?anzas de Juan Pablo II y un ejemplar de Los tontos mueren, de Mario Puzzo, son de Ra¨²l Isa¨ªas Baduel: 55 a?os, ministro de Defensa entre 2006 y 2007, el hombre que rescat¨® a Hugo Ch¨¢vez de la isla adonde lo llevaron los golpistas el 11 de abril de 2002 y lo devolvi¨® al poder 48 horas despu¨¦s. Tambi¨¦n es de Baduel el reproductor de CD, con el que pincha cantos gregorianos.
La cama del fondo, con tres estatuillas de la Virgen sobre el peque?o armario y la estampa de Jes¨²s de Nazaret colgada en la pared corresponden al almirante Carlos Mill¨¢n Mill¨¢n: 54 a?os, y hasta hace tres, jefe del Estado Mayor Conjunto y segundo de a bordo del Ministerio de Defensa.
-Los tres somos cat¨®licos. Durante el d¨ªa nos dedicamos a la lectura, a las pr¨¢cticas religiosas, a comentar la situaci¨®n interna del pa¨ªs y a hacer ejercicio para estar en forma. Yo he rebajado 18 kilos desde que llegu¨¦ aqu¨ª y me encuentro mejor que nunca -dice Carlos Mill¨¢n Mill¨¢n, al tiempo que se toca el abdomen.
La m¨¢quina de hacer ejercicio es del general Wilfredo de Jes¨²s Barroso, el que est¨¢ tendido en la cama de la derecha, leyendo El Zohar, el libro fundamental de la C¨¢bala: hasta 2004, jefe del Estado Mayor General de la Guardia Nacional, el cuerpo militar con m¨¢s presencia en el pa¨ªs antes de que Ch¨¢vez ordenara la creaci¨®n de la milicia bolivariana de reservistas.
-Aqu¨ª no tenemos privilegios ni exigimos privilegios. El trato siempre ha sido respetuoso, salvo el allanamiento del 1 de septiembre.
Se refiere al d¨ªa en que el coronel Pablo Rodr¨ªguez, director de contrainteligencia de la Direcci¨®n de Inteligencia Militar (DIM), dio la orden de "tumbarle la celda a los generales". Sus oficiales lanzaron al suelo lo que encontraron a su paso, requisaron los armarios, las camas. Buscaban un tel¨¦fono m¨®vil. Sobre la alacena m¨¢s grande, a la vista de todos, hay cuchillos de cocina de todos los filos y tama?os a los que no les dieron mayor importancia. Para la contrainteligencia es m¨¢s peligroso que los generales dispongan de un tel¨¦fono m¨®vil.
Carlos Mill¨¢n Mill¨¢n y Wilfredo Barroso se encontraban en situaci¨®n de retiro, sin mando de tropas, cuando vieron por televisi¨®n la noticia de que eran los coautores de un plan para asesinar a Hugo Ch¨¢vez. El 10 de septiembre de 2008, el programa de opini¨®n La hojilla, que transmite el canal del Estado, difundi¨® varias grabaciones telef¨®nicas en las que se escucha a un supuesto grupo de oficiales urdir una estrategia para derrocar al jefe del Estado. Dos de esas voces, seg¨²n el comentarista, corresponden a Barroso y a Mill¨¢n. Al d¨ªa siguiente, ambos se personaron en la Fiscal¨ªa Militar para conocer los cargos en su contra.
-Fuimos a la Fiscal¨ªa creyendo en el sistema judicial y porque el que nada debe, nada teme -explica Carlos Mill¨¢n-. Pero, por el contrario, en nuestro caso se han violado todos los procedimientos establecidos en la Constituci¨®n y en el C¨®digo de Justicia Militar. Se nos acus¨® primero de magnicidio, y no hay un muerto. Luego se nos acus¨® de instigaci¨®n a la rebeli¨®n, y no hay instigados.
Los abogados de Mill¨¢n y Barroso sostienen que las grabaciones por las que se les acusa son un montaje: retazos de conversaciones telef¨®nicas, burdamente editadas, que juntas transcriben parcialmente lo que sigue:
Voz en off, atribuida a Wilfredo Barroso: "Aqu¨ª el objetivo es uno s¨®lo... vamos a tomar el Palacio de Miraflores... vamos a tomar las plantas televisoras... Ok, el objetivo tiene que ser uno s¨®lo... es decir, todo el esfuerzo a donde est¨¢ el se?or... si est¨¢ en Miraflores, hacia all¨¢ todo el esfuerzo".
Voz en off atribuida a Carlos Mill¨¢n Mill¨¢n, que responde a la pregunta de un interlocutor desconocido sobre si es posible tomar la Comandancia General de la Armada: "S¨ª, el comandante del cuartel...No, f¨ªjate, en caso de una emergencia, que t¨² sepas que est¨¢n asaltando la comandancia, entonces tienes que esperar que llegue el (batall¨®n) Bol¨ªvar con las unidades a darle apoyo y el Bol¨ªvar en este caso est¨¢ de nuestro lado".
Voz en off de un tercer conspirador, que se atribuye al mayor El¨ªmenes Labarca, retirado de la Aviaci¨®n desde 1999 y preso en el segundo piso de la misma c¨¢rcel que Barroso y Mill¨¢n: "Una de las acciones que pudiera ser es volarlo [el avi¨®n presidencial de Hugo Ch¨¢vez] ... capturarlo con aviones en el aire".
-Cuando se orden¨® nuestra detenci¨®n -argumenta Barroso en su defensa-, yo ten¨ªa dos a?os sin visitar una instalaci¨®n militar. La DIM interrog¨® a todos los comandantes de unidades, tratando de buscar una conexi¨®n de oficiales en activo con nosotros, y no encontr¨® nada. Los ¨²nicos testigos que promovi¨® la Fiscal¨ªa son conserjes, vigilantes y ancianas.
"Tenemos un aparato de inteligencia y contrainteligencia muy eficaz. Sab¨ªamos de las denuncias, pero la verdad verdadera es que los detalles los supimos cuando ¨¦l (el comentarista de Venezolana de Televisi¨®n) los hizo p¨²blicos", fue lo ¨²nico que atin¨® a decir sobre las grabaciones el general Jes¨²s Gonz¨¢lez Gonz¨¢lez, jefe del Comando Estrat¨¦gico Operacional y segundo hombre m¨¢s importante del Ministerio de la Defensa. Despu¨¦s, una comisi¨®n de diputados del Partido Socialista Unido de Venezuela a?adi¨® al expediente fotograf¨ªas de avenidas por las que transitar¨ªa Hugo Ch¨¢vez, supuestamente tomadas de un ordenador incautado a Barroso; un v¨ªdeo de un F-16 en vuelo y la imagen de un lanzacohetes AT-4 con el que ser¨ªa derribado el avi¨®n presidencial; el mismo modelo de lanzacohetes incautado a la guerrilla de las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC), que eran propiedad de Venezuela y que, seg¨²n el presidente Ch¨¢vez, son chatarra militar.
En un a?o, Barroso y Mill¨¢n no han sido llevados a juicio. Tres veces se han suspendido las vistas en sala de audiencia, con tres excusas distintas: porque renunci¨® el defensor p¨²blico de uno de los acusados; porque, por error, convocaron el juicio para un d¨ªa festivo, y porque no hay juicios durante las vacaciones judiciales. Si a¨²n no han sido condenados, ?cu¨¢ndo creen que saldr¨¢n? Responde Barroso: "Los presos pol¨ªticos tenemos fecha de entrada en la c¨¢rcel, pero no fecha de salida".
El edificio, construido en la cima de una colina sembrada de eucaliptos, a 30 kil¨®metros de Caracas, fue acondicionado en 1992 como prisi¨®n militar para recluir al teniente coronel Hugo Ch¨¢vez Fr¨ªas y a los oficiales que le acompa?aron en el fallido golpe del 2 de febrero de ese a?o contra el gobierno de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez (finalmente, Ch¨¢vez qued¨® detenido en un penal para presos comunes). Desde que ocupa la presidencia de la Rep¨²blica, Ch¨¢vez utiliza esta c¨¢rcel para encerrar a enemigos pol¨ªticos y antiguos compa?eros de armas que se han enfrentado a su Gobierno.
Ya han pasado por las mismas celdas el general Francisco Us¨®n, ex ministro de Finanzas del Gobierno de Ch¨¢vez, condenado en 2004 a cinco a?os y medio de prisi¨®n por el delito de "ultraje a la Fuerza Armada", en libertad condicional desde 2007; el ex presidente de la Confederaci¨®n de Trabajadores de Venezuela, Carlos Ortega, condenado en 2005 a 15 a?os de prisi¨®n por promover la huelga petrolera de diciembre de 2002 contra el Gobierno, y ahora en fuga; el capit¨¢n Otto Gebauer, condenado en 2007 a 12 a?os, seis meses y 12 horas de prisi¨®n por "insubordinaci¨®n militar" y "privaci¨®n ileg¨ªtima de la libertad del presidente Hugo Ch¨¢vez" en grado de complicidad (cometidos el 11 de abril de 2002). Y el autor material e intelectual del delito que se le imputa a Gebauer, el coronel Luis Beltr¨¢n Vahamonde Rojas, condenado a tres a?os y dos meses de prisi¨®n, y puesto en libertad al cumplir un tercio de la pena.
El capit¨¢n Gebauer es el ¨²nico militar que sigue tras las rejas por el golpe de Estado del 11 de abril de 2002. Ocupa una de las celdas situadas frente a la de los generales. Se lleva bien con Barroso y con Mill¨¢n. Pero a Baduel ni le dirige la palabra. Gebauer fue el oficial que custodi¨® a Hugo Ch¨¢vez, como presidente depuesto, desde la madrugada del 11 de abril de 2002 hasta la noche del 13 de abril, cuando fue restituido en la presidencia con la ayuda de Baduel. A Gebauer se le conoce como el hombre que vio llorar a Hugo Ch¨¢vez.
-Mi misi¨®n era evitar que el personal subalterno observara a Ch¨¢vez en las condiciones deplorables en las que estaba: demacrado, hinchado de tanto llorar, un presidente dispuesto a irse de Venezuela para Cuba. Se ha tratado de crear una imagen irreal de la actuaci¨®n de Ch¨¢vez el 11 de abril. Pero no me van a decir a m¨ª, que lo vi, que Ch¨¢vez estaba dispuesto a inmolarse por el pueblo de Venezuela.
Ya que comparten la misma c¨¢rcel, ?no ha sentido la curiosidad de conversar con el general Baduel sobre las dos versiones que tienen del 11 de abril? "La verdad es que no. No he tenido tiempo para eso".
Gebauer no conf¨ªa en Baduel. Tampoco buena parte de la oposici¨®n pol¨ªtica venezolana, que sostiene que todo el proceso contra ¨¦l y los generales Barroso y Mill¨¢n fue para distraer la atenci¨®n antes del refer¨¦ndum constitucional de diciembre de 2007, en el que se vot¨® la posibilidad de reelecci¨®n indefinida de Ch¨¢vez.
-Se ha dicho que nuestro caso fue un montaje. Que ¨¦ramos chavistas, cuando nunca lo hemos sido, cuando ascendimos a generales por m¨¦ritos y antig¨¹edad. Por eso nadie habla de nosotros -se queja Barroso.
Los nombres de Baduel, Barroso y Mill¨¢n rara vez se incluyen en las listas de presos pol¨ªticos venezolanos. Sus antiguos compa?eros de armas mandan decir a trav¨¦s de sus mujeres que les recuerdan, pero tampoco van a verlos por miedo a represalias. Es la secuela del sistema de delaciones que, seg¨²n los generales, Ch¨¢vez ha sembrado en la Fuerza Armada Nacional. La ley del "todos contra todos", que funciona en Venezuela dentro y fuera de los cuarteles.
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