El alegato final de Ted Kennedy
El senador dem¨®crata dej¨® constancia en sus memorias de su tormento por la muerte de una secretaria en 1969
En sus esperadas memorias p¨®stumas, publicadas ayer en Estados Unidos, Edward Kennedy detalla el dolor vivido tras los asesinatos de sus dos hermanos en los a?os sesenta, su lenta consolidaci¨®n pol¨ªtica en el Senado y sus recuerdos sobre un incidente que marcar¨ªa para siempre su carrera pol¨ªtica y pesar¨ªa en su conciencia para el resto de su vida: la muerte de una mujer de 28 a?os en un accidente de tr¨¢fico en 1969, ahogada en un coche que el joven Kennedy conduc¨ªa despu¨¦s de una fiesta en una isla de Massachusetts.
El senador trabaj¨® en su autobiograf¨ªa durante los ¨²ltimos dos a?os, con la ayuda de unos cuadernos de notas que hab¨ªa elaborado durante m¨¢s de medio siglo. Comenz¨® a escribirla antes de que le diagnosticaran un tumor cerebral en mayo de 2008. La ¨²ltima versi¨®n esperaba sus correcciones cuando muri¨®, el 25 de agosto, a los 77 a?os. Las agencias de informaci¨®n aseguran que la editorial Twelve ha pagado casi seis millones de euros por el volumen, titulado True Compass, una expresi¨®n en ingl¨¦s que significa br¨²jula verdadera.
Su ¨²ltima petici¨®n a la naci¨®n es el derecho b¨¢sico a la asistencia sanitaria
De entre todas sus p¨¢ginas, las m¨¢s esperadas eran las que narran los hechos despu¨¦s de aquel oscuro accidente en la isla de Chappaquiddick. El joven Kennedy acudi¨® a una fiesta con trabajadores de la campa?a electoral de su hermano Robert, asesinado un a?o antes. Pasadas las 11 de la noche, abandon¨® la fiesta con la joven asistente Mary Joe Kopechne. De camino a un ferry que les deb¨ªa transportar a otra isla cercana, su coche se sali¨® de un puente. Cay¨® al agua y qued¨® boca abajo. Kennedy avis¨® inmediatamente a unos amigos y trat¨® de rescatar a Kopechne infructuosamente. No vio el cuerpo y se convenci¨® a s¨ª mismo de que la joven hab¨ªa escapado y hab¨ªa huido. Nad¨® hasta la otra isla en la que se alojaba y no avis¨® a la polic¨ªa. A la ma?ana siguiente dos pescadores divisaron el coche y un buzo encontr¨® el cad¨¢ver.
"Estaba asustado. Estaba apabullado. Tom¨¦ decisiones terribles. Aunque estaba aturdido por la conmoci¨®n, el cansancio, el susto y el p¨¢nico, ten¨ªa el suficiente raciocinio para saber que el accidente ser¨ªa devastador para mi familia", escribi¨®. Adem¨¢s, Kennedy, casado, tem¨ªa que los tabloides le relacionaran sentimentalmente con Kopechne. Finalmente, admiti¨® el accidente y se someti¨® a una investigaci¨®n tras la que pag¨® una compensaci¨®n de 60.000 euros a la familia de la fallecida.
"He tenido que vivir con esa culpa durante 40 a?os. Pero mi carga no es nada comparada con la p¨¦rdida y el sufrimiento que su familia ha tenido que soportar", admiti¨®.
Ese incidente frustr¨®, en gran parte, su campa?a de primarias contra Jimmy Carter en 1980. Pero no le impidi¨® consolidarse como el llamado le¨®n progresista del Senado. Despu¨¦s de su muerte, muchos medios se preguntan qui¨¦n portar¨¢ ahora la antorcha de la saga familiar. El senador lo aclara en el pr¨®logo: "Con Barack Obama el trabajo comienza de nuevo". Sabedor de que su final estaba cercano, en el libro le pidi¨® a la naci¨®n una ¨²ltima gracia, la de cumplir el que fue su sue?o pol¨ªtico durante d¨¦cadas: asistencia sanitaria asequible como un derecho b¨¢sico.
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