'Serendipia', el arte de descubrir
Uno de los peligros de las redes sociales es que nos llevan a pensar como los dem¨¢s, a eso que los estadounidenses denominan group think, pensamiento de grupo. Cada vez m¨¢s datos nos llegan por su intermediario. La red nos ofrece diversidad de pistas, pero tendemos a seguirlas con aquellos que piensan como nosotros.
Damon Darling lamenta que las tecnolog¨ªas reduzcan los errores casuales, lo que se conoce como "serendipia" en The New York Times. El t¨¦rmino significa "un descubrimiento cient¨ªfico afortunado e inesperado que se ha realizado accidentalmente", seg¨²n Wikipedia. O el arte de "descubrir cosas sin propon¨¦rselo", seg¨²n el diccionario Oxford.
"Encontrar lo que estamos buscando es r¨¢pido. Lo mejor de todo es que buena parte es gratis. Pero perdemos otra cosa: el descubrimiento feliz de algo que no sab¨ªamos que quer¨ªamos encontrar. En otras palabra, la edad digital est¨¢ eliminando la serendipia", reflexiona Darling.
Por ejemplo, prosigue Darling, cuando visitamos amigos ya no podemos hurgar en su colecci¨®n de CD porque la tiene almacenada en el iPod. Los v¨ªdeos se alquilan y desaparecen r¨¢pido [poco a poco las bibliotecas estar¨¢n en los Kindles o asimilados].
Contrariamente a lo que dicen sus partidarios, redes sociales como Twitter o Facebook no son, para Darling, fuentes de diversidad: "Son ¨²tiles, pero esto no es serendipia. Es pensamiento de grupo. Todo lo que necesitamos conocer llega filtrado e investigado. Descubrimos lo que los dem¨¢s aprenden y generalmente de gente que comparte nuestros gustos".
Quienes navegamos con un m¨ªnimo de curiosidad, la Web es una fuente de serendipia, de descubrimientos fortuitos y felices. Pero reconozco que las redes sociales y los sistemas de referencias y de votaci¨®n que los acompa?an llevan si no al pensamiento ¨²nico al menos a uno de geometr¨ªa poco variable.
Algunas herramientas tratan de dar respuesta a preguntas que no formulamos. Por ejemplo, StumbleUpon.com. Sus algoritmos sofisticados permiten ampliar nuestro horizonte con los universos donde navegan nuestros amigos. Una visi¨®n m¨¢s cr¨ªtica indicar¨ªa que por lo menos nos permite aventurarnos hasta la periferia de los grupos con los que conectamos.
Por ello promuevo la embedded serendipity, es decir la serendipia integrada en el proceso de recogida de informaci¨®n, de dos maneras diferentes. De un lado, integrando los RSS que me interesan marginalmente con los RSS que consulto con regularidad. La posibilidad de que se den casualidades (que espero felices) aumenta. Del otro, tratando de practicar con regularidad el rebote virtual: cuando hago clic en un enlace que me conduce a una p¨¢gina sorprendente, me esfuerzo en repetir la operaci¨®n al menos dos veces haciendo a su vez clic en los enlaces que me encuentro en cada etapa. A fin de cuentas, a menudo estoy en territorio desconocido (y nada impide seguir pegando saltos...).
Steven Johnson hizo una interesante referencia acerca de la poderosa serenpidia subyacente en el diccionario, porque al seguirse por el orden alfab¨¦tico, las palabras no tienen ninguna relaci¨®n de sentido entre ellas. La serenpidia, reconoce Johnson, desaparece en la Web, pero existe otra forma m¨¢s potente a¨²n, la serendipia por asociaci¨®n "mil veces m¨¢s f¨¢cil de seguir" en Wikipedia que en la Enciclopedia Brit¨¢nica. La gran diferencia es que la del diccionario es involuntaria cuando la de Wikipedia es voluntaria. El secreto de la serendipia en Internet es el enlace. Requiere que lo activemos.
Artes marciales como el Aikido ense?an a no estar nunca en el lugar donde el contrincante te espera. La serendipia empieza cuando buscamos donde nunca se nos ocurrir¨ªa. En un mundo de abundancia de la informaci¨®n y de redes sociales, la puerta de la serendipia se abre con la siguiente pregunta, el siguiente clic. De nosotros depende encontrarla.
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