La ley sin medios no da autoridad
M¨¢s formaci¨®n, m¨¢s recursos y m¨¢s respaldo de los padres conforman la receta para reforzar al profesor - La escuela debe buscar el equilibrio del respeto sin volver a la mano dura
Todoaestribor: "La extrema derecha vuelve a intentar colarnos a todos su autoritarismo. Volv¨¦is a intentar explotar el miedo que inocul¨¢is a la gente". Tony: "La demagogia de los que se creen muy progres est¨¢ a pleno rendimiento. La palabra autoridad y respeto les produce urticaria". Estos dos comentarios aparecidos el martes en ELPA?S.com, bajo la noticia titulada Una nueva ley endurece el castigo por agredir a los maestros, aunque quiz¨¢ con brocha gorda, resumen muy bien los dos extremos m¨¢s escorados del debate que ha generado la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, al anunciar que a los docentes se les considerar¨¢ autoridad p¨²blica, esto es, que si se les agrede, la pena ser¨¢ mayor, y se les otorga el principio de veracidad -su palabra tendr¨¢ m¨¢s valor en caso de conflicto-.
"Mal puede exigir respeto un docente que no prepara su clase", dice un experto
Los casos m¨¢s graves de agresiones a maestros son excepcionales
"Hay que poner l¨ªmites, y en ello no hay involuci¨®n", dice Anpe
La mayor diferencia de disciplina se da entre docentes del mismo centro
Quiz¨¢ hay algo de permisividad, pero la salida no es judicial, asegura Ceapa
El sistema ya no sirve porque est¨¢ obsoleto, sostienen varios especialistas
Ni es una gran novedad, ni es suficiente por s¨ª misma para devolver a los ense?antes la presuntamente perdida autoridad, reconocen hasta sus m¨¢s firmes defensores. Pero el anuncio de Aguirre ha conseguido volver a calentar el recurrente debate sobre la indisciplina en las aulas. Probablemente porque una parte de los profesores se sienten desanimados y desprotegidos y no encuentran la forma de hacerse respetar por sus alumnos ni por sus padres -los docentes espa?oles son, entre los pa¨ªses desarrollados, los que peor ambiente perciben en sus clases, seg¨²n el reciente informe Talis de la OCDE-. Porque tal vez necesitan muestras p¨²blicas de apoyo en mitad de ese des¨¢nimo y, por qu¨¦ no, un respaldo legal cuando llegan los casos m¨¢s graves, en realidad, pocos, "excepcionales", en palabras de Carmen Guaita, responsable de Comunicaci¨®n del sindicato Anpe, uno de los principales impulsores de la medida que ahora toma Madrid.
Y, as¨ª, sazonado con la reciente batalla campal protagonizada por menores en Pozuelo de Alarc¨®n (Madrid), que traslada a toda la sociedad esa sensaci¨®n a mitad de camino entre la impotencia y el despiste absoluto, se reabren los dos frentes antag¨®nicos, representados en sus extremos por esos dos comentarios an¨®nimos de m¨¢s arriba, entre los que quieren seguridad, control y disciplina a base de las leyes y castigos que hagan falta, y los que temen que por esa v¨ªa se vuelva a tiempos en los que el autoritarismo era la norma -no s¨®lo en la escuela-, y creen que la autoridad no es algo que se pueda conceder por decreto, sino algo que hay que ganarse.
Probablemente, como admiten tanto Guaita como el presidente de la confederaci¨®n laica de padres Ceapa, Pedro Rasc¨®n, desde lados opuestos de la discusi¨®n, la clave est¨¢ en encontrar el equilibrio. A lo que se adhiere el presidente de la asociaci¨®n de directores de centros p¨²blicos Fedadi, Jos¨¦ Antonio Mart¨ªnez: "Quien piense que en la escuela no va a haber conflictos est¨¢ equivocado, los adolescentes siempre han transgredido. En los centros tiene que haber sistemas punitivos, de castigo, pero eso s¨ª, para cuando no funcione todo lo dem¨¢s, todas las medidas de seguimiento y apoyo que deben empezar en primaria". Y claro, eso significa m¨¢s medios.
Pero veamos el contexto del problema. Casi la mitad de los estudiantes admite observar a veces que algunos alumnos se meten (insultos, enfrentamientos verbales) con el profesorado y un 18,1% dice observarlo en muchos casos, seg¨²n el ¨²ltimo informe del Defensor del Pueblo sobre violencia escolar, de 2007. A su vez, un 43% ha visto a veces en su centro que alg¨²n profesor hace lo mismo con un alumno, y un 6,6% en muchos casos. En el 14% de los centros, seg¨²n sus jefes de estudios, alg¨²n profesor ha padecido en alguna ocasi¨®n una agresi¨®n f¨ªsica. La incidencia de estas actuaciones no hab¨ªa variado con respecto al estudio de 1999.
En cualquier caso, es evidente que la sociedad ha cambiado en las ¨²ltimas d¨¦cadas, que lo han hecho la escuela y unos alumnos que han nacido y crecido con unos niveles de bienestar y de libertad jam¨¢s conocidos. Adem¨¢s, unos alumnos que, les guste o no estudiar, deben estar escolarizados hasta los 16 a?os, lo que conlleva una mayor complejidad del trabajo docente. Y tambi¨¦n es cierto que tanto alumnos como padres ya no ven al profesor, y a casi ninguna figura p¨²blica, como una autoridad incuestionable.
Fidel Revilla fue profesor de secundaria durante m¨¢s de tres d¨¦cadas -lo dej¨® hace cuatro cursos- y admite que se han producido esos cambios, tanto dentro como fuera del aula. Pero asegura que la autoridad no se da s¨®lo porque alguien lo ponga en un bolet¨ªn. Se refiere as¨ª a la ley que anunci¨® la Comunidad de Madrid para dar "respaldo moral" y "estatus" a los profesores, para recuperar la autoridad de los docentes en centros.
Carmen Guaita, de Anpe, el sindicato que ha impulsado esta medida, se muestra muy satisfecha. Dice que se trata de dar ese empuj¨®n legal para recuperar todo lo dem¨¢s, el respaldo social, el reconocimiento tambi¨¦n de la autoridad moral y pedag¨®gica del profesor. Insiste en que hay que poner unos l¨ªmites claros a los alumnos y que, en ese camino, en una sociedad democr¨¢tica, no hay espacio para el autoritarismo: "No hay peligro de involuci¨®n; es el momento del equilibrio. A un joven hay que decirle que hay cinco cosas que son innegociables, aunque luego haya otras 60 negociables". Guaita, en cualquier caso, est¨¢ contenta por que se abra una reflexi¨®n sobre la autoridad y la disciplina en los centros.
Para Manuel de Castro, secretario general de FERE, la patronal de colegios cat¨®licos mayoritaria en la escuela concertada, "es un poco penoso que haya que llegar a judicializar la escuela, a llevar la polic¨ªa a la puerta de los colegios, porque, aunque sean casos aislados, se dan situaciones de alumnos o padres que agreden a los maestros, situaciones que antes no se daban", asegura. Para de Castro, la soluci¨®n no pasa por este tipo de medidas, ni por volver a llamar al profesor de usted, como propon¨ªa hace poco el Defensor del Pueblo, sino por la educaci¨®n, y no s¨®lo la de la escuela. "La ¨²nica soluci¨®n es que toda la sociedad tome conciencia de la necesidad de la educaci¨®n, que los padres apoyen sin fisuras a los profesores", concluye.
Efectivamente, muchos giran la vista a algunos padres a la hora de echar culpas, por no respaldar la labor del maestro y no poner l¨ªmites a sus hijos, y no s¨®lo cuando hacen algo grave a los 15 a?os. "En algunos casos hay una permisividad demasiado grande cuando son peque?os", dice Revilla. Se trata de algunos casos, insiste, como igualmente hay casos de profesores que faltan al respeto a sus alumnos, a?ade. Y, de cualquier modo, si el comportamiento de los escolares no es ajeno a lo que ven en su casa, tampoco lo es a lo que ven por la calle, en Internet, la televisi¨®n, la pol¨ªtica, donde encuentran ejemplos nada educativos muchas veces.
Pedro Rasc¨®n, de Ceapa, admite que los padres, despu¨¦s de muchos a?os de autoritarismo, quiz¨¢ se han "pasado por el otro lado", el de la excesiva permisividad, e incluso est¨¢ de acuerdo con Guaita en que hay que buscar el equilibrio: "Nosotros tambi¨¦n estamos deseosos de aprender", dice. Pero se niega a aceptar que las soluciones consistan en "judicializar" las escuelas. Medidas como la de Aguirre le recuerdan demasiado a los tiempos en los que el alumno se llevaba un bofet¨®n en clase por no saberse la lecci¨®n y otro en casa por cabrear al profesor. "Las soluciones no van por ah¨ª", insiste, sino "por la modernizaci¨®n del sistema educativo".
Por ejemplo, si se le pregunta a Michael Davidson, responsable del informe Talis de la OCDE -que se public¨® este a?o tras haber encuestado a 90.000 profesores de 23 pa¨ªses-, sobre la autoridad en las escuelas espa?olas, no habla de medidas disciplinarias. "Echando un vistazo a los datos de Espa?a, un mejor clima escolar se suele encontrar cuando los docentes tienen un contrato fijo y m¨¢s experiencia, cuando colaboran entre ellos y cuando el tama?o de las clases es menor. Adem¨¢s, aquellos profesores que apuestan por la transmisi¨®n directa [menos participativa, en la que el profesor ense?a y el alumno escucha de una forma m¨¢s pasiva] suele percibir un peor clima escolar".
"Lo que est¨¢ claro es que con los m¨¦todos tradicionales es m¨¢s dif¨ªcil controlar a los alumnos", insiste Rafael Porl¨¢n, catedr¨¢tico de Did¨¢ctica de las Ciencias de la Universidad de Sevilla. Asegura que est¨¢ fallando el sistema, "que hoy los alumnos no aguantan, y manifiestan su incapacidad para aceptar ese modelo", un modelo obsoleto. El soci¨®logo de la Complutense Rafael Feito es mucho m¨¢s duro: "Lo que subyace tras esta locura [la propuesta de Aguirre] es una idea decimon¨®nica, en todo caso, anterior a la actual sociedad del conocimiento. Se trata de un modelo en que el profesor se sube a una tarima y llena con su saber las cabezas vac¨ªas de los pobrecitos alumnos y alumnas. Y para que ese modelo funcione se precisa un r¨¦gimen de control disciplinario que garantice que el alumnado est¨¦ en disposici¨®n de aprender, es decir, callado, sentado y con el libro de texto abierto en la p¨¢gina correspondiente. La relaci¨®n educativa no puede sustentarse sobre el mero recurso a la autoridad". Por su parte, Porl¨¢n recuerda que los alumnos m¨¢s conflictivos pueden ser los que m¨¢s se impliquen en su educaci¨®n si se les consigue enganchar. Y quienes consiguen engancharles son los profesores. Cada profesor.
Seg¨²n el informe Talis, las mayores diferencias de percepci¨®n del clima escolar, de las relaciones entre docentes y alumnos no se dan ni entre pa¨ªses (25%) ni entre centros de zonas distintas (10%), sino entre los profesores de un mismo colegio que dan clase cada d¨ªa a los mismos alumnos (65%). Tambi¨¦n el tiempo que pierden haciendo callar a los alumnos -un tercio de la clase, de media, argumento sacado a relucir por Esperanza Aguirre al presentar su proyecto de ley- var¨ªa sobre todo dentro de un centro escolar; una vez m¨¢s, distintos profesores frente a los mismos alumnos: un 85%. "Dado que la mayor cantidad de variaciones en la p¨¦rdida de tiempo lectivo se observa entre diferentes profesores dentro de los centros, parece m¨¢s necesaria una pol¨ªtica de prestar atenci¨®n a las habilidades y la disposici¨®n de los profesores individualmente que mejorar el ambiente y la disciplina generales de los centros", concluye el informe.
M¨¢s formaci¨®n espec¨ªfica, clases m¨¢s peque?as, m¨¢s profesionales, m¨¢s medios, en definitiva, m¨¢s dinero... pero tambi¨¦n m¨¢s implicaci¨®n de los profesores. El catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad de Salamanca Mariano Fern¨¢ndez Enguita est¨¢ de acuerdo con que los profesores sean autoridad p¨²blica: "Representan a la sociedad frente al individuo", y "la escuela es la primera experiencia institucional del alumno, la anticipaci¨®n de c¨®mo va a ser y debe ser la vida en la sociedad adulta". Pero no cree "que pueda pedirse autoridad para los profesores si no se les pide responsabilidad; mal puede exigir respeto un profesor que falta a menudo, llega tarde, no prepara sus clases, pierde el tiempo en el aula o ejerce arbitrariamente su poder acad¨¦mico o disciplinar. Y, haberlos, haylos". Y en cualquier caso, tampoco considera que "el desorden, los problemas de convivencia en los centros provengan de que los profesores no tienen autoridad, sino m¨¢s bien de que no ejercen la que tienen. Antes de llegar a una infracci¨®n grave, sea falta de respeto, conducta disruptiva, violencia... ha habido sistem¨¢ticamente una larga colecci¨®n de infracciones leves que no fueron afrontadas. Hay grupos que quieren blindar al profesor, pero no se preocupan de proteger al alumno. En mi opini¨®n no estamos ante una revuelta juvenil, sino ante una crisis o dejaci¨®n de la tutela adulta en los centros. Muchos de los conflictos laborales de los ¨²ltimos a?os han sido porque no se quiere vigilar los recreos, los pasillos, las actividades extraescolares, los comedores..."
Eso no quita para que los casos m¨¢s graves existan y haya que atajarlos, como dec¨ªa el presidente de los directores Jos¨¦ Antonio Mart¨ªnez. O que el camino de la mejora a trav¨¦s de la renovaci¨®n pedag¨®gica o del aumento de los medios sea incompatible con poner unas normas claras, y que cuando llegue el momento en el que falla todo lo dem¨¢s, haya que castigar, de manera clara y fulminante. "Ense?ar es dar permiso para equivocarse, pero no dar impunidad", concluye Mart¨ªnez.
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