Tengan cuidado
Recientemente, el Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a (TSJC) autoriz¨® al Ayuntamiento de Sitges para que instalara c¨¢maras de videovigilancia y barreras en las entradas de siete urbanizaciones. El alcalde de Sant Cugat manifest¨® que no descarta tomar medidas similares. El coste de la instalaci¨®n ronda el medio mill¨®n de euros (del erario municipal) y el control de las im¨¢genes correr¨¢ a cargo de la polic¨ªa local. La l¨®gica de las urbanizaciones tiene esas cosas. Quieres vivir en tu casa, con tu jard¨ªn, tu autonom¨ªa y tu identidad, pero acabas construyendo barricadas controladas todo el d¨ªa con los vecinos que tambi¨¦n quer¨ªan vivir a su rollo. La ventaja es que los malos est¨¢n fuera. Y dentro s¨®lo hay buenos. O no.
En la medida en que las comunidades residenciales se han convertido en art¨ªculos de consumo y signos de estatus, la tendencia a la segmentaci¨®n social parece imparable si se deja que el mercado fluya libremente. La b¨²squeda de la diversidad (del extra?o), que era la gran fuerza impulsora de las ciudades, como espacios que nos hac¨ªan sentir m¨¢s libres, parece hoy s¨ªmbolo de todo lo contrario. Son muchos a los que la mezcla no les gusta. Y si su bolsillo se lo permite, se apuntan a la mixofobia, o lo que es lo mismo, buscan islas de semejanza e igualdad en medio del mar de la diversidad y la diferencia. Y as¨ª, sin darnos cuenta, vamos construyendo m¨¢s y m¨¢s fronteras y muros en un mundo globalizado s¨®lo para el dinero y para el consumo, valga la redundancia.
Las estrecheces del Estado social conllevan el crecimiento del sistema penal para compensar y gestionar el inevitable conflicto. Lo que ha ocurrido en Sitges es la confirmaci¨®n de que esa seguridad es mas accesible para quienes se la puedan costear o tengan la suficiente fuerza para que se la paguemos entre todos. Educar en el aislamiento y la reclusi¨®n con los que son como uno mismo no es complicado. Lo dif¨ªcil es, como dec¨ªa Jane Jacobs, educar en la convivencia en la ciudad, rodeado de extra?os que pasean fortuitamente por las calles. Ello exige aceptar un canon de responsabilidad p¨²blica m¨ªnima y rec¨ªproca con aquellos con quienes nada te une o relaciona. Y eso s¨®lo se aprende experiment¨¢ndolo e impulsando pol¨ªticas p¨²blicas que contribuyan a ello. A¨²n estamos a tiempo.
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