Memoria del ¨¢ngel ca¨ªdo

En Urlatori alla sbarra (1960), comedia musical que registraba la emergencia de la cultura rock en Roma, Lucio Fulci logr¨® reunir en un mismo plano a Chet Baker, Adriano Celentano y Mina sin que se le quemara el celuloide por saturaci¨®n de genio. Celentano y Mina estaban en el primer tramo de sus carreras, pero Baker, que ya hab¨ªa dejado impronta imborrable en el jazz de la Costa Oeste, se hallaba en una de sus primeras derivas vitales. En Let's Get Lost -documental que Bruce Weber dedic¨® a Baker en 1988 y que llega a las pantallas espa?olas tras la puesta de largo de su versi¨®n restaurada en el festival de Cannes de 2008- se incluyen algunas escenas de Urlatori alla sbarra que permiten aventurar que el m¨²sico no significaba exactamente lo mismo para Fulci que para Weber. Tampoco el Chet Baker que se desvela y se expone ante la c¨¢mara de Weber era el mismo que atraves¨® los fotogramas de Fulci como, probablemente, funcional atajo alimenticio. La principal diferencia est¨¢, no obstante, en la mirada del observador: en Urlatori alla sbarra aparece un m¨²sico al que no se intuye situado al borde de un precipicio; Let's Get Lost quiere atrapar la esencia de un mito a partir de su condici¨®n de ¨¢ngel ca¨ªdo, de divinidad en las ¨²ltimas fases de su auto-demolici¨®n.

Como escribi¨® Pauline Kael en su d¨ªa, la pel¨ªcula de Weber no trata sobre Chet Baker, el m¨²sico, sino sobre "Chet Baker, el objeto amado, el fetiche". El cr¨ªtico Jonathan Rosenbaum, menos receptivo a las gratificaciones de la propuesta, hablar¨ªa directamente de "culto a la personalidad". Quiz¨¢s Let's Get Lost no desentra?e al profano el secreto de la excelencia art¨ªstica del m¨²sico, pero s¨ª ofrece un privilegiado testimonio de primera mano de ese feroz pulso entre turbulencia y fragilidad que Baker destil¨® en belleza perdurable.