El refugio de los rechazados
Indigentes sin plaza en el albergue de M¨¢laga hacen noche en una conflictiva playa
Un varadero de barcas de pesca de la malague?a playa de San Andr¨¦s se ha convertido desde hace varios a?os en el refugio de los indigentes que no tienen plaza en cercano albergue municipal, abierto a unos 750 metros. De d¨ªa, los pescadores cuidan con mimo la pintura, redes y lonas de una treintena de botes. Por la noche "es mejor ver, o¨ªr y callar", asegura uno de los due?os de las embarcaciones. "A mi ya me quemaron el barco una vez y no quiero saber nada del tema", dice.
La semana pasada fue una de esas noches en las que es mejor no recordar. Unas veinte personas -entre las que hab¨ªa marroqu¨ªes, rumanos y polacos- participaron en una reyerta a navajazos y golpes en la que hubo seis detenidos. Casi todos los implicados recibieron asistencia m¨¦dica. "La chispa puede surgir por cualquier cosa", coinciden polic¨ªas, comerciantes y los propios indigentes. Que alguien no respete la cola en el albergue, la lucha por una calle en la que conseguir un euro aparcando coches o las zonas reservadas para dormir en la playa. "Se puede liar hasta por el ¨²ltimo buche de vino", a?ade un hostelero.
Las peleas surgen por el control de lugares para dormir o hacer de 'gorrillas'
Tanto en invierno como en verano, entre 40 y 50 personas sin hogar utilizan las rocas del espig¨®n para pasar la noche protegidos del viento. Colocan colchones, tiendas de campa?a o sacos de dormir en torno a las embarcaciones y componen un nuevo universo distante del varadero de d¨ªa. "Tienen sus cosas escondidas entre los huecos, debajo de una palmera, entre las rocas... y cuando llega otro y se lo lleva, empiezan las disputas", cuenta Miguel, encargado del chiringuito Rocamar, situado a unos 200 metros.
Tambi¨¦n hay roces por nacionalidades. "Magreb¨ªes y rumanos no se llevan con los polacos ni ucranianos. Los nigerianos se juntan entre ellos", detalla un polic¨ªa local. "El a?o pasado presenci¨¦ una pelea entre unos 30 o 40 magreb¨ªes y rumanos por un bolso robado a una clienta", relata Miguel. "Una mujer se acerc¨® a pedirle las sobras de la comida y le dio hasta los bollos de pan. Cuando se fue a dar cuenta, se hab¨ªa quedado sin bolso".
Kamal, nacido en Melilla, durmi¨® dos meses en esta playa el pasado verano. Guarda en su cartera un recorte de peri¨®dico con la foto de una tienda de campa?a azul en la que pas¨® esas noches. "?Vosotros hicisteis esta foto?", pregunta. "Aqu¨ª dorm¨ªa yo", dice con una sonrisa. "Nadie me quit¨® las cosas, ni me met¨ª en peleas". Kamal, alba?il en paro, lleva sin trabajo m¨¢s de un a?o. Mientras sale algo aparca coches en la zona. "En esta calle estamos entre 10 y 12 personas, pero nos organizamos". Comparte turno con Fouad, de Fez (Marruecos), que trabaj¨® de camarero en Benalm¨¢dena mientras estudiaba inform¨¢tica en la Universidad de M¨¢laga. "Ahora dormimos en una casa vac¨ªa, con otras dos personas. El due?o nos deja", aseguran. Ambos reconocen los enfrentamientos y peleas, pero dicen que todos no son iguales.
Cada cierto tiempo, la Polic¨ªa Local acude al lugar, que los comerciantes califican de "punto negro" o "zona conflictiva", con operarios de limpieza y sacan de la arena los bienes de los indigentes. "El problema es que el albergue est¨¢ masificado y tienen la esperanza de que les den plaza. Por eso se quedan por aqu¨ª", considera otro polic¨ªa local. En cuesti¨®n de d¨ªas, vuelve a resurgir el varadero de los rechazados.
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