El invierno del FDP toca a su fin
Los liberales encaran las elecciones del domingo como fuerza renovadora y emergente, la ¨²nica que propone un cambio y pide una nueva mayor¨ªa
Los grandes partidos est¨¢n preparados para el verano del poder y para el invierno de la oposici¨®n. Cuando pierden el Gobierno utilizan el descanso obligado impuesto por los votantes para cargar las pilas y tomar carrerilla para ganar la siguiente partida. Es lo que han hecho los liberales alemanes, que han tenido que soportar 11 a?os en la oposici¨®n, primero frente a la coalici¨®n roja y verde de Gerhard Schr?der y luego frente a la Gran Coalici¨®n negra y roja, aunque sin tener h¨¢bito alguno, pues se hab¨ªan sentado pr¨¢cticamente en todos los Gobiernos desde la fundaci¨®n de la Rep¨²blica Federal de Alemania. Salvo cinco a?os en que les descabalg¨® la mayor¨ªa abrumadora de Adenauer, el FDP ha gobernado con los democristianos de la CDU-CSU y con los socialdem¨®cratas del SDP hasta 1998. Con una presencia marcada por una especialidad liberal que es ya una tradici¨®n dif¨ªcilmente eludible: la cartera de Asuntos Exteriores.
El l¨ªder liberal desea poner fin a 11 a?os de oposici¨®n y traves¨ªa del desierto
Los liberales alemanes no se cansan de recordar que ning¨²n otro partido ha tenido m¨¢s responsabilidades de gobierno en la historia de la Rep¨²blica Federal. Dos liberales, Theodor Heuss, del 49 al 58 y Walter Scheel, del 74 al 79, han ocupado la m¨¢s alta magistratura representativa, aunque sin poder ejecutivo alguno, que es la presidencia de la Rep¨²blica. Y sin alcanzar ni siquiera el 13%, han sido la tercera fuerza durante d¨¦cadas, hasta la ca¨ªda del Muro, momento en que empez¨® a complicarse la competencia para el tercer puesto en el podio, primero con Los Verdes y m¨¢s tarde con Die Linke (La Izquierda en la que se fusionan los socialdem¨®cratas desenga?ados de Lafontaine con los ex comunistas del Este). Ahora mismo est¨¢n en cinco Gobiernos regionales y pronto estar¨¢n en un sexto, Sajonia, donde hubo elecciones el 30 de agosto. Pero su aspiraci¨®n es entrar en el Gobierno federal de Angela Merkel, en una f¨®rmula conservadora-liberal, y en ninguno de los casos con Frank-Walter Steinmeier, en una coalici¨®n sem¨¢foro (rojo socialdem¨®crata, verde ecologista y amarillo liberal).
La actitud liberal tiene su exacta correspondencia en la apuesta sim¨¦trica de Merkel por la coalici¨®n con Guido Westerwelle, presidente del FDP. Ni el uno ni la otra quieren saber nada de los socialdem¨®cratas, a los que presentan como responsables de todo lo que no funciona. Pero el monopolio de la oposici¨®n es entero del jefe del partido m¨¢s institucional de la Rep¨²blica, lo que le permite incluso una radicalidad en sus cr¨ªticas a los Gobiernos pasados que ning¨²n otro partido est¨¢ autorizado a formular. Todos se han comprometido en un momento u otro con las pol¨ªticas vigentes, a excepci¨®n de Die Linke, fuerza todav¨ªa maldita, pero condenada a pactar alg¨²n d¨ªa con verdes y socialdem¨®cratas para que la izquierda alcance de nuevo la mayor¨ªa federal. Los liberales son esta vez el partido que propone el cambio y una mayor¨ªa nueva, que quiere decir sin socialdem¨®cratas.
La traves¨ªa del desierto no ha sido f¨¢cil. Guido Westerwelle ha fracasado en dos elecciones consecutivas, aunque en cada una de ellas ha mejorado la anterior: en 2002 pasaron del 6,2% al 7,4% y en 2005, cuando empezaba a tener aspiraciones, al 9,6%. El mejor dato jam¨¢s obtenido en un sondeo, este pasado invierno, les lleg¨® a dar el 18%, coincidiendo con el momento de m¨¢xima ebullici¨®n de las pol¨ªticas de intervenci¨®n del Estado en la econom¨ªa para atajar la crisis. La nave liberal quiere aprovechar el viento que sopla hacia la izquierda para hacer un giro hacia la derecha. Nadie m¨¢s tiene esta oportunidad ni ocupa este lugar privilegiado.
Su apuesta, fundamentalmente fiscal y social, es muy cl¨¢sica -menos impuestos, un mercado laboral m¨¢s flexible y un Estado menos intervencionista y m¨¢s ligero- y quiere mantener y quiz¨¢s incrementar la energ¨ªa nuclear. Todo esto conviene a la CDU-CSU. Pero hay cap¨ªtulos que les servir¨ªan para pactar con las distintas izquierdas. En costumbres, por ejemplo, es dif¨ªcil ser m¨¢s moderno y progre. Pocos partidos defienden mejor la lucha contra la censura en Internet. Pero no hay duda de que con quien mejor liga su dirigente es con Angela Merkel, con la que tiene una excelente relaci¨®n personal. En la fiesta del 50 cumplea?os de quien todav¨ªa no era la canciller, Westerwelle dio la campanada de presentar a su pareja, un hombre seis a?os m¨¢s joven que ¨¦l.
Los titulares de Exteriores han llegado en algunos momentos a eclipsar al canciller en su protagonismo en la escena internacional. Veremos ahora si este liberal brillante, moderno y a veces algo demagogo, tambi¨¦n intenta hacerlo con Merkel. Est¨¢ por ver que no prefiera un superministerio econ¨®mico y financiero. Casi se olvid¨® de la pol¨ªtica exterior ayer en su discurso, todo dedicado a los asuntos dom¨¦sticos. A fin de cuentas, en pol¨ªtica exterior hay consenso incluso con socialdem¨®cratas y verdes y es donde Merkel ha asentado mejor su prestigio en sus primeros cuatro a?os.
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