La crisis, y sigue...
Si las interpretaciones sobre el significado de la crisis se han prestado a debate, las que conciernen a su evoluci¨®n aumentan la confusi¨®n. A unos, les interesa hacer creer que lo peor ya ha pasado; los otros creen que todav¨ªa est¨¢ por llegar. Pero hay una cosa evidente: en la gesti¨®n de la crisis no ha habido una verdadera coordinaci¨®n entre las grandes econom¨ªas del mundo. Y eso contin¨²a. Tras las promesas grandilocuentes de la cumbre del G-20 en Londres, en abril, los t¨ªmidos "resultados" de la de Pittsburgh del 24 y 25 de septiembre, son un crudo testimonio. La entrada en la crisis, en 2008, fue ca¨®tica. Los gobiernos, que supuestamente defienden el inter¨¦s p¨²blico, no vieron venir nada. Cada uno reaccion¨® por su cuenta, haciendo m¨¢s dif¨ªcil una acci¨®n com¨²n. La UE empez¨®, en principio, dando una imagen de desorganizaci¨®n absoluta: los brit¨¢nicos tiran de un lado y recuperan las virtudes de las nacionalizaciones, los franceses y los alemanes se contradicen sobre lo que hay que hacer, y la Comisi¨®n de Bruselas permanece at¨®nita, golpeada por una par¨¢lisis repentina. Pero hay un ¨²nico objetivo que comparten espont¨¢neamente: salvar a los bancos, utilizar el dinero p¨²blico para pagar los da?os provocados por el capitalismo ultra especulativo.
?Asistiremos al nacimiento de un Directorio Financiero Mundial entre China y Estados Unidos?
A partir de ahora, se habla de "salida" de la crisis. Y sabemos que ¨¦sta pasa por la reactivaci¨®n de la maquinaria econ¨®mica. Pero los hechos son crueles. Si para salvar el sistema financiero hemos concedido, seg¨²n la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (CNUCD), el valor total del 36% del PIB mundial y de aproximadamente el 48% del PIB de los pa¨ªses desarrollados, los planes de recuperaci¨®n tan s¨®lo representan un 4% del PIB mundial. Las ligeras recuperaciones que observamos -mantenimiento del crecimiento chino a un alto nivel, la m¨¢s que honorable resistencia de India y Brasil, salida de la recesi¨®n de Francia y Alemania, recuperaci¨®n del mercado del autom¨®vil en EE UU y vuelta a una estabilidad relativa en Wall Street, etc...- eran pues previsibles. Pero el FMI sigue estando inquieto, y el desempleo, aumentando.
En cambio, se perfilan importantes recomposiciones geopol¨ªticas a escala mundial. EE UU ha organizado su salida de la crisis apoy¨¢ndose sobre un d¨®lar muy d¨¦bil, ya que la Reserva Federal ha dejado los tipos de inter¨¦s sencillamente en cero, lo que implica seguir financi¨¢ndolo a trav¨¦s del ahorro mundial, ahondar a¨²n m¨¢s la deuda p¨²blica y aumentar el d¨¦ficit presupuestario. Esta estrategia, mantenida gracias al yuan chino que se ha situado en paridad con el d¨®lar, implica crear una verdadera alianza estrat¨¦gica entre las dos monedas para dominar el mercado mundial, hasta el punto de que empezamos a hablar de un eje americhino. ?Asistiremos al nacimiento de un Directorio Financiero Mundial entre estos dos pa¨ªses, que actuar¨ªa paralelamente a las instituciones financieras internacionales? Naturalmente, y con legitimidad, rusos, indios y brasile?os quieren que se les escuche. ?Y Europa?, se preguntar¨¢n.
La crisis ha puesto en evidencia sus debilidades estructurales. La incoherencia de la actuaci¨®n del Banco Central Europeo (BCE) ha sido la respuesta a la ausencia de coordinaci¨®n pol¨ªtica. El BCE ha empezado negando la crisis, luego, ante la amplitud de la cat¨¢strofe ha tomado medidas con cuentagotas, y s¨®lo a principios de 2009 acept¨® bajar el tipo de inter¨¦s en la zona euro al 1,26 %. El efecto es que Francia y Alemania salen de la recesi¨®n gracias a la consecuente bajada del euro, pero ?cu¨¢nto durar¨¢ la solidaridad? Alemania quiere un euro d¨¦bil porque exporta m¨¢s; Francia, Espa?a e Italia necesitan un euro fuerte para su comercio exterior. La subida del tipo de cambio del euro abate, pues, en pleno vuelo los esfuerzos para salir de la crisis de los pa¨ªses exportadores. No es un secreto para nadie que la divergencia entre Alemania y la mayor¨ªa de pa¨ªses de la zona sobre el valor medio de esta moneda es el veneno que podr¨ªa destruir todo el proyecto europeo. Porque el euro fuerte penaliza a los pa¨ªses exportadores y refuerza de hecho la competencia mundial del d¨®lar americano y del yuan chino, dos monedas particularmente infravaloradas. S¨®lo un gobierno econ¨®mico de la zona euro podr¨ªa orientar al BCE hacia una estrategia monetaria m¨¢s conforme con los desequilibrios entre los socios europeos; s¨®lo este gobierno podr¨ªa contribuir a la puesta en marcha de una fiscalidad com¨²n y de una regulaci¨®n de la competencia social en Europa. Pero para crearlo, har¨ªa falta que las ¨¦lites gobernantes tuvieran un proyecto pol¨ªtico europeo com¨²n. Y ¨¦ste no es el caso.
Traducci¨®n de M. Sampons.
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