La maga de Orensund

"Yo ten¨ªa una granja en ?frica, al pie de las colinas de Ngong". As¨ª comienza una de las novelas m¨¢s ponderadas de la primera mitad del siglo XX (una de las favoritas de Truman Capote), Memorias de ?frica, escrita por su autora, Karen Blixen, en una peque?a m¨¢quina de escribir frente a un ventanal desde el que se ve¨ªa el B¨¢ltico en el estrecho de Oresund. Seguramente la escribi¨®, hizo una pausa, mir¨® las aguas grises de la costa y dej¨® que volaran sus recuerdos y su imaginaci¨®n. Rungstedlund es el nombre de la casa-museo de la escritora danesa, apenas 30 kil¨®metros al norte de Copenhague. Aqu¨ª naci¨® en 1885, aqu¨ª se refugi¨® en 1931 despu¨¦s de su aventura en Kenia, aqu¨ª escribi¨® sus obras y vivi¨® hasta su muerte, al borde de un peque?o lago, entre hayas tricentenarias y un santuario de p¨¢jaros creado por ella.

01 ?frica en Rungsted

Al municipio de Rungsted se accede por la carretera 152, entre potentes mansiones y coquetas marinas. La casa original era una posada del siglo XVI con forma de cottage saj¨®n que fue adquirida por el padre de la escritora, Wilhem Dinesen, en 1879. Una de sus alas desapareci¨® tras un incendio. A la restante se ha a?adido ahora un museo. No tuvo suerte en la vida Karen Blixen. Su padre se suicid¨® cuando ella ten¨ªa 10 a?os. Se cas¨® a los 28 con su primo sueco Bror von Blixen, con el que parti¨® a ?frica. Posiblemente fue ¨¦l qui¨¦n le contagi¨® la s¨ªfilis tan s¨®lo un a?o despu¨¦s. Se separ¨®. La granja de caf¨¦ de Kenia acab¨® quebrando. Su gran amor, el piloto brit¨¢nico Denys Finch Hatton, muri¨® en un accidente en 1931. Karen Blixen, entonces, volvi¨® a Rungsted, adopt¨® el seud¨®nimo de Isak Dinesen y se puso a escribir hasta el final.

Escritos, cuadernos, lanzas de las tribus masai y toda su biblioteca adornan los muros de la casa-museo. De la m¨¢quina port¨¢til modelo Corona surgieron novelas y cuentos que en algunos casos han acabado en el cine: no s¨®lo la inolvidable Memorias de ?frica, tambi¨¦n Una historia inmortal, El fest¨ªn de Babette o Ehrengard son pel¨ªculas de culto basadas en sus historias. Fotograf¨ªas con Marilyn Monroe, Arthur Miller y Meryl Streep hablan del pasado social de la escritora. La Blixen dec¨ªa que hab¨ªa sellado un pacto con el diablo y que ser¨ªa inmortal mientras tuviera, como Scherezade, un cuento que contar. El pacto concluy¨® en 1962, muy deteriorada f¨ªsicamente, casi un esqueleto. Sus dedos quedaron tan esquem¨¢ticos como la huella petrogl¨ªfica del ave de hace 2.500 a?os que preside el magn¨ªfico jard¨ªn en el que est¨¢n enterradas sus cenizas.

02 Pr¨ªncipe de Helsingor

El misterio contin¨²a unos kil¨®metros m¨¢s al norte, nada m¨¢s aparecer las torres inquietantes de Kronborg Slot, el castillo donde Shakespeare situ¨® la tragedia del pr¨ªncipe Hamlet. Fant¨¢sticamente enclavado en el estrecho de Oresund, frente a Suecia, el edificio sobrecoge el esp¨ªritu con sus cimborrios repujados, sus fosos, filigranas y mansardas. Es patrimonio de la humanidad desde hace a?os, y cada verano alberga representaciones shakespearianas. Visitando las galer¨ªas y los enormes salones, uno se pregunta si los escenarios teatrales han imitado las rehabilitaciones de este palacio o si ha sido al rev¨¦s. El caso es que fue construido por Erik de Pomerania a principios del siglo XV y que Shakespeare nunca estuvo aqu¨ª. El drama lo tom¨® prestado de una leyenda danesa del siglo XII. En las mazmorras de Kronborg Slot est¨¢ la estatua del jefe vikingo Holger Danske. Otra leyenda asegura que se levantar¨¢ de la tumba el d¨ªa en que Dinamarca est¨¦ en peligro.

La placidez con la que ni?os y pescadores esperan la tarde bajo las murallas de Kronborg no invita a pensar en esta resurrecci¨®n. Las guerras con Suecia terminaron hace siglos, y hoy transbordadores, en uno y otro sentido, conectan cada 15 minutos la danesa Helsingor con su vecina sueca Helsinborg. Helsingor tiene una visita. La ciudad est¨¢ emplazada justo donde el B¨¢ltico se convierte en mar del Norte. Erik de Pomerania hac¨ªa pagar un impuesto (el ore sund, penique del estrecho) a los barcos que surcaban estas aguas. Fue destronado, se refugi¨® en Suecia y acab¨® siendo un pirata vikingo. Su estatua preside la plaza mayor de la ciudad, junto a puestos de verduras y artesan¨ªa. Las callejas del barrio medieval de Stengade son muy vistosas, con columnas y soportales de madera, y en el palacio neocl¨¢sico de Marienlyst hay un t¨²mulo donde se supone que reposa el Hamlet original.

03 Dunas y faros

A partir de aqu¨ª, el mar se llama Kattegat. Anchos arenales, playas de dunas, pueblos pesqueros. En la peque?a rada de Hornbaek huele a arenque ahumado. Caba?as y casitas de colores consiguen un ambiente de bel¨¦n n¨®rdico. En los alrededores, el monasterio cisterciense de Esrum tiene casi mil a?os. Parte de sus piedras sirvieron para construir el castillo de Hamlet. En la II Guerra Mundial sirvi¨® de refugio para los archivos daneses. Hoy puedes tomarte un caf¨¦ en su cripta. El punto m¨¢s n¨®rdico de la isla Sjaelland, aunque no de Dinamarca, es Gilleleje. Balneario tur¨ªstico, lonja pesquera y paseo mar¨ªtimo. Muchos jud¨ªos daneses salvaron la vida desde aqu¨ª al pasar por mar a Suecia durante la ocupaci¨®n nazi. Lo ¨²ltimo que vieron de su tierra fue un destello del faro Nakkehoved. Desde 1772 funciona con carb¨®n.

04 Arte al aire libre

No es necesario volver por el mismo camino para retomar Copenhague. Desde Gilleleje, por la carretera 227, se alcanza Fredensborg Slot, el suntuoso pabell¨®n de caza convertido en residencia de la familia real danesa, donde los invitados estampan su firma en un panel de vidrio con un buril de diamante. Desde aqu¨ª, la autopista E55 coloca al viajero en menos de una hora en la capital.

Pero si quedan ganas y tiempo, el Louisiana Museum (en Humleb?k) guarda obras de Warhol y Moore, el Frilandsmuseet (en Kongens Lyngby) engloba al aire libre m¨¢s de cien construcciones tradicionales del pa¨ªs, y el parque de Jaegersborg posee hayedos y robledales con m¨¢s de 600 a?os de vida.

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