Cuentas oscuras

La presentaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado para 2010 qued¨® ayer reducida a una sumaria enumeraci¨®n de modificaciones tributarias que, en conjunto, suponen un brusco cambio de rumbo fiscal despu¨¦s de casi tres lustros de continuas rebajas de impuestos. Al t¨¦rmino del Consejo de Ministros que aprob¨® el borrador de Presupuestos, la vicepresidenta Salgado explic¨® c¨®mo ser¨¢ la subida de impuestos: el tipo general del IVA aumentar¨¢ dos puntos (a partir de julio de 2010) y la imposici¨®n sobre las rentas del ahorro se elevar¨¢ desde el 18% al 19% para los primeros 6.000 euros de ganancias y el resto tributar¨¢ al 21%; el impuesto de sociedades bajar¨¢ cinco para las peque?as y medianas empresas. El impacto calculado de las subidas es un aumento de los ingresos del Estado de 10.000 millones de euros.

Pero lo que no explic¨® con claridad la vicepresidenta es por qu¨¦ se suben los impuestos, para qu¨¦ se suben y, sobre todo, cu¨¢l ser¨¢ el impacto de ese viraje fiscal en la actividad econ¨®mica espa?ola. No es un argumento aceptable relacionar la subida del IVA y de la tributaci¨®n del capital con un mayor compromiso de gasto social, porque los costes de la crisis -m¨¢s gasto de cobertura de desempleo- pueden financiarse a trav¨¦s de los mecanismos de deuda. El aumento esperado de recaudaci¨®n tampoco es suficiente para tapar la enorme brecha del d¨¦ficit, que este a?o llegar¨¢ probablemente al 10% del PIB. Por lo tanto, los contribuyentes tendr¨¢n que pagar m¨¢s sin conocer con exactitud los motivos. Si el Gobierno teme dificultades de endeudamiento a corto o medio plazo deber¨ªa decirlo; pero ayer, desgraciadamente, no lo hizo.

Es evidente que el Ejecutivo no considera necesario defender sus decisiones, por m¨¢s arbitrarias que parezcan. En un periodo de profunda recesi¨®n resulta discutible subir impuestos. No parece la mejor manera de estimular la econom¨ªa. Pero puede aceptarse si media un c¨¢lculo detallado de cu¨¢l es su impacto sobre la actividad econ¨®mica y resulta que las ventajas son superiores a los inconvenientes. Pero tambi¨¦n en este caso la respuesta es el silencio. Mientras estas explicaciones no se rindan, los ciudadanos tienen derecho a considerar la subida de impuestos como arbitraria e irreflexiva.

Resulta dif¨ªcil de creer que el Presupuesto para 2010 reduzca el d¨¦ficit p¨²blico desde aproximadamente el 10% del PIB de 2009 hasta el 5,4% del PIB. Ni siquiera recaudando 10.000 millones m¨¢s y suponiendo que la tasa de desempleo no superar¨¢ el 19% es razonable pensar en una reducci¨®n superior al punto o punto y medio. Las directrices presupuestarias tampoco inspiran demasiada confianza. La vicepresidenta insisti¨® en la prioridad del gasto social y de la inversi¨®n productiva. Ya se ver¨¢ lo que dicen las partidas concretas cuando se hagan p¨²blicas; en particular las que reflejan la inversi¨®n en I+D. Por el momento, llama la atenci¨®n la insistencia del Gobierno en confundir las medidas encaminadas a proteger a los damnificados por la crisis y las que nos ayudar¨ªan a salir con bien de la recesi¨®n. No son las mismas. Y de esa confusi¨®n nace la cadena decepcionante de errores en la gesti¨®n de esta crisis.