Empresa y periodismo, una cuesti¨®n de lealtad
DEFENSORA DEL LECTOR. Los lectores de EL PA?S suscitan un debate sobre la independencia del diario a prop¨®sito de las cr¨ªticas al Gobierno. Las formas y los tiempos tambi¨¦n son importantes
En el art¨ªculo de la Defensora del pasado domingo abord¨¦ la inquietud que en algunos lectores hab¨ªa provocado la coincidencia de varias informaciones y editoriales muy cr¨ªticos con el Gobierno socialista y su presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Los lectores dec¨ªan observar un giro en la l¨ªnea editorial y expresaban su malestar por la sospecha de que ese cambio pudiera estar relacionado con la aprobaci¨®n, a mediados de agosto y por v¨ªa de urgencia, de un decreto ley que regulaba la Televisi¨®n Digital Terrestre de pago, un proceder que Juan Luis Cebri¨¢n, consejero delegado del Grupo PRISA, editor de El PA?S, hab¨ªa criticado duramente. Ante la gravedad de las quejas, cre¨ª oportuno pedir al director del diario, Javier Moreno, que respondiera a las inquietudes de los lectores. El director lo hizo de forma detallada y extensa, negando que se hubiera producido tal giro en la l¨ªnea editorial, as¨ª como que la mayor intensidad de la cr¨ªtica al Gobierno obedeciera a intereses empresariales de PRISA.
"Toda manipulaci¨®n supone subestimar la inteligencia de los lectores"
La pol¨¦mica, sin embargo, ha continuado. Durante la semana he recibido nuevos correos y llamadas que insisten en las sospechas y discuten los argumentos del director. Vuelvo pues sobre el tema para tratar de recoger las voces del centenar largo de lectores que han pedido amparo a la Defensora, y les pido de antemano excusas por la necesaria simplificaci¨®n de la muy extensa, rica y variada argumentaci¨®n recibida.
Quienes sostienen que las explicaciones de Moreno no son convincentes esgrimen tres razones: la coincidencia de una notable mayor virulencia en la cr¨ªtica hacia la pol¨ªtica de Rodr¨ªguez Zapatero con la aprobaci¨®n del decreto; el hecho de que esa mayor intensidad cr¨ªtica se haya dado de forma simult¨¢nea en todos los medios de PRISA (muchos lectores dicen ser tambi¨¦n oyentes de la SER y espectadores de Cuatro), y el hecho de que la cr¨ªtica se centrara de forma muy personalizada en el presidente. Muchos lectores, entre los que se encuentran Enrique Ruiz, Agust¨ª Roig, Juan Vidal D¨ªaz, Elisa F. de Castro o Miguel Mas, creen que la credibilidad del diario se ha resentido de estas coincidencias.
"El problema no es realizar un editorial cr¨ªtico con el Gobierno", escriben Cristina Gisbert y Claudi Camps, psiquiatras. "Siempre hemos valorado la capacidad cr¨ªtica de EL PA?S. (...) La diferencia en los ¨²ltimos editoriales est¨¢ en el nivel de agresividad, que se aleja de la cr¨ªtica constructiva a la que nos ten¨ªa acostumbrados. No es casualidad que coincida con la aprobaci¨®n de una normativa que va contra sus intereses empresariales. Ni en la ¨¦poca tan dura en la que Jes¨²s de Polanco tuvo que acudir a los juzgados por denuncias infundadas, encontramos ese nivel de agresividad". A Jos¨¦ Luis Garc¨ªa, "las referencias del director a tres editoriales para negar el cambio editorial" le parecen "sumamente d¨¦biles. No creo que exista un lector de EL PA?S que no espere encontrar estas cr¨ªticas cuando las decisiones del Gobierno las justifiquen. Lo nuevo es la descalificaci¨®n personal del presidente Zapatero" en los medios de PRISA, dice.Javier Esperanza sostiene que en el editorial y las informaciones de las ¨²ltimas semanas "no ejercen ustedes tan s¨®lo el irrenunciable derecho a la cr¨ªtica, sino que entran en el terreno de la descalificaci¨®n global, del desprecio, incluso personal, hacia el presidente. Eso es, creo, un salto cualitativo en la l¨ªnea del peri¨®dico, que lo sit¨²a en una terminolog¨ªa m¨¢s propia de otro tipo de diarios". Algunos lectores, como Manuel Pazos, Arturo Bagur o Alberto Yag¨¹e, piden una reflexi¨®n sobre las consecuencias que una cr¨ªtica desmesurada e injusta pueda tener, y no s¨®lo sobre la credibilidad del diario.
"Por supuesto que un peri¨®dico puede y debe mantener una distancia respecto a cualquier partido, gobierno o poder (...)", indica Javier Fresneda. "Eso es lo que merecer¨¢ credibilidad y nos permitir¨¢ usar su informaci¨®n para ejercer de modo responsable un control social del poder que haga evolucionar nuestra sociedad hacia un modelo m¨¢s justo y equitativo". Pero "el uso de una l¨ªnea editorial con el objetivo soterrado de defender un inter¨¦s corporativo es de una gravedad tal que mi confianza se ha resquebrajado". Muchos lectores se extienden en c¨®mo creen que debe ejercer EL PA?S su labor, qu¨¦ esperan del diario: "No les pido que traten de forma m¨¢s amable la crisis ni a ning¨²n Gobierno", dice Francisco Gonz¨¢lez. "Lo ¨²nico que les pido es una informaci¨®n lo menos manipulada posible. (...) Como empresario que soy, entiendo que una empresa debe generar beneficios, pero EL PA?S ha antepuesto esa premisa", algo que considera muy grave, pues todo "intento de manipulaci¨®n, supone "subestimar la inteligencia de los lectores".
La sospecha se ha instalado en algunos de ellos: "Yo, que me alineaba con Sogecable en la llamada 'guerra del f¨²tbol', que no cre¨ªa en conspiraciones, que defend¨ªa la coherencia de su diario, ahora me veo hojeando EL PA?S con recelo", confiesa Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa Diago. Pero esperan poder recobrar la confianza: "Que todos los medios de comunicaci¨®n son empresas que deben generar beneficios es algo que ya sabemos. Que todos los medios tienen una l¨ªnea editorial y pol¨ªtica, tambi¨¦n. Que estos dos vectores deben permanecer lo m¨¢s alejados que sea posible es la esperanza de los lectores de EL PA?S", dice Manuel Morales. "Mi deseo es que la tormenta tenga los d¨ªas contados" porque "su peri¨®dico y el Grupo PRISA son muy necesarios todav¨ªa en Espa?a", termina Jos¨¦ Le¨®n Garc¨ªa.
He de confesarles que me ha conmovido el grado de identificaci¨®n y la vinculaci¨®n con el diario que los lectores expresan en sus cartas y llamadas. Muchos lo son desde hace d¨¦cadas y algunos recuerdan, incluso con emoci¨®n, el editorial EL PA?S con la Constituci¨®n en la edici¨®n que el diario sac¨® la madrugada del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. La fidelidad de los lectores es el principal capital de un diario. Y esta fidelidad se forja con una larga trayectoria de buen periodismo. "?Por qu¨¦ creen que nos enfada tanto todo esto?", pregunta Javier Esperanza. "Porque creemos que esa trayectoria no les pertenece s¨®lo a ustedes. Este diario, con el apoyo de todos sus lectores, se ha situado entre los 10 m¨¢s solventes del mundo. Los comentaristas internacionales, los diplom¨¢ticos y los Gobiernos seguramente leen EL PA?S para hacerse una idea objetiva de lo que pasa en este pa¨ªs. ?Creen ustedes que merece la pena jugarse esta medalla?".
No, desde luego que no. Nada hay m¨¢s importante para un diario que la fidelidad de sus lectores. Por eso considero que ser¨ªa un error pensar que todo este malestar obedece a una campa?a externa destinada a erosionar la imagen del diario, aun cuando es obvio que otros medios intentan incidir en la pol¨¦mica o amplificarla en su beneficio. El director neg¨® en su respuesta a la Defensora que se hubiera producido un giro editorial y que la mayor intensidad de la cr¨ªtica a Zapatero obedeciera a una agenda oculta. Javier Moreno ha insistido en sus argumentos ante el Comit¨¦ Profesional, el ¨®rgano que representa al conjunto de los redactores ante la direcci¨®n, al que ha ofrecido los detalles de c¨®mo se tomaron las decisiones. Pero est¨¢ claro que si tantos lectores han interpretado lo contrario, alg¨²n error se ha cometido.
En el n¨²cleo de la cuesti¨®n est¨¢ el hecho de que EL PA?S forma parte de un gran grupo medi¨¢tico que, como todos los operadores de comunicaci¨®n, tiene intereses econ¨®micos y empresariales. En ning¨²n momento los ha ocultado, y eso supone un ejercicio de transparencia. No deber¨ªa ser penalizado por ello. Pero conviene que quede claro que el diario no est¨¢ al servicio de esos intereses. Si en alg¨²n momento los lectores han percibido lo contrario, algo ha fallado en las formas o en los tiempos.
Una vez que se ha instalado la sospecha, la ¨²nica forma que tiene EL PA?S de combatirla es demostrar cada d¨ªa su independencia. El diario lo hacen sus periodistas, y los intereses empresariales no deben interferir en su trabajo, ni siquiera subliminalmente. Eso es lo que los lectores que me han escrito reclaman con vehemencia. Quieren seguir teniendo un diario en el que poder confiar. Es inevitable que a veces se produzcan tensiones entre diferentes intereses. Cuando eso ocurra, cada uno ha de tener muy claro a qui¨¦n debe su primera lealtad. La primera lealtad de los periodistas debe ser para con los lectores. Y las empresas de comunicaci¨®n saben que la mejor forma de defender sus intereses es precisamente respetar que la primera lealtad de sus periodistas sea para con los lectores, es decir, con la verdad.
Los lectores pueden dirigirse a la Defensora del Lector al correo electr¨®nico defensora@elpais.es o telefonear al n¨²mero 913 378 200.
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