Suspiros de Irlanda
Ahora resulta que al r¨¦gimen iran¨ª se le ha pasado comunicarnos que ten¨ªa una instalaci¨®n nuclear en Qom. Resulta l¨®gico: cuando te pasas todo el d¨ªa reprimiendo a palos a la oposici¨®n tras haber ama?ado las elecciones cuesta encontrar la concentraci¨®n necesaria para cumplir las obligaciones adquiridas con el Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica.
Recordemos el gui¨®n de esta pel¨ªcula: un pa¨ªs que tiene enormes reservas de petr¨®leo, pero que no invierte en extraerlas ni en refinarlas, enriquece uranio alegando que tiene un programa nuclear pac¨ªfico para la generaci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica. La cantidad de uranio que quiere acumular es suficiente para hacer funcionar unas 15 centrales nucleares y, sin embargo, en todo el pa¨ªs no hay ninguna central nuclear en construcci¨®n, ni siquiera como proyecto. Y la ¨²nica central nuclear existente (heredera de un acuerdo entre Ir¨¢n y la extinta Uni¨®n Sovi¨¦tica), aunque no finalizada, no necesita ning¨²n combustible, ya que en el mismo contrato de construcci¨®n se especific¨® que Rusia proveer¨ªa el necesario para su funcionamiento durante toda su vida ¨²til. Teniendo en cuenta que una central nuclear tarda entre siete y 15 a?os en construirse, es evidente que el r¨¦gimen iran¨ª est¨¢ construyendo la casa comenzando por el tejado. Sin duda, el gal¨¢n de esta pel¨ªcula tiene un problema de credibilidad.
Un 'no' en el refer¨¦ndum ser¨ªa un desastre y muy probablemente llevar¨ªa a una ruptura de la UE
La falta de transparencia del r¨¦gimen es la pistola humeante que prueba su culpabilidad y, a la vez (esperemos), el gatillo que desencadenar¨¢ una nueva oleada de sanciones pol¨ªticas y econ¨®micas. Todo depende de que Rusia y China se avengan a razones y comiencen a comportarse como pa¨ªses responsables: hasta ahora, la pol¨ªtica de Mosc¨² ha sido una simple derivada de una l¨®gica heredada de la guerra fr¨ªa y agravada por los ocho a?os de Bush junior: "Todo lo que es malo para Estados Unidos es bueno para m¨ª", luego no secundar¨¦ la pol¨ªtica de sanciones. Por su parte, Pek¨ªn ha aplicado sin desviarse un mil¨ªmetro la l¨®gica mercantilista que domina su pol¨ªtica exterior en ?frica y otros escenarios: los beneficios econ¨®micos para China, los problemas pol¨ªticos para Occidente.
Pero esta divisi¨®n del trabajo tiene que cambiar. Con Obama en la Casa Blanca es hora de que Mosc¨² saque el cerebro del congelador de la guerra fr¨ªa y lo ponga a trabajar; tambi¨¦n, claro est¨¢, de que Pek¨ªn demuestre que entiende que su ascenso pac¨ªfico al rango de segunda potencia mundial conlleva tambi¨¦n alguna responsabilidad en mantener ese orden del que tanto se est¨¢ beneficiando. En realidad, s¨®lo hay dos maneras de tratar con Ir¨¢n (y una de ellas no nos gusta nada): la propuesta por los halcones israel¨ªes y los neocon estadounidenses (bombardear), y la que lleva el sello de la legalidad internacional (endurecer las sanciones).
Este jueves, Ir¨¢n se sentar¨¢ en la mesa de negociaci¨®n en medio de una gran tensi¨®n internacional. Y un d¨ªa despu¨¦s, el viernes, los irlandeses votar¨¢n en un segundo refer¨¦ndum la ratificaci¨®n del Tratado de Lisboa que sustituye a la fallida Constituci¨®n europea. La secuencia refleja muy bien el problema de Europa, enredada en sus asuntos internos mientras el mundo sigue adelante. Las encuestas dan como probable el s¨ª, pero con Irlanda, ya se sabe, todo es posible. La Uni¨®n Europea lleva casi una d¨¦cada intentando actualizar su software para poder funcionar eficazmente a 27 en el mundo del siglo XXI, pero por el camino se le ha atragantado la opini¨®n p¨²blica de algunos pa¨ªses, temerosa de convalidar algo que no entiende muy bien, y los euroesc¨¦pticos brit¨¢nicos o checos, recelosos de perder una soberan¨ªa nacional que no entendemos exactamente de qu¨¦ les servir¨¢ cuando Ir¨¢n tenga armas nucleares.
Un no en Irlanda ser¨ªa un desastre completo y muy probablemente llevar¨ªa a una ruptura de la UE en dos bloques. Pa¨ªses como Espa?a se ver¨ªan obligados a promover un tratado de pol¨ªtica exterior y de seguridad espec¨ªfico entre aquellos Estados miembros que no quisieran quedarse en Europa 1.0 y quisieran actualizarse a Europa 2.0. El Tratado de Lisboa contiene importantes instrumentos para hacer que Europa pueda ser un actor relevante en la escena mundial y, en consecuencia, una fuerza de progreso en las relaciones internacionales, pero ese mensaje no se ha sabido transmitir con la suficiente fuerza a la opini¨®n p¨²blica europea. Un vendedor callejero de flores irland¨¦s, entrevistado hace unos d¨ªas, resumi¨® perfectamente la situaci¨®n: "Hace un a?o no entend¨ªa el tratado y por eso vot¨¦ no. Ahora tampoco lo entiendo, pero votar¨¦ s¨ª". Nuestro futuro se juega en una moneda que se tira al aire. Suspiros de Irlanda.
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