Micheletti al descubierto
Las medidas del presidente golpista vulneran la Constituci¨®n y empujan a Honduras al desastre
El Gobierno golpista de Roberto Micheletti ha declarado el estado de sitio en respuesta a la presencia del depuesto presidente Zelaya en la Embajada de Brasil en Honduras. Libertades como las de expresi¨®n, reuni¨®n o libre circulaci¨®n, as¨ª como las garant¨ªas a los detenidos, quedar¨¢n en suspenso durante los pr¨®ximos 45 d¨ªas.
Tambi¨¦n en el plano internacional Micheletti ha endurecido su posici¨®n, impidiendo la entrada en el pa¨ªs de dos funcionarios de la OEA y el regreso del embajador de Espa?a, adem¨¢s de conceder un plazo de 10 d¨ªas a Brasil para que defina el estatus bajo el que ha acogido a Zelaya en su legaci¨®n diplom¨¢tica. Con estas medidas de fuerza, Micheletti no ha hecho otra cosa que mostrar a la luz del d¨ªa lo que trat¨® de ocultar tras acceder a la presidencia en brazos del Ej¨¦rcito: su Gobierno es incompatible, tanto en origen como en ejercicio, con la Constituci¨®n hondure?a.
Al proclamar que el estado de sitio se prolongar¨¢ durante un mes y medio, Micheletti pretende llegar a las presidenciales de noviembre bajo la actual situaci¨®n de hecho. Si bajo ninguna circunstancia ten¨ªa legitimidad para llamar a elecciones, ahora menos que nunca: Micheletti ha ordenado el cierre de medios de comunicaci¨®n que se opongan a su Gobierno y la persecuci¨®n de los opositores. Lo que, si logra seguir adelante con sus planes, se tratar¨ªa de una convocatoria electoral realizada por una autoridad sin atribuciones se convertir¨ªa, adem¨¢s, en una pantomima que, en ¨²ltimo extremo, revela la verdadera naturaleza del poder que se ha instalado en Honduras.
Micheletti no ha podido adoptar disposiciones interiores tan graves como la declaraci¨®n del estado de sitio sin enfrentarse a la comunidad internacional, puesto que ¨¦sta es un¨¢nime en la exigencia de restablecer el orden constitucional en Honduras. Se equivoca si piensa que su desaf¨ªo se limita a la OEA, a Brasil y a Espa?a: el paso que acaba de dar a¨ªsla a¨²n m¨¢s a su Gobierno y permite observar lo que hab¨ªa detr¨¢s de sus inveros¨ªmiles argumentos jur¨ªdicos para deponer a Zelaya.
La partida que se juega en Honduras afecta a una de las principales l¨ªneas de fractura en Am¨¦rica Latina, como es la pugna soterrada entre los Gobiernos populistas encabezados por Ch¨¢vez y la izquierda institucionalista, que defiende el derecho del continente a no ser una excepci¨®n a la hora de ser gobernado de manera democr¨¢tica. Hasta ahora, los populistas no han conseguido capitalizar esta crisis, en la que existe un claro perdedor: el pueblo hondure?o. Y mucho m¨¢s si Micheletti se obstina en seguir adelante con sus prop¨®sitos. En sus manos est¨¢ que la situaci¨®n no evolucione hacia peor.
Nadie puede defender la deriva pol¨ªtica a la que parec¨ªa estar libr¨¢ndose Zelaya antes de ser depuesto, pero s¨ª el orden constitucional que ha sido vulnerado. Es en nombre de ese orden en el que se le exige a Micheletti que ponga fin a este par¨¦ntesis de fuerza y que cese en sus desaf¨ªos a la comunidad internacional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.