"Me dijeron que los talibanes quemaron mis pel¨ªculas"
A juzgar por c¨®mo le crece la sonrisa cuando habla de su infancia, Abdul Latif Ahmadi debi¨® de ser un ni?o muy feliz en Afganist¨¢n. A los cinco a?os se qued¨® fascinado cuando fue al cine por primera vez, acompa?ado de su madre a ver La l¨¢mpara de Aladino, una pel¨ªcula india. "Es uno de los mejores recuerdos de mi vida", confiesa este director de cine de 59 a?os mientras espera a que sirvan la comida en un restaurante madrile?o que evoca a los suntuosos palacios de Las mil y una noches. Aquella pel¨ªcula infantil le dio la inspiraci¨®n para crear, a?os m¨¢s tarde, su obra m¨¢s audaz, que le permiti¨® hacer realidad la utop¨ªa de dedicarse al s¨¦ptimo arte en un pa¨ªs de guerreros y campesinos.
A pesar de la guerra, el director afgano hizo realidad su sue?o de hacer cine
Antes de eso, a los 12 a?os ameniz¨® las tardes de su familia y el resto del barrio con su proyector artesanal y los fotogramas que fabricaba con recortes de peri¨®dicos y revistas; y a los 23, cuando estudiaba en la Universidad Polit¨¦cnica de Kabul, grab¨® desde un tejado el golpe de Estado que derroc¨® al ¨²ltimo rey afgano con la c¨¢mara que le trajo su t¨ªo desde Mosc¨². "Entonces...". Hace una pausa para crear suspense y dice con una sonrisa traviesa: "Entonces se me ocurri¨® la idea de rodar un anuncio para la mayor empresa del pa¨ªs, que produc¨ªa bater¨ªas de autom¨®vil".
As¨ª gest¨® Ahmadi la grabaci¨®n del primer spot publicitario de la historia de Afganist¨¢n: "Llam¨¦ a un compa?ero de la universidad, gordo y alto, como el genio de la l¨¢mpara maravillosa; otra amiga que ten¨ªa una voz hermosa se encarg¨® de la locuci¨®n; y gracias a un truco visual que aprend¨ª de aquella pel¨ªcula de Aladino, consegu¨ª que el genio hiciera aparecer sobre una mesa cubierta por un tapete una bater¨ªa de autom¨®vil. Al d¨ªa siguiente llam¨¦ a la puerta del jefe de la empresa y le dije que hab¨ªa rodado un anuncio para ¨¦l. Me pregunt¨® si estaba loco. Le invit¨¦ a la sesi¨®n del s¨¢bado y cuando se proyect¨®, antes de la pel¨ªcula india de turno, los 700 espectadores se pusieron en pie y comenzaron a aplaudir. ?l se march¨® emocionado y me dijo: Ven ma?ana a mi despacho".
Con el cheque que le entreg¨®, Ahmadi pudo montar su propia compa?¨ªa de cine, a la que llam¨® Ariana Films. De pronto, como si estuviera ante otra alucinaci¨®n, interrumpe el relato y se queda boquiabierto cuando llega su plato de pescado, con una pinta suculenta. "Delicioso", valora con inmensa satisfacci¨®n.
Mientras toma su t¨¦, retoma su historia en el triste presente de su pa¨ªs. Hace unos d¨ªas una bomba casi destroza la Filmoteca Nacional afgana, donde ¨¦l trabaja como presidente. Los talibanes son enemigos del cine. Cuando llegaron al poder y lo prohibieron, en 1996, emigr¨® a Rusia. Un d¨ªa entraron en la Filmoteca y pidieron a los nueve empleados que all¨ª quedaban que les entregaran todas las bobinas que guardaban en el archivo. "Las quemaron a la luz del d¨ªa. Me dijeron por tel¨¦fono que hab¨ªa ardido todo. Era una tragedia".
Sus pel¨ªculas de ficci¨®n, sus documentos hist¨®ricos, sus anuncios, el trabajo de toda una vida se salv¨® gracias a la heroicidad de los trabajadores de la Filmoteca, que entregaron miles de bobinas con obras extranjeras a los talibanes y escondieron las m¨¢s de 6.000 pel¨ªculas del cine afgano detr¨¢s de una pared falsa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.