El enigma de la escasa delincuencia femenina
Los factores biol¨®gicos y socioculturales explican el bajo porcentaje de encarceladas - S¨®lo diez de cada cien reclusos en Espa?a son mujeres
Los profetas de un mete¨®rico incremento de la delincuencia femenina debido a la normalizaci¨®n social de la mujer pueden ir revisando sus teor¨ªas. Tambi¨¦n las feministas que, con razonamiento distinto, auguraban igualmente una equiparaci¨®n criminal entre ambos sexos. Los tres principales indicadores de la delincuencia: detenciones, juicios y poblaci¨®n reclusa, demuestran que no hay mucha novedad en el frente. Las mujeres delinquen menos, son menos violentas y reinciden menos. Aunque ha aumentado el n¨²mero de mujeres con causas pendientes y en ciertos delitos, como la violencia contra los padres, donde las chicas ganan terreno y se acercan al 50% del total. No obstante, por cada 10 mujeres que cometen delitos o faltas hay 100 hombres. Y no es una novedad. Ha ocurrido en todas las ¨¦pocas y en todos los pa¨ªses. ?Por qu¨¦? No existe una respuesta ¨²nica, insisten catedr¨¢ticos y crimin¨®logos.
"La emancipaci¨®n no ha llenado la c¨¢rcel. Al contrario", dice una experta
La delincuencia femenina es la gran desconocida de la criminolog¨ªa y muchas de las decenas de teor¨ªas existentes est¨¢n basadas en t¨®picos machistas o en afirmaciones sin base emp¨ªrica. El italiano Cesare Lombroso, fallecido en 1909, aseguraba: "Educar y remover a las mujeres de sus caracter¨ªsticas de domesticidad y maternidad que las mantienen como inocuas semicriminales, podr¨ªa resultar un hecho desastroso para la humanidad". Bueno, de momento, la humanidad no parece estar hecha unos zorros por los cr¨ªmenes femeninos. Los expertos consideran que existe una cascada de aspectos que influyen en la baja tasa de criminalidad de las mujeres, especialmente biol¨®gicos y socioculturales. Aunque tampoco se descartan el peso de otros, como los gen¨¦ticos, psicol¨®gicos, fisiol¨®gicos, del aprendizaje, sensoriales, neurol¨®gicos... Desde la vetusta y mis¨®gina hip¨®tesis que aseguraba que el 80% de los delitos cometidos por mujeres se produc¨ªan en el periodo premenstrual o menstrual a aquella que se?ala que la fuerza f¨ªsica del var¨®n le facilita la comisi¨®n del delito por resultarle m¨¢s sencillo el control de la v¨ªctima, la obtenci¨®n de un bien y la huida, o la que apela a la empat¨ªa de la mujer para justificar la baja tasa en los delitos de lesiones.
En 1960, la poblaci¨®n reclusa en Espa?a sumaba 15.202 personas. En 2008, 73.558. El porcentaje de mujeres que cumpl¨ªan condena hace 49 a?os con respecto al total era del 10,4%; mientras que en la actualidad la mujer representa el 8% de la poblaci¨®n reclusa. Eso s¨ª, en este tiempo se ha pasado de 1.596 presas a 5.950. Puede pensarse que esta tasa no refleja exactamente la realidad social, ya que s¨®lo recoge los delitos m¨¢s graves. Sin embargo, las estad¨ªsticas indican algo parecido: en la ¨²ltima d¨¦cada el n¨²mero de hombres condenados ha pasado del 93,42% al 92%.
Otra pista sobre la disparidad de comportamientos delictivos aflora en la estad¨ªstica de detenciones policiales. Entre 2000 y 2008 no var¨ªa sustancialmente el reparto entre ambos sexos. En 2000, los hombres detenidos por delitos y faltas sumaban el 90,2% del total; y en 2008, el 90,4%. Es decir, que las conductas antisociales y delictivas de las mujeres han aumentado, pero en la misma proporci¨®n que las de los varones en t¨¦rminos generales.
Los estudios sobre la diferencia biol¨®gica son recurrentes. El ¨²ltimo se dio a conocer la semana pasada. Una universidad californiana suger¨ªa que los estr¨®genos, y no s¨®lo la testosterona (hormona con presencia 10 veces mayor en el hombre), podr¨ªan jugar un papel importante en el hecho de que ¨¦stos desarrollen patrones de conducta m¨¢s duros o agresivos.
Paz M. de la Cuesta Aguado, coautora del estudio Perfiles Criminol¨®gicos de la Delincuencia Femenina y profesora de Derecho Penal de la Universidad de Cantabria, subraya que la biolog¨ªa tiene un peso indudable, pero las condiciones sociales tambi¨¦n. "La mujer se ha integrado en la sociedad a un nivel que no estaba, es decir, en el momento en que hay m¨¢s mujeres profesionales, empresarias, m¨¢s mujeres que hacen la declaraci¨®n de la renta, hay m¨¢s mujeres que cometen fraudes fiscales", se?ala.
Raquel Bartolom¨¦, profesora de Psicolog¨ªa del centro de Investigaci¨®n de Criminolog¨ªa de Albacete, explica que "las ni?as tienden hacia objetivos relacionales y afectivos que indican que su conducta social va a estar dirigida a mantener sus relaciones y no ponerlas en peligro. Los ni?os son m¨¢s activos f¨ªsicamente, algo m¨¢s agresivos y con peores habilidades sociales". Estas peque?as diferencias de la infancia se van acentuando a medida que el individuo camina hacia la madurez. Y concluye: "Las mujeres no son ni mejores ni peores; tienen estilos de conducta diferentes".
Seg¨²n Miren Ortubay, profesora de Derecho Penal de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, "no cabe una respuesta categ¨®rica" al abismo que existe entre el porcentaje de delincuentes de uno y otro sexo: "Aunque creo que el factor determinante es cultural, la violencia (s¨®lo como ¨²ltimo recurso, claro), el uso de la fuerza y cierto desprecio hacia la vulnerabilidad ajena son componentes esenciales de la masculinidad todav¨ªa hoy. Seguimos educando a las ni?as para que no expresen agresividad y a los ni?os para que no manifiesten inseguridades ni ternura".
El incremento de los delitos cometidos por chicas j¨®venes, que algunas fuentes sit¨²an en torno al 20%, no es percibido por los expertos como una se?al de alarma. Seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica, el 91,7% de los inscritos en el Registro Central de Penados y Rebeldes en 2007 eran varones, y s¨®lo el 8,3% mujeres, con una media de edad de 33 a?os. Mientras que en el Registro de Responsabilidad Penal del Menor, el porcentaje de chicas (entre 14 y 17 a?os) condenadas ascend¨ªa al 15%.
Raquel Bartolom¨¦ explica que las chicas tienden a hacer cosas que son de j¨®venes, "y en cambio cuando las conductas son graves o muy da?inas la diferencia se mantiene". Y Paz M. de la Cuesta apostilla que las conductas delictivas o antisociales de ambos sexos est¨¢n igualadas durante la adolescencia, pero a medida que los j¨®venes maduran las diferencias aumentan. Tambi¨¦n se?ala que la realidad desmiente las teor¨ªas sobre el incremento de la delincuencia femenina debido a la liberaci¨®n de la mujer. "Es cierto que las mujeres cometen delitos que antes le eran ajenos", pero, se?ala, "las c¨¢rceles no est¨¢n precisamente llenas de feministas radicales, sino m¨¢s bien de gente bastante tradicional". Adem¨¢s, apostilla, "en general, en las chicas hay m¨¢s riesgo de que acaben en conductas que terminan siendo m¨¢s da?inas para ellas mismas que para otros". Pero, ?existe una violencia femenina oculta que no detecta el sistema? Las encuestas de autoinculpaci¨®n, s¨ª la detectan. Elena Larrauri, crimin¨®loga y profesora de Derecho en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, defiende, sin embargo, que aunque exista un porcentaje de delincuencia femenina que no se detecte oficialmente, los sexos nunca se igualar¨ªan. "El delito por el que m¨¢s se las castiga es por tr¨¢fico de drogas, que es uno de los delitos m¨¢s perseguidos", apostilla.
Concepci¨®n Yag¨¹e, subdirectora de Tratamiento de la Secretar¨ªa General de Instituciones Penitenciarias, que durante 17 a?os fue responsable de la c¨¢rcel de mujeres de Alcal¨¢ de Guada¨ªra (Sevilla), es seguidora de la corriente que explica la baja delincuencia femenina por causas fundamentalmente sociales y culturales y se?ala que "la mujer pudo eludir en el pasado la delincuencia por la protecci¨®n familiar, de su pareja, o por tener otras fuentes indirectas de ingresos como la prostituci¨®n". Sin embargo, la teor¨ªa de la prostituci¨®n como alternativa no genera consenso. Ortubay la califica como "una manifestaci¨®n del imaginario patriarcal m¨¢s rancio, que tiende a equiparar sutilmente violencia y prostituci¨®n". Yag¨¹e explica que el hecho de que la mayor¨ªa de las mujeres est¨¦n condenadas por tr¨¢fico de drogas se debe a que creen que no le hacen da?o a nadie, no pone en riesgo su integridad f¨ªsica y aporta una importante cantidad de dinero. "Normalmente, los delitos contra las personas no tienen prevalencia en las mujeres", aclara. Jes¨²s Mart¨ªn, director de la prisi¨®n abulense de mujeres de Brieva, asegura que las reclusas son menos conflictivas y violentas que los varones. "En 20 a?os el incidente m¨¢s grave ha sido el de una chica que le puso una cuchilla en el cuello a la funcionaria". Fue hace 18 a?os.
"Mi hija lleg¨® a darme miedo"
Voces, empujones, bofetadas, amenazas, enganchones por el cuello... Claudia, la madre de Aitana no pod¨ªa m¨¢s. Pas¨® el peor trago de su vida al denunciar a su hija, que llevaba casi cinco a?os maltrat¨¢ndola a ella, a su pareja y ¡ªsospecha¡ª a la abuela. Tiene grabado en la cara el desgarro de ver a su hija esposada ante el juez, que envi¨® a la joven de 17 a?os a un centro de reforma de la Comunidad de Madrid, donde desde hace tres meses vive con otros siete chavales habituados a levantar la mano a sus padres.
"Lleg¨® a darme miedo, pero lo m¨¢s terrible es que te planteas qui¨¦n es la persona que vive contigo", reconoce apenada. El trabajo de los psic¨®logos no dio resultado; la libertad vigilada no surt¨ªa efecto, y las se?ales eran cada vez m¨¢s preocupantes: agresi¨®n a un profesor, atraco con arma blanca, agresi¨®n a otra menor, consumo de drogas... La situaci¨®n lleg¨® a ser insostenible dentro y fuera de casa, y Claudia temi¨® que si no actuaba su hija acabar¨ªa en poco tiempo, una vez cumplidos los 18 a?os, en la c¨¢rcel. La transformaci¨®n de Aitana era irreversible. Su madre describe c¨®mo comenz¨® a refugiarse en su propio caparaz¨®n: "Se aisl¨® del mundo, s¨®lo le quedaron dos amigas, los ¨²ltimos dos a?os se enclaustr¨® en casa, y claro, han sido los peores". Claudia recomienda a otros padres estar alerta a algunas se?ales, como los gritos, para actuar cuanto antes: "La primera vez no sabes por d¨®nde te viene. Piensas que no va a ir a m¨¢s, se queda en una rega?ina de los polic¨ªas y nada m¨¢s; la segunda vez que la denunci¨¦ pas¨® la noche en el calabozo, y al d¨ªa siguiente se vio ante el fiscal, y ah¨ª ya vio que la cosa iba en serio", recuerda.
Aitana tiene su propia teor¨ªa sobre las conductas antisociales de los j¨®venes: son m¨¢s violentos porque los padres toleran ahora m¨¢s las cosas. "Las normas de este centro son las que deber¨ªa haber en todas las casas, aunque est¨¢ raro que yo lo diga. Pero si hay que estar a las diez en casa, hay que estar a las diez; y si haces algo mal, o no sales o te quedas sin paga". Aitana justifica su violencia por los porros, que asegura haber abandonado: "Es que soy muy impulsiva y eso me pon¨ªa peor". Pero declara que era consciente de lo que hac¨ªa cuando atacaba a su madre: "Cuando le das el primer bofet¨®n no piensas en nada, pero con el segundo dices '?qu¨¦ he hecho!'. Piensas 'no le voy a pegar m¨¢s'... Los tres meses de internamiento, asegura, le han cambiado; aunque basta excavar un poco para ver que hay mucho trabajo por hacer en los 21 meses que restan de condena:
¡ª?Que har¨ªas si tuvieras un hijo y te pegara?
¡ªLe dar¨ªa una hostia, con ped¨®n; yo no ser¨ªa tan comprensiva.
La condena estrella: 'tarifa plana por drogas'
El perfil de las reclusas ha variado en los ¨²ltimos 25 a?os. En los ochenta, el 86% cumpl¨ªa una condenada por delitos contra la propiedad o contra las personas, y s¨®lo el 11% por tr¨¢fico de drogas. Sin embargo, ¨¦ste es actualmente el delito estrella, en el que ha incurrido casi el 65% de las mujeres que ingresan en las c¨¢rceles espa?olas. Existen tres perfiles bien diferenciados: el de la mujer de cierta edad que se dedica al trapicheo, el de la drogadicta que acaba robando para comprar y el de la mujer extranjera detenida por hacer de mula (transporte de droga), y a la que la justicia impone casi de oficio lo que ellas llaman tarifa plana: nueve a?os y un d¨ªa "por el agravante de notoria importancia", que en algunas drogas se establece desde los 300 gramos.
TAMARA. 22 a?os. Valdepe?as. Robo con intimidaci¨®n
"Haces lo que la hero¨ªna te ordena. Es un t¨²nel negro, no ves la luz"
La vida de Tamara, con s¨®lo 22 a?os, no tendr¨ªa desperdicio como gui¨®n televisivo. Con ocho a?os ya ten¨ªa un porro en la boca, a los 19 se gastaba 300 euros diarios en una endiablada mezcla de coca¨ªna y hero¨ªna. Ahora lleva 30 meses encarcelada, y a¨²n tiene pendientes seis a?os y tres meses por 10 causas, entre ellas robo con intimidaci¨®n. Tamara es amena y pizpireta, hermana de guardia civil y "la oveja negra" de una familia de seis hermanos. Le sobraban horas para fugarse de reformatorios y centros de desintoxicaci¨®n, vivi¨® cuatro a?os con un camello que la invit¨® a meterse por primera vez aquel veneno en el cuerpo, reventaba escaparates para robar teles de plasma y atracaba tiendas y kioskos con una "navajilla"... En la c¨¢rcel se gan¨® decenas de partes por mal comportamiento y tr¨¢fico de drogas. Ahora jura haber cambiado ("Prefiero estar aqu¨ª que estar en el cementerio"); quiere ser peluquera, casarse en noviembre y olvidarse de la droga. "Nunca hice da?o a nadie. Robaba coches para hacer kundas (taxi en su argot ) de Ciudad Real a Madrid, y con lo que me sacaba consum¨ªa yo. Mi madre me dec¨ªa: 'Eres como El Vaquilla'. Me pasaba d¨ªas y d¨ªas sin pasar por casa. No sab¨ªan si estaba viva o muerta. Era todos los d¨ªas levantarte y fumar, levantarte y fumar. Es un t¨²nel negro. No ves la luz. T¨² haces lo que la hero¨ªna te ordena. Eres un trapo".
M. ELENA. 37 a?os. Venezuela. Tr¨¢fico de drogas
"Nadie que me conozca se lo creer¨ªa al verme aqu¨ª, en la c¨¢rcel"
"No me considero una delincuente. Fue una mala elecci¨®n en un mal d¨ªa. No estaba muy mal de dinero, pero s¨ª hubo un momento en que me sent¨ª muy agobiada porque toda la carga familiar reca¨ªa sobre m¨ª". Cada d¨ªa de los tres ¨²ltimos a?os, Mar¨ªa Elena, venezolana de 37 a?os, empleada de una editorial y madre de dos j¨®venes de 17 y 15 a?os, se ha arrepentido de haber aceptado la invitaci¨®n de una amiga "a la que le hab¨ªa salido bien otras veces" para transportar 1,7 kilos de droga a Espa?a. Fue hace tres a?os. El precio ajustado, cerca de 3.000 euros; la pena impuesta, nueve a?os y un d¨ªa. No ten¨ªa antecedentes y nunca hab¨ªa probado la droga. "Ninguna persona que me conociera se creer¨ªa verme aqu¨ª. Cuando estaba fuera rechazaba a cualquiera que pudiera venir de estas cosas y autom¨¢ticamente la etiquetaba y la apartaba; pensaba que si ven¨ªa de la c¨¢rcel es porque no serv¨ªa. Y ahora me ha tocado estar a m¨ª de este lado", reconoce, al tiempo que explica que est¨¢ estudiando trabajo social en la UNED para cuando quede en libertad emprender una nueva vida en Espa?a con sus hijos, "si puede ser". "Ellos [los narcos] no te cuentan lo de las condenas tan altas, te lo pintan todo muy bonito, yo me dej¨¦ atrapar, ellos siempre van a la presa f¨¢cil. Ni se me pas¨® por la cabeza el riesgo que corr¨ªa ni el da?o que estaba haciendo", recuerda afectada.
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