El cr¨ªtico como artista
El gremio de la cr¨ªtica especializada no ha sido precisamente uno de los mejor tratados por el imaginario cinematogr¨¢fico: por lo general, al cr¨ªtico se le reserva el papel de contrapunto c¨®mico, bajo la arquet¨ªpica forma del pedante rid¨ªculo, atrapado en la burbuja de sus prejuicios y su lenguaje abstruso. En Malditos bastardos, Quentin Tarantino rompe esa inercia al atreverse a pensar en la improbable figura del cr¨ªtico de cine como h¨¦roe de guerra. Otro hombre, del suizo Lionel Baier, director de Gar?on stupide, es otra inesperada excepci¨®n a la regla y, tambi¨¦n, una de las pel¨ªculas m¨¢s desconcertantes que este cr¨ªtico ha tenido ocasi¨®n de ver en los ¨²ltimos meses. Cr¨®nica de una transformaci¨®n personal con el amor fou como motor narrativo y el ejercicio de la cr¨ªtica de cine como marco de la acci¨®n -y, quiz¨¢s, met¨¢fora de la vida-, Otro hombre comete la osad¨ªa de descubrir un mundo interior detr¨¢s del arquetipo.
OTRO HOMBRE
Direcci¨®n: Lionel Baier.
Int¨¦rpretes: Robin Harsch, Natacha Koutchoumov, Elodie Weber, Georges-Henri D¨¦praz.
G¨¦nero: drama. Suiza, 2008. Duraci¨®n: 89 minutos.
Baier cuenta la historia de un pobre diablo que, tras desplazarse a la peque?a poblaci¨®n donde su esposa ha logrado plaza docente, asume las labores de redacci¨®n del peri¨®dico local. Escribir la cr¨ªtica de cine de la pel¨ªcula semanal que programa el cineclub del lugar se convertir¨¢ en el centro de sus desvelos. Su jefe le pide textos puramente funcionales para atraer espectadores a la sala, pero ¨¦l decide invertir toda su energ¨ªa en convertirse en leg¨ªtimo cr¨ªtico de cine. No lo consigue: bajo el influjo de una suerte de suced¨¢neo de Cahiers du Cin¨¦ma, logra ser un simulacro de cr¨ªtico. Entra entonces en escena una figura sumamente exc¨¦ntrica: la femme fatale cultureta, que, entre otras cosas, le introduce en los placeres ocultos de lo que podr¨ªa llamarse la er¨®tica del pase de prensa.
Si han llegado hasta aqu¨ª, es probable que no den cr¨¦dito a lo que est¨¢n leyendo. Otro hombre, por si alguien se lo est¨¢ preguntando, no es una comedia, pero tampoco resulta f¨¢cil intuir los prop¨®sitos de Baier: cabe la posibilidad de que su pel¨ªcula sea un drama existencial sobre la conquista de la identidad en una era de opiniones excluyentes y autosuficientes, la tragedia del aislamiento emocional de un hombre sin discurso o una historia de amor vamp¨ªrico cuyos protagonistas se dedican, casualmente, a la cr¨ªtica de cine. Su condici¨®n de esquiva heterodoxia es incuestionable y sus reflexiones sobre el oficio tienen miga.
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