Las cuentas del Gran Capit¨¢n
La fracasada tentativa de hacer dimitir a Ricardo Costa como secretario general en Valencia y la ¨¢spera expulsi¨®n del grupo parlamentario madrile?o de los diputados auton¨®micos L¨®pez Viejo, Mart¨ªn Vasco y Bosch (que conservan, sin embargo, sus actas) han sido las ¨²nicas medidas disciplinarias adoptadas hasta ahora por el PP tras el levantamiento parcial del secreto de las actuaciones sumariales sobre la trama Correa. La respuesta es insuficiente si se deseara realmente lavar la cara de una organizaci¨®n ensuciada por ese esc¨¢ndalo pol¨ªtico-mafioso precisamente cuando la crisis econ¨®mica y los sondeos electorales esbozaban la posibilidad de una pronta llegada al poder.
La reacci¨®n en Madrid de Esperanza Aguirre ha sido en t¨¦rminos comparativos mucho m¨¢s contundente que el apaciguador intento de apa?o de Francisco Camps con Ricardo Costa en Valencia. Ser¨ªa un malicioso juicio de intenciones -la estrategia preferida por la presidenta madrile?a para descalificar las cr¨ªticas de la prensa independiente- atribuir a Esperanza Aguirre el prop¨®sito de segar la hierba bajo los pies del indeciso Rajoy a fin de ocupar su puesto: su visi¨®n s¨®lo parcial resulta en cualquier caso preferible en un partido de ciegos pol¨ªticos.
La 'trama Correa' inici¨® el expolio de dinero p¨²blico gracias a los actos de Aguirre y Camps
Si bien luego llegar¨ªan suculentos negocios ilegales de recalificaciones urban¨ªsticas, contratas de obras y licencias inmobiliarias, el primer yacimiento explotado por la trama Correa con su maquinaria de comisiones il¨ªcitas, facturas falsas y sobornos pol¨ªticos fue el montaje de espect¨¢culos circenses para hacer publicidad encubierta a los dirigentes del PP en Madrid y Valencia.
La organizaci¨®n de esos fastos, primeras piedras, belenes, conmemoraciones, entregas de premios, verbenas, ferias, procesiones, homenajes, inauguraciones y festejos pagados con dinero p¨²blico para que los altos cargos auton¨®micos pudieran lucir el palmito ha proporcionado a sus promotores una saneada fuente de ingresos. No les faltaba trabajo. La convergencia del insaciable af¨¢n de lucro de la trama Correa y de la no menos inagotable vanidad narcisista de Aguirre y Camps se tradujo en la obsesiva presencia de ambos en las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos puestos a su servicio y de Telemadrid y Canal 9, programadas como el espejo de la madrastra de Blancanieves. "Todos son actos de ella", se lament¨® Correa a uno de sus colaboradores, que dio la raz¨®n a su jefe: "Adem¨¢s es que no para, la t¨ªa". Don Vito remacha: "La se?ora [Esperanza Aguirre] estaba todo el d¨ªa en hospitales y en metros", con el agravante de que "hab¨ªa que hacer cuatro facturas" si el acto de turno ascend¨ªa a 30.000 euros.
Ser¨ªa relevante en t¨¦rminos pol¨ªticos calcular el coste para los contribuyentes madrile?os y valencianos de la adicci¨®n exhibicionista de Aguirre y Camps, empujados por esa compulsi¨®n a despilfarrar el dinero de los impuestos en un rosario de costosos actos organizados s¨®lo para justificar la presencia de las c¨¢maras. Desde el lado de la oferta, parece razonable suponer que la trama Correa no tuvo demasiados reparos a la hora de abultar las facturas por unos servicios en s¨ª mismos superfluos. Del lado de la demanda, no existe constancia de que los clientes regateasen el precio, si bien los procedimientos de la Administraci¨®n P¨²blica dificultar¨ªan la contrataci¨®n directa y aplazar¨ªan los pagos. En el sumario quedan registradas las maldiciones de Correa ante los retrasos, lanzadas con su habitual estilo florido y delicado: estaba "hasta los huevos" no s¨®lo de la deuda de un mill¨®n de euros de la Comunidad madrile?a sino tambi¨¦n de "todas las guarrer¨ªas" ("todos los actos son chorizadas") de la gente de Esperanza Aguirre.
La contestaci¨®n del Gran Capit¨¢n al ser requerido -seg¨²n la leyenda- por la Hacienda Real a justificar los elevados gastos de sus campa?as italianas hubiera podido servir de modelo a Francisco Correa para reclamar el pronto pago del dinero adeudado por las Comunidades de Madrid y de Valencia. Cuando la burocracia de la Corte sigui¨® importun¨¢ndole, el invicto Gonzalo Fern¨¢ndez de C¨®rdoba factur¨® 200 millones de ducados "por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla" y otros 100 "por tener que descender a estas peque?eces del Rey a quien he regalado un reino". Tambi¨¦n la trama Correa ha librado a Aguirre y a Camps de soportar el pestazo del trabajo pol¨ªtico sucio.
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